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Lo mejor de Urdaibai, el gran tesoro de Bizkaia

Escapadas

El espacio natural de belleza inigualable y visita obligada se abre paso en el corazón de la provincia vasca, rodeado de pueblos, acantilados y playas

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Vista aérea de San Juan de Gaztelugatxe, País Vasco (España)

Mimadeo / Getty Images/iStockphoto

Bizkaia es una de las provincias más recomendables para hacer una escapada, algo que no debería extrañarnos porque, esta provincia ofrece al viajero todo lo que podría desear: una de las mejores gastronomías del mundo, playas rodeadas de naturaleza, montañas, bosques y costas de impresionantes acantilados. Su capital, Bilbao, es una referencia urbanística a nivel internacional marcada por un vanguardismo que respeta su pasado industrial. Su icono, por excelencia, es el Museo Guggenheim de Frank Gerhy, que supuso el inicio del movimiento arquitectónico que ha transformado la ciudad.

Pero, más allá de la inmensidad de rincones que nos ofrece la capital, la provincia de Bizkaia es conocida en el mundo por su patrimonio natural, histórico y cultural. Hoy recorreremos Urdaibai, un lugar donde el tiempo desaparece y el silencio se abre paso, donde respirar bien profundo es necesario para empaparte de la paz de sus tierras. Vamos a hacer una parada por diferentes lugares de la reserva natural que tienen una magia especial y que no todo el mundo conoce.

1. Izaro, la isla de las leyendas

Las leyendas rodean la isla de Izaro

oscarcalero / Getty Images/iStockphoto

Una de las Islas más conocidas de Urdaibai es la isla de Izaro. Este pequeño islote albergó, antiguamente, una ermita y un convento, pero en la actualidad sólo es habitada por aves de la reserva. Durante siglos acogió una comunidad de frailes franciscanos que recibía visitas de reyes y, cuenta la leyenda, que sobre el año 1596, el convento fue destruido por un ataque de corsarios hugonotes que primero intentaron asaltar Bermeo. Como estaba establecido en el Señorío de Bizkaia, los vecinos cerraron las puertas de la ciudad y pidieron ayuda defensiva, a la que se prestaron 400 hombres. Entre todos consiguieron expulsar a los corsarios, pero estos, como venganza durante su huida, destruyeron el convento de Izaro. Una isla de leyendas con un encanto especial y un símbolo para los vizcaínos.

2. Cabo Matxitxako, el faro del último farero tradicional

Matxitxako al atardecer

Mimadeo / Getty Images/iStockphoto

A unos 14 kilómetros de Bermeo hay un rincón que merece la pena visitar, porque desde él se tienen unas de las mejores vistas de toda la costa, desde el conocido islote de San Juan de Gaztelugatxe hasta el Cabo de Ogoño, e incluso la costa francesa y la cántabra durante los días más despejados. Con suerte, podréis ver grupos de cetáceos, pues es uno de los mejores lugares de la costa para su avistamiento.

El cabo tiene dos faros, el más antiguo que data de 1852 y que albergó la escuela de guardafaros (denominados torreros en la época). Como dato curioso, el último farero tradicional de Bizkaia prestó servicio hasta su jubilación en este faro. Caminando 100 metros más, nos encontramos el faro nuevo, uno de los más importantes del golfo de Bizkaia que funciona como residencia de los actuales fareros.

3. Cabo Ogoño, las mejores vistas del cantábrico

Cabo Ogoño y la playa de Laga

Erlantz Pérez Rodríguez / Getty Images/iStockphoto

A los pies del gran acantilado del cabo Ogoño se encuentra la playa de Laga, y esta imagen es una de las más bonitas de Euskadi. Para aquellos que deseen encontrar una panorámica sin igual de la costa, lo más recomendable es el acceso al monte Ogoño, un recorrido que dura algo más de una hora, pero cuyas vistas dejan a cualquiera sin palabras.

En la ladera del monte, se encuentra uno de los pueblos con más encanto de Bizkaia, Elantxobe. Este pueblo comenzó siendo un barrio llamado Elantxo, que pertenecía a la localidad de Ibarraluenga y se situaba en lo alto del monte. En él vivían los marineros que cada día bajaban al puerto a faenar. Poco a poco, el barrio se fue llenando de nuevas casas hasta que, en 1833, Elantxobe se independizó de Ibarraluenga.

4. Cuevas de Santimamiñe, el yacimiento más importante de Bizkaia

Pinturas rupestres en el interior de las cuevas de Santimamiñe

ETOR Entziklopedia / Wikimedia Commons

Ubicadas en las faldas del monte Ereñozar, este grupo de cuevas fue descubierto por un grupo de jóvenes curiosos en el año 1916. En su interior se pueden observar más de 100 figuras pintadas al carbón o incisas en la pared, con figuras rupestres de bisontes, caballos, cabras, ciervos u osos pardos. Todas estas pinturas están distribuidas a lo largo de 3 zonas de las cuevas: la zona previa a la cámara de pinturas, el santuario y la cámara de las pinturas. Además de estas obras de arte creadas por el hombre, en el interior de las cuevas podemos encontrar impresionantes formaciones creadas por la naturaleza: estalactitas y estalagmitas de imponente belleza.

