El Montseny en 5 caminatas
Turismo de proximidad
El 'Mont Signus' (monte señal, en latín) nos avisa que tras sus imponentes 1.712 metros se oculta uno de los paisajes naturales más bonitos de Catalunya
El parque natural del Montseny, una excursión desde Barcelona muy recomendable
El Montseny es uno de los pulmones de Catalunya. Y no es un decir. Es tal cual. Absorbe el dióxido de carbono y libera oxígeno para que podamos respirar en condiciones. Y además de serlo, lo parece. Es como una mancha verde redondeada situada a escasa distancia del enorme espacio grisáceo que ocupa la ciudad de Barcelona.
Los 1.712 metros que alcanza su macizo, tocando al mar Mediterráneo, y sus densos bosques de encinas y alcornoques, castaños, hayas, abetos o robles, lo convirtieron en la primera reserva de la biosfera de Catalunya en 1978 (Terres de l'Ebre, al sur, fue la segunda, en 2013).
La diversidad del Montseny es excepcional y los rincones ocultos se multiplican
Escaparnos allá, de alguna manera, nos limpia, nos purifica, nos aporta vitalidad, tan necesaria en estos tiempos de pandemia. A 69 kilómetros de Girona y a menos de 50 de Barcelona, las posibilidades de penetrar y profundizar en sus encantos naturales son numerosos.
Su nombre originario (Mont Signus) alertaba a los romanos que se acercaban a la costa, hoy avisa a los senderistas y amantes de la naturaleza de que allí se esconde un tesoro natural. La diversidad que te encuentras allí es excepcional y los rincones ocultos se multiplican. La observación de fauna y flora, senderos perdidos en el bosque, praderas para un pícnic familiar, leyendas milenarias…
Las cimas
No importa por dónde te acerques, el macizo del Montseny siempre se asoma imponente en la lejanía. Es, como dice su nombre, un reclamo. En realidad, está formado por tres grandes conjuntos montañosos que forman un triángulo en el mapa: la carena del Turó de l'Home (1.712 metros) y les Agudes (1.706 metros), el Matagalls (1.700 metros) y el Pla de la Calma (el Puig Drau, 1.344 metros), que, unidos por los collados de Sant Marçal y de Coll Formic, respectivamente, rodean la cuenca alta del río Tordera.
Como bien se puede imaginar, las bajadas y subidas que te permite esta orografía son infinitas. Algunas caminatas pueden llegar a ser muy exigentes, otras son paseos breves y agradables. Hay un Montseny para todos los gustos. Por ejemplo, existe un recorrido circular –no supera los 10 kilómetros- muy recomendable que une los dos picos más altos, el del Turo de l'Home y el de les Agudes.
Sus formidables vistas abarcan todo el Vallès Oriental y alcanzan en días despejados la Costa Brava e incluso el Tibidabo. El sendero no tiene perdida y siempre muestra en el horizonte una de las dos cumbres. Los grandes hayedos y los abetos, la riera y las fuentes de Passavets y las grandes rocas son las protagonistas de esta caminata.
La vuelta al pantano de Santa Fe
A unos 1.000 metros de altitud aproximadamente, descansa este precioso embalse cuyas aguas se van acumulando procedentes de las rieras del Turó de l'Home y el Matagalls y que, más adelante, después de pasar por la localidad de Gualba, se transforman en el río Tordera, que finaliza su vida en el Mediterráneo formando un delta entre Malgrat de Mar y Blanes. El pantano de Santa Fe es como el corazón del Montseny y la verdad es que es una magnífica puerta de entrada a este fabuloso ecosistema. Esta segunda ruta que proponemos es muy adecuada para familias en busca de pequeñas aventuras.
Las secuoyas de inicios del siglo XX miden más de 40 metros y el perímetro del tronco puede alcanzar los 6,5 metros
Son casi 3 kilómetros de sendero perfectamente señalizado con una marca azul. No tiene perdida. Se deja el coche en un parking gratuito cerca del centro de información Can Casades y, en una hora como máximo, se bordea caminando este precioso pantano. Solo iniciar la caminata, se pueden admirar las gigantescas secuoyas californianas plantadas a inicios del siglo XX. Miden más de 40 metros de altura y tienen un perímetro del tronco de hasta 6 metros y medio.
Siguiendo el camino y después de atravesar un arroyo, te adentras en un bosque frondoso de hayas, luego de castaños y más tarde de abetos. Las vistas del lago son una maravilla. Por cierto, vale la pena organizar un picnic (hay varias mesas de madera repartidas por la zona) o pedir mesa en el restaurante Avet Blau, donde sirven cocina tradicional catalana: canelones, butifarras a la brasa o crema catalana.
De castillo en castillo
En un perímetro de algo menos de 50 kilómetros, entre los castillos del turó de Montgrós, el de Montclús y el de Montsoriu, se concentra parte de la historia del parque natural del Montseny. Se trata de un interesante recorrido de un día. Castillos, ermitas y masías son la huella que dejó la edad media en este lugar.
