Quienes la conocen dicen de ella que es una de las ciudades más bonitas del mundo, y que todas las palabras para describirla se quedan cortas. Su mayor apogeo se vivió en el siglo XIX, cuando se convirtió en el destino elegido por monarcas y aristócratas para su descanso. La reina regente María Cristina velando por la salud de su hijo Alfonso XIII, eligió destino San Sebastián durante el verano del año de 1887. Desde ese momento, y hasta su fallecimiento, vivió enamorada de la capital, de sus valles, de su clima y del mar que la rodeaba, pasando todos sus veranos en el palacio de Miramar.
Debido a las visitas de la reina, la ciudad iba creciendo y renovándose con palacetes y detalles lujosos de aquella época que han persistido hasta nuestros días. Todo esto sin perder su carácter noble y apacible.
Hoy en día, San Sebastián , no solo cuenta con un paisaje urbano que fascina a quienes la visitan. Se ha transformado en una ciudad innovadora, de vanguardia, con el mayor número de estrellas Michelín por metro cuadrado del mundo, que contrastan con sus afamados pintxos para salir de poteo que convierten al visitante en un auténtico donostiarra. Con su playa de la Concha y su monte Igueldo, con su zirimiri o con su sol, es una ciudad que invita a perderse, por lo menos, un día cada cierto tiempo.
Desayuno con vistas al mar
Si viajas a San Sebastián en coche debes tener en cuenta que, lo mejor, es dejarlo en un parking y recorrer la ciudad a pie. Encontrarás varios distribuidos por toda la ciudad: La Concha, Okendo, Boulevard, Buen Pastor… Quizá una de las mejores maneras para comenzar el día es contemplando la que ha sido elegida la playa más bonita de Europa, la playa de La Concha . Y no hay mejor forma de hacerlo que disfrutando de un desayuno con vistas a esta maravilla, flanqueada por los montes de Urgull e Igueldo.
El café de La Concha, con vistas a la bahía, es una buena opción, con desayunos completos para todos los gustos. Si el tiempo lo permite, disfruta sentado en su terraza y respira ese olor a mar que, a primera hora de la mañana, recoge los matices de los montes que la rodean.
La residencia de verano de la reina
El palacio de Miramar es uno de los lugares que merece una visita obligada. A mitad de camino entre La Concha y la playa de Ondarreta, ofrece una de las mejores vistas de toda la ciudad. Los jardines se encuentran abiertos al público de forma gratuita y, a su interior, se puede acceder en contadas ocasiones a través de visitas guiadas. Este lugar fue elegido por la regente María Cristina como la Casa Real de Campo para disfrutar de su estancia en la ciudad. Tras la muerte de la reina, la finca pasó a su hijo Alfonso XIII y, durante la II República fue expropiada. Años más tarde se devolvió a los Borbón, y en 1972 fue comprada por el Ayuntamiento.
El Peine del Viento, el mar contra la roca
Eduardo Chillida creó el Peine del Viento en 1976 con la idea de “conectar al hombre consigo mismo y con el cosmos, un encuentro entre el ser humano y la naturaleza”. Tres grandes piezas de acero de más de diez toneladas enclavadas en la piedra, que se han convertido en el emblema de la ciudad. Es mágico contemplar, sobre todo durante los días de temporal, como las olas rompen con toda su fuerza contra las rocas del acantilado. Y esto es, posiblemente, por el ruido que hace el mar pasando por debajo de nuestros pies, y que sale con fuerza por siete agujeros que emiten un sonido diferente dependiendo de la fuerza de las mareas.
Un viaje en el tiempo en el funicular de Igueldo
Uno de los métodos más populares y atractivos para subir al monte Igueldo es su funicular que cuenta con más de 100 años de historia. El acceso se realiza desde el final de la playa de Ondarreta, justo antes de llegar al Peine del Viento. Un bonito paseo a través de la naturaleza que ofrece unas vistas de la bahía que dejan sin palabras. En lo alto del monte se encuentra el famoso parque de atracciones de Igueldo, que fue inaugurado en 1912 y, hoy en día, continúa en funcionamiento para el disfrute de grandes y pequeños.
