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Algendar, el desfiladero inesperado de Menorca

Mundo insólito

El barranco invita a un paseo sencillo y sorprendente desde Ferreries hasta Cala Galdana

Barranc d’Algendar, Menorca

Miguel Escobar Gómez / Flickr

El barranc d’Algendar es el mayor desfiladero de Menorca , conecta la localidad de Ferreries, en el centro de la isla, con la exuberante playa de Cala Galdana. Es un paisaje inesperado donde todo el mundo imagina únicamente arenales blancos, campos de pasto cerrados por muros erigidos con la técnica de piedra seca y yacimientos arqueológicos.

El barranco invita a un paseo sencillo para cualquier persona habituada a caminar, pues tan solo 7 kilómetros lo separan de la costa. Hay una zona de aparcamiento habilitada al sudoeste de la villa de Ferreries para iniciar la caminata, que discurre por un sendero plácido –aunque no adaptado para personas con discapacidades o que vayan en silla de ruedas– que sorprenderá por su verdor.

El barranc d’Algendar ofrece un recorrido sencillo y sorprendente

Picasa / Ben Salter / Flickr

En esta zona resguardada del sol el torrente lleva caudal más o menos generoso todos los meses del año, y en sus aguas incluso se dan algunas poblaciones de tortugas autóctonas. También será fácil dar con un endemismo botánico hermoso, la Paeonia cambessedesii, una peonía silvestre a la que los menorquines denominan rosa de pampalonia.

Junto al torrente se da un hermoso bosque de ribera. En el paseo, impresionan los cortados de roca que acompañan al paseante. La mayoría tienen cincuenta metros de altura, pero llegan a alcanzar los 80 en el punto más extremo. De hecho, a la salida meridional del barranco hay instalado un mirador que permite alcanzar la parte superior del desfiladero y hacerse una idea del tajo trazado por la erosión del agua a lo largo de millones de años.

El camino no tiene un desnivel acusado, por lo que es ideal para realizar con niños. Pero deben tenerse en cuenta los 7 kilómetros de longitud

Aun con su aspecto silvestre, Algendar es un barranco habitado desde antiguo. Todavía hoy encontraremos algunas explotaciones agropecuarias en su interior –aparecerán vacas en la excursión a las que hay que tratar de evitar sin causarles molestias y sin que se sientan con ganas de hacerle correr a uno–, e incluso el taller de una artista holandesa que basa su obra en trabajar calabazas secas que ella misma ha cultivado previamente con criterios ecológicos.

Muestra del poblamiento antiguo de Algendar son las leyendas que adornan su folklore, relativas casi siempre a la intimidante presencia de piratas berberiscos, que penetraban desde la costa meridional para saquear las masías. Se dice que durante años uno de ellos quedó abandonado por sus compañeros y, no sabiendo salir del desfiladero, quedó varado como un robinsón, alimentándose solo de frutos silvestres. También es popular la historia de una novia secuestrada por los bucaneros en el día de su boda que regresó al cabo de décadas tan avejentada y deteriorada físicamente que ninguno de sus vecinos la reconoció, y tampoco su esposo.

La vegetación del barranc d’Algendar es exuberante

Miguel Escobar Gómez / Flickr

El camino no tiene un desnivel acusado, por lo que es ideal para realizar en compañía de niños. Pero deben tenerse en cuenta los siete kilómetros de longitud. Habrá que prever cómo regresar. Un plan estupendo para aquellos que tengan costumbre de practicar el excursionismo será cargar una mochila con el bañador y un pícnic y descansar y alimentarse al desembocar en la magnífica Cala Galdana . Por la tarde se pueden afrontar los 7 km de regreso al punto inicial. Entre ida y vuelta serán unas cuatro horas de paseo.

Algendar es un paraje ecológicamente muy sensible, hay que seguir las indicaciones, respetar el entorno e informarse bien de la previsión meteorológica. Aunque hay una fuente a la salida sur del desfiladero, es conveniente cargar con agua para beber y, en los meses invernales, llevar algo de ropa de abrigo.

Cala Galdana, el final de la ruta

danefromspain / Getty Images