Enclavado en la comarca de Osona, al noroeste del parque, a unos 4 kilómetros de Seva, nos encontramos con el Brull, un pequeño municipio donde existen antiguos yacimientos arqueológicos como el dolmen del Pla del Boix y los restos de su castillo, un monumento erigido entre el siglo X y XV catalogado como bien cultural de interés nacional, que representa la época feudal ibérica.
En el Brull, un pequeño municipio de Osona, tiene yacimientos arqueológicos como el dolmen del Pla del Boix
A unos 25 kilómetros al sur del Brull, en la llanura de Palautordera, se alza otra fortificación medieval, la de Montclús (data del siglo XI), de la que solamente subsisten alguna parte de la muralla exterior, una pared coronada por almenas y una torre del homenaje circular. Los alrededores del castillo cuentan con un agradable paseo, puesto que hay un antiguo poblado ibérico y un coqueto bosque de eucaliptos.
Luego, más al este, cerca de Breda, en lo alto de una colina a 650 metros de altura, podemos acercarnos al castillo de Montsoriu, el segundo castillo más grande y el más importante de estilo gótico de toda Catalunya. El ascenso, por cierto, solo se puede hacer a pie.
El castaño de las 9 ramas de Viladrau
La situación geográfica y sus características climáticas permiten al Montseny mostrar una diversidad paisajística asombrosa. Cada estación tiene su encanto, pero en primavera la explosión de vida y color es muy intensa. Los bosques, las praderas, los ríos y las pozas, los pájaros, todo se manifiesta como si el mundo se abriera de golpe. A medida que asciendes las montañas, todo cambiando y transformándose, de las encinas y los robles a las hayas, y de las hayas a los abetos.
El castaño es uno de los árboles más extraordinarios que crecen en estas tierras. Son altos -pueden alcanzar los 12 metros- y sus copas son abiertas y frondosas. En el Montseny presumen de tener ejemplares monumentales como el de Can Cuch (el más grueso de Catalunya, aseguran).
Sin embargo, esta caminata que proponemos -se alarga un par de horas- sigue un sendero que parte de Viladrau (una entrañable población en la parte septentrional del parque) y que, con el fondo del Matagalls, transcurre por riachuelos, fuentes, bosques y antiguas masías hasta desembocar en un paraje donde el protagonista es el formidable castanyer de les 9 branques (el castaño de las 9 ramas).
Turó del Tagamanent y el Pla de la Calma
Esta ruta no es nada exigente, apenas tiene desnivel. El Turó del Tagamanent es una colina cuya cima se alza en los 1.100 metros y que está coronada por un castillo derruido por un terremoto en el año 1448 y la ermita de Santa María, que fue reconstruida más tarde. Una vez allí, la panorámica de la comarca de Osona es excepcional, incluso se avista la silueta de Montserrat a lo lejos. Desde allí hasta el Pla de la Calma hay unos 6 kilómetros de distancia.
Normalmente la salida se sitúa en Bellver, donde es aconsejable visitar el museo de Can Agustí, una masía restaurada que nos enseña, a través de los objetos, la música o cuantiosas fotografías, cómo era la vida cotidiana de una familia pagesa (campesinos), los Agustí, en el siglo XVIII. Muy didáctico para los niños. Una vez enfilamos el sendero GR-5 -conocido como “el sendero de los miradores”- que nos llevará al Pla de la Calma, una amplia meseta compuesta de prados y landas, y, como su nombre indica, es una caminata serena, relajada y despejada.
Ascenso al Gorg Negre
Esta última caminata se inicia en el parque medioambiental de Gualba, al sur del Montseny, y consiste en ir siguiendo una riera flanqueada por encinas, alcornoques y encinas. Como decíamos al principio de este artículo, en esta área boscosa se forma el río Tordera.
La pista desde Gualba a Riells del Montseny es muy fácil, pero hay tramos con cuestas empinadas
El agua va cayendo desde del pantano de Santa Fe a 1.000 metros de altura y se desprende por los barrancos y paredes de la Costeu y el turó de Morou, esparciéndose más tarde a través de numerosos saltos de agua y pozas (gorgs, en catalán). Uno de ellos, el gorg Negre, que precede a una espectacular cascada de 130 metros de altura, merece una excursión.
Esta caminata en total no alcanza los 10 kilómetros, pero es intensa. La pista desde el pueblo de Gualba en dirección a Riells del Montseny es muy fácil de seguir, pero hay tramos con cuestas empinadas algo duras. Eso sí, hay un tramo entre el gorg la Resclosa y la Creu Petita en el que es probable que necesites usar las manos. Por lo demás, el paisaje es de una belleza incuestionable. Se huele el Mediterráneo entre los pinares y los hayedos. Si se pone atención, es posible ver algún jabalí, zorro o jineta merodeando entre los arbustos.