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La vuelta a Menorca en siete platos típicos

Turismo gastronómico

Atravesamos la isla de oeste a este en busca de la gastronomía tradicional de la isla

Todo lo que debes saber para tu próximo viaje a Menorca

La caldereta es un plato típico de Menorca

Getty Images/iStockphoto

Cuando aterrizas por primera vez en Menorca tienes la agradable e insondable sensación de que ya has estado allí antes. Le ocurre a mucha gente. Conectas enseguida con la isla. Es algo entrañable. Es relativamente pequeña -de punta a punta hay exactamente 53 kilómetros-, pero aun así conserva en su interior una intensa personalidad que se te va metiendo dentro suavemente, sin prisas, hasta lo más profundo.

Es también el primer lugar de España donde amanece. Cuando sopla el viento de la tramontana, el mar se enciende y las olas sacuden la costa con fiereza. Sin embargo, eso, si cabe, aumenta todavía más su magnetismo. Es una isla natural, espontánea, algo reservada, eso sí, pero indómita, y no parece que tenga intención de dejar de serlo.

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Algo tendrá que ver la gastronomía en ese carácter. Somos lo que comemos, dicen. En Menorca existe un respeto reverencial por el origen de las cosas. Su una cocina sencilla, elemental, que recoge sus ingredientes en la tierra y en el mar más cercano. Para comprobarlo, cruzamos la isla desde Ciutadella en la costa oriental, probando siete de sus platos más esenciales:

Ciutadella

Berenjena rellena

Como decía, la isla tiene dos extremos: Ciutadella y Maó. Tanto monta, monta tanto. Es muy habitual iniciar cualquier recorrido por una de estas dos ciudades. O en barco a cualquiera de sus dos puertos, o en avión al aeropuerto, situado a escasos kilómetros de Maó. 

Esta vez, iniciamos nuestra visita en el centro histórico de Ciutadella, una ciudad con un cierto aire señorial. Es recomendable perderse por las calles estrechas del casco histórico, desde el puerto hasta el castillo de Sant Nicolau, y hacer una parada para desayunar algo en una de las terracitas de la plaza del Born o de la plaza de ses Voltes (calle comercial).

A la gastronomía menorquina siempre le ha fascinado cuidar su entorno. Al ser una isla, ha tenido que sobrevivir con lo inmediato. Una parte fundamental de lo que ha entrado en sus cocinas han sido las hortalizas. El huerto ha sido uno de sus recursos principales. A la berenjena se le ha concedido siempre, sobre todo en verano, un espacio protagonista (la cultivada en Menorca es más bien pequeña, tierna y muy blanca en el interior). 

Cada familia tenía su forma de hacer la berenjena al horno, de rellenarla e incluso de cortarla

El primero de los platos que proponemos, precisamente es la berenjena al horno. En realidad, cada familia tenía su propia forma de hacerlo, de poner un relleno u otro, e incluso de cortarla. Pero lo más habitual era hacer el relleno con otras verduras, para finalmente cocerlas al horno cubiertas de pan rallado, con ajo y perejil picados.

¿Dónde comer berenjena rellena en Ciutadella? si nos damos un paseo por el casco histórico, encontraremos un coqueto restaurante, Es Tast de na Sílvia (único restaurante de Baleares certificado como slow food y kilómetro 0), donde cocinan la berenjena menorquina desde hace muchos años.

Ferreries

Vino de Menorca

Más o menos en el centro de la isla, encontramos una de las poblaciones de interior con más encanto: Ferreries. Es un lugar muy interesante para explorar. No solo su iglesia de Sant Bartomeu, alrededor de la cuál creció el pueblo, sino que también merece la pena ir hasta lo alto de una colina donde se alza el antiguo castillo de Santa Àgueda -el tercer punto más alto de la isla después del Monte Toro (358 metros) y S'Esclusa-, último reducto de los árabes en la isla.

