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Cómo pasar un buen día en Salamanca

Turismo de proximidad

Su pequeño tamaño y su inabordable interior nos permiten dar una vuelta a esta histórica ciudad y querer regresar para saber más

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Plaza Mayor de Salamanca, una de las más hermosas de España

hepatus / Getty Images

Un lugar “asombrosamente armónico” fue lo que dijo el escritor Unamuno sobre la plaza Mayor de Salamanca. Y son palabras que podrían definir también la realidad de la propia ciudad. Cuando la visitas, da la impresión de que todo fluye. La última película de Amenábar, Mientras dure la guerra, rodada en su mayor parte en varias localizaciones de Salamanca, muestra su esencia y lo bien conservada que se mantiene. Por algo fue nombrada patrimonio mundial de la humanidad por la Unesco. Es un monumento en sí misma.

No es una ciudad especialmente grande, ni mucho menos. Aunque es intensa. Perfecta para visitarla en un día, o un par de días, para llegar y dar un paseo por su centro histórico. Situada en el oeste de España, a 200 kilómetros de Madrid, a Salamanca hay que encararla con delicadeza, paso a paso, sin querer verlo todo (es imposible) y gozando con los detalles que se ocultan en los rincones. Desde por la mañana pronto, hasta que la luz del atardecer impregna sus fachadas (la llaman “la ciudad dorada”) y la noche universitaria emerge, te proponemos una ruta con 10 paradas imprescindibles:

Un café en la plaza Mayor

Tomar un café en la plaza Mayor salmantina es casi obligado para quien visite la ci

tupungato / Getty Images/iStockphoto

Pocas guías de Salamanca no colocan la plaza Mayor como el primer lugar a visitar. Es inevitable. Si tuvieras que elegir un solo lugar de esta ciudad castellana, seguramente sería este. Fascinante y esencial. Es su corazón. Su diseñador y primer arquitecto fue Alberto de Churriguera. Fue construida desde 1729 hasta 1756, año en el que fue inaugurada. Posteriormente en los siglos XIX y XX sufrió varias remodelaciones. La piedra de Villamayor tan característica de Salamanca le da un color especial a esta plaza del barroco español.

Muchos aseguran que es una de las plazas más bonitas del planeta. Y no les falta razón. Aparte de su majestuosidad, es un rincón de la ciudad donde se concentra toda su vitalidad: cuenta con restaurantes, cafés y terrazas donde sentarse a observar a la gente, buscar inspiración y pensar en la vida. Para buscar inspiración, vale la pena acudir al Novelty y tomarse un café, el más antiguo de Salamanca. Allí se juntaban en tertulia literaria Unamuno, Torrente Ballester, Ortega y Gasset o Agustín de Foxá, entre otros.

Tortilla rellena en el Mesón Cervantes

No puedes estar en la ciudad del Tormes y no hincarle el diente a una de sus tapas. Hay que “ir de pinchos”, sean fríos, calientes o creativos. Un vino de la tierra y un exquisito bocado se agradecen entre visita y visita. La diversidad de bares y barras es abismal. Hay mucho donde escoger. Cerca de la plaza Mayor, hay un clásico de siempre, el Mesón Cervantes, donde sirven unas tortillas rellenas - queso y jamón, pato, ensaladilla, boca de mar... – para chuparse los dedos.

El secreto de la Casa de las Conchas

Según la leyenda, la Casa de las Conchas es conde un tesoro

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A los pies de la Clerecía nos encontramos con este esplendoroso palacio del siglo XV. La Casa de las Conchas se encuentra en un enclave único, ya que está en la encrucijada de 3 calles muy importantes, la Rúa, cuya importancia se asimila a la Gran vía, la calle libreros y antigua Rúa, donde se encuentra la universidad, y la calle compañía, que da lugar a otra zona histórica y a una zona de discotecas.

Según cuenta la leyenda, este edificio esconde un tesoro secreto en forma de onza de oro bajo una de las conchas – símbolo heráldico de la familia Pimentel - que decoran su fachada. En la actualidad se utiliza como biblioteca donde muchos universitarios acuden a consultar temas académicos. No hay que perderse el formidable patio porticado de arcos salmantinos (arquitectura única en el mundo) y los techos de madera de estilo mudéjar.

De museos

Hay dos museos muy distintos en el mismo centro a los que vale la pena acercarse. La casa de Unamuno (también sale en la película Mientras dure la guerra) y el curiosísimo de la Historia de la Automoción. El primero, de sobra conocido, nos enseña las interioridades de la casa donde vivió el insigne Unamuno cuando fue rector de la Universidad de Salamanca por primera vez y hasta que murió en 1936. Fotografías, muebles, dibujos, manuscritos, anécdotas... La segunda opción es para los aficionados de los coches y al mundo del motor y su gran fama proviene de sus más de 4.000 metros cuadrados donde se muestran algunas joyas únicas: un coche de 1925 o un Cadillac del 75 usado por los jefes de estado españoles.

