El único lago volcánico de Rumanía tiene las aguas más puras del mundo
Mundo insólito
El lago de Santa Ana se alimenta tan solo de la lluvia y la nieve que se funde a partir de primavera
La visión del extinto volcán Ciomatu Mare es impresionante desde el borde del cráter. Como es tan común en Rumanía , los bosques son de una profundidad insondable, forran todo el territorio y alimentan la sensación de que en su interior cualquier cosa puede ocurrir. Las montañas Harghita vivieron hace cuarenta mil años episodios volcánicos de los cuales se formaron varios conos. Hoy se disfruta del único lago en el interior de uno de ellos en la zona de Santa Ana.
No hay ninguna fuente subterránea ni antiguo glaciar que alimente la lámina de agua que en su lado más amplio tiene 600 metros, aunque dibuja una forma prácticamente redonda. Tan solo la lluvia y la nieve que se funde a partir de la primavera alimentan este lago que llega a tener siete metros de profundidad.
El aspecto del Santa Ana es siempre magnífico, pero adquiere una majestuosidad difícil de explicar en otoño
Por si su singularidad de único lago volcánico de Rumanía fuera poco, el Santa Ana todavía tiene una cosa que le hace único: toda el agua que le alimenta proviene del cielo, prácticamente sin interferencias minerales. Y, por supuesto, tampoco hay granjas o industrias en las cercanías que puedan interferir en la pureza del agua, que ha sido clasificada como la más pura del planeta junto a la del lago Pingualuk, situado en el Ártico quebequés. En concreto, la mineralización del Santa Ana es de 0,0029 mg por litro, casi como el agua destilada. En inverno, el lago se congela por completo y forma una capa de hielo de un metro de grosor.
El aspecto del Santa Ana es siempre magnífico, pero adquiere una majestuosidad difícil de explicar en otoño, cuando los bosques mixtos que forran la cara interior del cráter alternan amarillos y rojos de las hojas de los árboles caducifolios que están a punto de caer con el verde intenso de los perennes pinos y abetos. El agua del lago toma un color azul cobalto en los días soleados y un gris plomizo en los nublados.
No es difícil llegar hasta el lago Santa Ana, pues se halla a tan solo 24 kilómetros al suroeste de la ciudad balneario de Baile Tusnad. Muchos rumanos aprovechan los fines de semana y las vacaciones para visitar esta zona de la Transilvania oriental, al pie de los Cárpatos. Hay un sendero que en poco más de una hora recorre todo el contorno del lago, y algunas empresas de guías de aventura de la región –especialmente en primavera– se brindan a acompañar a senderistas para el avistamiento de osos, animales de los que Rumanía cuenta con la mayor población de Europa.
También hay una red de pistas para bicicletas en las cercanías del lago, generalmente para deportistas avezados, pues los desniveles son acusados. Por el contrario, las actividades náuticas en el Santa Ana han sido restringidas severamente desde 2018, en que se comenzó a detectar que influían en la pureza del agua. Está prohibido bañarse desde entonces y hay que consultar con las autoridades del lugar la posibilidad de navegar a bordo de piraguas o kayaks.
El lago Santa Ana, como toda Rumanía, cuenta con un rico folklore que habla de leyendas según las cuales el nombre provendría de la doncella que prefirió arrojarse al agua y morir antes que casarse con el mozo que le imponían sus padres. Otra historia explica que dos ricos hermanos competían por ver cuál de los dos tenía la carroza más bonita.
A uno de ellos, para embellecerla, no se le ocurrió otra cosa que enganchar a las jóvenes del pueblo como tiro y azotarlas para que avanzaran con el carruaje. Una chica llamada Ana, se rebeló maldiciendo al maltratador, desatando una tormenta y destruyendo todas sus posesiones, que se encontraban en el lugar donde inmediatamente se formó el lago.