El vino se elabora en Menorca desde hace cientos de años. En el siglo XVIII, los ingleses volvieron a darle un gran protagonismo (no solo al vino, sino también a la ginebra) para surtir a sus tropas de ocupación. En esta zona del interior, hay una enorme diversidad de llocs, antiguas fincas que funcionaban por el sistema de medianeras, en las que el propietario, conocido como señor, pone las tierras y el campesino se ocupa de trabajarlas. 

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Hasta que llegó el turismo, esta era la forma de vida de los menorquines. Muchas de estos lugares se han reconvertido en hoteles rurales o agroturismo, donde se muestra los ancestrales métodos de la elaboración de vino, queso o aceite.

¿Dónde hacer una cata vino en Ferreries? No muy lejos del centro encontramos uno de estos llocs transformado en bodega y restaurante gastronómico: el Hort de Sant Patrici. Envueltos por viñedos de merlot, cabernet sauvignon y syrah, producen uno de los vinos de la indicación geográfica protegida vi de la terra Illa de Menorca.

Fornells

Caldereta de langosta

No podemos hablar de gastronomía menorquina y no mencionar la caldereta de langosta, y no podemos mencionar la caldereta de langosta y no pensar en la apacible bahía de Fornells. Así que apuntamos al norte de la isla. Allí azota el viento con todas sus ganas, es lo primero que se encuentra cuando toca tierra. Pero sus casas blancas y su pequeño puerto, recogidos en torno a la iglesia, resisten las acometidas. Es un pueblo marinero genuino.

La caldereta también aguanta el paso del tiempo. Y, de hecho, se hace más fuerte aún. Su receta que se mueve entre abril y agosto, abasteciéndose de la abundancia de langostas rojas (Palinurus elephas) que viven en las calas cercanas. Se trata de un plato marinero como dios manda, elaborado por pescadores que cocinaban en una cazuela de barro (un caldero, de ahí su nombre), con base de sofrito de verduras de las huertas locales, finas rebanadas de pan y con marisco o diferentes pescados. De hecho, la incorporación de la langosta es relativamente reciente.

¿Dónde comer una caldereta en Fornells? Para pasarlo bien con una caldereta de langosta hay numerosos restaurantes en toda la isla: Es Cranc, Sa Llagosta o Es Port llevan perseverando en su preparación con resultados casi siempre excelentes hace ya infinidad de años.

Es Mercadal

Pastissets

No hace falta decir lo mucho que han influido otras culturas en la cocina menorquina. Es natural. Nuevas ideas, técnicas más avanzadas y otros productos que, por la razón que sea, son muy apreciados por los lugareños. Cuatro ejemplos claro son los judíos, los árabes, franceses y los ingleses. Su presencia dejó una profunda huella en ese sentido, especialmente en la creación de dulces, pasteles y postres. Tal vez sea uno de los destinos de España donde la repostería es más variada. Y Es Mercadal, en el corazón de Menorca, es uno de los lugares imprescindibles para comprobarlo.

Es verdad que en Menorca mandan las ensaimadas. Se han hecho un nombre difícilmente superable. Sin embargo, Menorca también es rubiols, crespells, coca, congret, panet de mort y carquinyols. Las recetas se solían preparar siguiendo el calendario de fiestas: greixeres en Carnaval, formatjades en Pascua, ensaimadas con chocolate a la taza en las fiestas patronales de verano, buñuelos en Todos los Santos o tortada, turrones y cuscussó por Navidad. Y, claro, los pastissets -deliciosas pastas dulces en forma de flor, con cinco o seis pétalos y cubiertas de azúcar glas- que se servían en las fiestas familiares.

¿Dónde pedir unos pastissets en Es Mercadal? Una pastelería clásica es Cas Sucrer, cuya historia elaborando dulces se remonta al siglo XIX.

Alaior

Catas de queso

Seguimos en el interior de la isla, cada vez más cerca de la parte oriental, a unos 15 kilómetros de la capital, Maó. Alaior es, de algún modo, la esencia menorquina, sobre todo en cuanto a su cultura de la calma y la arquitectura de sus casas. Es ideal para darse una vuelta por sus callejuelas, tapear, hablar con sus gentes y respirar el espíritu slow life, muy presente en esta parte de la isla.