Un edificio diferente al resto

La Casa Lis posee espectaculares cristaleras

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De entrada, avisar que para ver la Casa Lis no se debe ir por la fachada principal, sino por la fachada sur, que es la que ofrece las vistas espectaculares de sus cristaleras. Porcelanas, muñecas, joyas y otros objetos de bronce y vidrio de finales del siglo XIX y comienzos del XX colman las salas de este singular museo de art nouveau y art déco.

Miguel de Lis, quien fuera un industrial de sector de los curtidos de gran éxito, y Joaquín de Vargas, fueron el dueño y arquitecto respectivamente de la casa. El industrial era un gran aficionado del arte que viajaba al resto de Europa con regularidad. Joaquín de Vargas era un conocedor del estilo arquitectónico modernista de Bélgica. La idea de ambos dio lugar a la casa Lis, fundada en 1905. Por cierto, las vistas desde la ribera del río durante el crepúsculo son asombrosas: las vidrieras transforman su color dándole un tono totalmente diferente.

Universidad y jamón del bueno

La Universidad de Salamanca es la más antigua de España

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Si tienes un hueco, es obligado catar un poco de jamón Ibérico, otro símbolo salmantino. A poca distancia de la universidad puedes probar Corte y Cata, un local donde sirven una gran variedad de platos tradicionales. El jamón ibérico es la estrella. Las raciones son generosas y el precio muy asequible. Como decía, a dos pasos esta la universidad, la más antigua de España (el título como tal se le fue dado en 1252, siendo la primera de Europa en obtener el título de universidad). Hay que prestar mucha atención a la fachada, el mejor ejemplo del plateresco, admirar el aula de Fray Luis de León, quien impartió clases de teología, y ascender por la espectacular escalera.

Un Jardín para enamorados

El huerto de Calixto y Melibea, en salamanca

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Salamanca no se olvida de los viajeros enamoradizos y apasionados. Para ellos está reservado un rincón de lo más romántico: el jardín de Calixto y Melibea. Es una buena manera de iniciar la tarde. En este lugar se cree que el escritor Fernando de Rojas ubicó el encuentro entre los protagonistas de La Celestina (se puede ver una estatua en su homenaje al entrar en el huerto) y que fue el escenario del trágico y mítico desenlace.

Paseo por el Tormes

Después de cierto descanso en el huerto de Calixto y Melibea, retomamos la caminata hacia el río Tormes hasta el puente romano. Ese también es un rincón con un fuerte acento literario: ahí mismo el ciego golpea la cabeza del Lazarillo de Tormes contra el verraco de piedra.

La ribera del Tormes es un paseo fluvial muy aconsejable para contemplar el saludable entorno natural del que goza esta ciudad castellana. Es posible hacerlo en bicicleta o andando por una ancha acera, incluso – de abril a septiembre - hay una ruta en barca de una hora, en la que se puede contemplar desde el río las formidables vistas de la clerecía, la casa Lis y las dos catedrales.

Puente romano sobre el río Tormes

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Una escalera hasta el cielo nocturno

Para acabar las visitas del día, se impone un esfuerzo más. Después de recorrer la Rúa Mayor, conviene hinchar los pulmones y disponerse a escalar las torres medievales de la catedral. Es una excelente manera de ver Salamanca iluminada desde el cielo nocturno (son 110 metros de altura aproximadamente). Hay una ruta a pie por el interior muy interesante –entre almenas, pináculos, arcos y gárgolas- donde es posible conocer la historia que hay detrás de la construcción de la catedral vieja (atentos a su retablo) hace 900 años. La experiencia se llama Leronimus. Y al final, su atalaya se convierte en un privilegiado mirador, desde donde se otea el casco antiguo y la vega del río Tormes a vista de pájaro.

Cena de despedida en el convento de San Esteban

Convento de San Esteban. Salamanca

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La última parada en el convento de San Esteban nos sirve para darnos un merecido homenaje final y tener de nuevo unas vistas preciosas de la noche salmantina. Se trata de un convento dominico ubicado en la plaza del Concilio de Trento. Dicen que fue donde se alojó Colón para defender ante los geógrafos de la universidad la posibilidad de alcanzar las Indias navegando hacia el oeste. Su fachada con tanto detalle impresiona.

Si vas a visitarlo al atardecer es asombroso como cambia de color la piedra hasta convertirse en rojizo. Un plan muy sugerente es ir a cenar al restaurante El Monje, del Hospes Palacio de San Esteban, y luego ir a la terraza de la fachada del convento, que se abrió al público recientemente y desde la cual tenemos una vista privilegiada de toda la ciudad. Una despedida como dios manda.

No es una ciudad especialmente grande, ni mucho menos. Aunque es intensa