Un restaurante escondido en el mercado de abastos
Regresamos al centro de la ciudad para hacer una parada antes de continuar la visita. Emplazado en el corazón del mercado de San Martín, nos encontramos en un lugar diferente e innovador que derrocha tradición fundida con modernidad: Maun Grill Bar. Y, como no podía ser de otra manera en Euskadi, con la parrilla como protagonista. Las mesas de este restaurante se encuentran ubicadas entre los puestos del tradicional mercado, garantía de que la materia prima es de primera calidad. A pesar del entorno, es un lugar tranquilo, con un trato cercano y unos platos elaborados con producto local de primerísima calidad.
La catedral del Buen Pastor
En pleno corazón de la ciudad, a escasos metros del mercado, se alza la imponente catedral del Buen Pastor. El templo fue inaugurado en 1897 y su estilo está inspirado en las antiguas iglesias medievales de Alemania y Francia. Su órgano es uno de los elementos más llamativos y valiosos. Data de 1954 y dicen que fue uno de los más grandes de toda Europa. Es la iglesia de mayor tamaño de toda la ciudad y, como curiosidad, está construida con piedra extraída del monte Igueldo.
Visita a la patrona de San Sebastián
Caminando por la Parte Vieja encontramos la majestuosa basílica de Nuestra Señora del Coro. En su fachada destaca la escultura de San Sebastián protegiendo, bajo su mirada, a los donostiarras. El retablo mayor está dedicado a la patrona de la ciudad, la Virgen del Coro. Cada 14 de agosto, víspera de la festividad de la Virgen, se celebra el tradicional acto de la Salve, acompañado por el Orfeón Donostiarra.
El escenario de la izada de la bandera
Entre las calles del casco viejo de la ciudad encontramos el centro neurálgico de la Parte Vieja, la plaza de la Constitución, rodeada por sus emblemáticos balcones numerados. Estos números están colocados sobre las diferentes viviendas y enumeraban las ventanas que daban a la plaza de toros de la ciudad. A pesar de que dejó de funcionar como tal, los números se han conservado a lo largo de los años.
Este lugar es el escenario de la famosa izada de bandera que tiene lugar el 20 de enero en la tamborrada, el día Grande de la ciudad. En el día a día, es un lugar ideal para tomarte un vino tranquilamente lejos de las aglomeraciones que puedes encontrar entre las estrechas calles y pequeños bares de ‘lo viejo’. Si quieres disfrutar de unos buenos pintxos, cualquiera de las calles de sus alrededores son un buen lugar. Pide un txakolí y no te quedes solo con los pintxos de la barra, mira la carta, siempre hay más.
Teatro Victoria Eugenia y Hotel María Cristina, huellas de la belle époque
Camino de la Zurriola, la otra playa de la localidad, encontramos en el margen del río el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia. El teatro se construyó al lado del hotel y los jardines de Okendo. Está inspirado en los hoteles de París y Viena, y mantiene la esencia y el encanto de un teatro centenario. A su izquierda se puede admirar el Hotel María Cristina, protagonista de la belle époque donostiarra y el alojamiento elegido por las estrellas que acuden al Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Kursaal, epicentro de la cultura
Hace apenas 20 años que se inauguró el nuevo edificio del Kursaal, un innovador palacio de congresos-auditorio que sustituía al anterior edificio conocido como Gran Kursaal, construido en 1921. En el anterior edificio, a diferencia del actual, funcionaba como gran casino hasta el año 1972, fecha en la que fue derribado. En la actualidad, es uno de los espacios de la ciudad donde se celebran más actos culturales. Bordeando el edificio encontramos la playa de la Zurriola, también conocida como la playa de Gros, donde es frecuente encontrar a los surfistas de la ciudad esperando la mejor ola. Al final de la playa encontramos el monte Ulía. Desde la Zurriola puedes encontrar una de las puestas de sol más bonitas de la ciudad, una estupenda forma de acabar el día.
Despedir el día en el barrio de Gros
El barrio de Gros es el más alternativo de la ciudad, con carácter joven y marcado por el ambiente surfero. Muchos donostiarras lo eligen lugar de poteo - ir de un bar a otro tomando vasos (potes) de vino - para acabar el día o juntarse con la cuadrilla en el fin de semana. Uno de los lugares recomendables para cenar es el restaurante Casa 887, un lugar que mezcla cocina casera elaborado con toques del mundo. Termina el día con un arroz con carabineros, un steak tartare elaborado con lomo bajo de la zona o una carbonara con trufa negra de otoño, la forma perfecta de culminar la visita a la ciudad.