En las más de 30 queserías de Menorca se sirven cuatro variedades según el tiempo de maduración

Pero una de las tradiciones más arraigadas en este pueblecito menorquín es su adoración por el queso. Como muchos saben, en Menorca se elabora y madura un queso autóctono con Denominación de Origen Protegida: el queso de Maó-Menorca. Es una delicia; un tesoro. Lo sirven por toda la isla, vayas donde vayas.

En las más de 30 queserías repartidas por Menorca, se sirven cuatro variedades principales según el tiempo de maduración: el tierno, el semi-curado, el curado y el añejo. Después del queso manchego, es la denominación de origen más importante en cuanto a volumen de fabricación, con 2,5 millones de kilos anuales.

¿Dónde catar queso de Maó-Menorca? En la carretera de Alaior a Arenal de'n Castell encontrarás la finca Subaida, en la que realizan catas de quesos, te muestran su proceso de elaboración y es posible comprar alguna pieza para llevarse a casa de recuerdo.

Es Castell

Bandeja de Raons

Hay que recordar que Menorca está rodeada de agua, por lo que muchos de sus platos estaban surtidos de los frutos del mar. Ya hemos hablado de la langosta, pero también nadan por allí salmonetes, molleras, lenguados, meros, sargos, doradas, calamares, lubinas, pez de San Pedro, rapes, congrios… También se debe destacar que los primeros en hallar estos manjares en Menorca fueron sus pescadores, y por eso gran parte de las recetas marineras tienen su sencillo origen en aquella cocina a bordo de sus barcas de pesca.

Hay varios platos tradicionales como la raya al horno o las albóndigas de escórpora. Sin embargo, ya que estamos en Es Castell, protegiendo la bocana del puerto natural de Maó, sugerimos probar uno de los pescados más cotizados y apreciados de las islas Baleares: los raons, también llamados en otros puntos del país como galante, loro, lorito, bodión o gorrión. Es pequeño y sabrosísimo. Los llaüts (barcas menorquinas) salen a pescarlos desde el 1 de abril al 31 de agosto, y pasadas estas fechas, ya no se encuentran en las cartas de los restaurantes.

¿Dónde probar raons en Es Castell? Muy bien ubicado en la terraza del puerto, bañada por la brisa marina, el restaurante El Trébol sirve en bandeja con unos deliciosos raons fritos.

Sant Lluís

Oliaigua

Los caminos que serpentean por el este de Menorca son la muestra más palpable de su esencia rural. Los paisajes entre fincas encaladas, prados con vacas y las parets seques (muros de piedra que separaban los senderos) son una maravilla. Es un viaje en sí mismo. En realidad, las opciones de practicar el trekking y combinar el campo y el mar son innumerables. Incluso la Menorca talayótica (construcciones prehistóricas de piedra) también hace su acto de aparición en esta zona. Por ejemplo, el poblado de Binissafullet del siglo X a.C.

La oliaigua también es un buen hallazgo en esta parte de la isla. Y también, por cierto, forma parte del intenso pasado y larga vida de los menorquines. Es un plato inventado por los payeses en tiempos de escasez y muy fácil de preparar: como dice el nombre, se cocía agua y se añadía aceite. Esa era la base. Luego, se añadía sal para aportarle sabor y todo lo que tuviera uno a mano, que solían ser hierbas aromáticas, tomates, pimientos, cebolla o ajo. Se servía en un bol con una base de pan moreno tostado, incluso a veces se acompañaba con higos.

¿Dónde comer oliaigua en Sant Lluís? En uno de estos senderos, asomará ante nuestra vista Alcaufar Vell, una de esas majestuosas casas señoriales menorquinas (transformada en hotel), cuyo restaurante mantiene y defiende ese amor menorquín por la huerta de proximidad y por los platos autóctonos, entre ellos el oliaigua, por supuesto.