Este yacimiento ha sido declarado como el más importante de Bizkaia y contiene restos de asentamientos de hace más de 14.000 años. Para acceder a la cueva es necesario realizar una de las visitas guiadas que se ofrecen. Es la única manera de recorrer el interior detenidamente, con explicaciones precisas y tiene una duración de, aproximadamente, hora y media.

5. El Bosque de Oma, el bosque del color

El Bosque de Oma

ABBPhoto / Getty Images/iStockphoto

Cerca de Kortezubi, en medio de la naturaleza, encontramos un bosque singular, pintado por Agustín Ibarrola. Sobre los troncos de los árboles, el artista dibujó animales, figuras geométricas y formas humanas. Algunas de estas imágenes pueden no decirte demasiado cuando las observes. Puede ser que no estés en el ángulo correcto. Sólo cuando nos colocamos sobre la posición correcta – indicada por las flechas del suelo- podemos observar perfectamente la obra distribuida a lo largo de varios árboles.

Este bosque encantado es la unión perfecta de los ancestrales artistas de la época paleolítica con el land art, una tendencia que trabaja sobre el entorno natural, convirtiendo el paisaje en el lienzo del pintor. Lamentablemente, en la actualidad se encuentra cerrado por problemas en los pinos sobre los que está pintada la obra, pero la Diputación va a reubicarlo de la mano del hijo del autor. Esperamos ir pronto a ese lugar, perfecto para dejar volar la imaginación

5. San Juan de Gaztelugatxe, tras los pasos de San Juan

San Juan de Gaztelugatxe

Mimadeo / Getty Images/iStockphoto

Uno de los rincones imprescindibles de la Costa Vasca es, sin duda alguna, San Juan de Gaztelugatxe . Está alejado de cualquier núcleo urbano y, para acceder al lugar, tras una larga caminata, hay que atravesar un puente y una escalera de 241 peldaños. La iglesia que hoy en día corona el islote no es la original. Tras siglos de incendios, saqueos y batallas, el templo ha tenido que ser reconstruido en múltiples ocasiones. Según diversos datos, la primera ermita fue erigida en torno al siglo IX, pasando a convertirse en un convento dos siglos después. Y, también dos siglos más tarde de aquello, los frailes huyeron llevándose consigo todos los objetos de valor.

No te olvides en tu visita de tocar tres veces la campana y pedir un deseo, dicen que atrae a la buena suerte y ahuyenta los espíritus. Además, al final de la escalera, posa tu pie sobre la huella que dicen que dejó San Juan Bautista.

6. Bermeo, pueblo de pescadores

Puerto deportivo de Bermeo (Bizkaia)

EP

Dentro de la comarca de Busturialdea se encuentra el pueblo de Bermeo, uno de los principales puertos pesqueros de Bizkaia. Esta localidad posee personalidad propia y un amplio patrimonio cultural. Está ubicado en el monte Sollube, y desde él se pueden ver las islas de Akatz e Izaro y San Juan de Gaztelugatxe, además del cabo Matxitxako.

A media mañana, es cita obligada acercarse a los bares del puerto a tomar un zurito, un marianito o un txakolí, acompañado de pinchos o de las famosas rabas. Desde el puerto cualquiera de las escaleras que suben a la parte alta os llevarán al casco viejo. En lo alto se encuentra la torre Ercilla, que hoy en día alberga el museo del pescador. Una interesante parada durante la visita al municipio.

7. Mundaka y la ola izquierda más famosa para surfistas

Mundaka (Bizkaia)

HomeAway

El paraíso para los surfistas tiene nombre: Mundaka. Su famosa ola izquierda atrae cada año a numerosos amantes de ese deporte hasta este pueblo marinero. El origen del pueblo es incierto: la leyenda dice que en el siglo X llegó en un barco desde Escocia una princesa desterrada. Los escoceses encontraron una fuente con agua cristalina a la que llamaron “munda aqua” (agua cristalina en latín). La historia dice que la princesa tuvo un hijo llamado Jaun Zuria que se convertiría en el primer Señor de Bizkaia. No hay nada que indique que esta leyenda, que ha pasado de generación en generación, sea cierta.

Aunque su fama se deba al surf, este pintoresco pueblo merece una visita para mezclarse en el pueblo con su gente mientras disfrutas de unos pinchos en los bares de la zona, o de las vistas a la isla de Izaro, el monte Ogoño o el estuario.

8. Gernika, vestigios de la Guerra Civil

La casa de Juntas y el árbol de Gernika

Roberto Chamoso G-via Wikipedia Commons

La Guerra Civil marcaría Gernika para siempre, cuando en abril del 37 sufrió el bombardeo de la Legión Cóndor, el primero que se hacía sobre población civil. El famoso árbol de Gernika es un símbolo indiscutible, no sólo de Bizkaia, sino de todo el pueblo vasco, porque simboliza las libertades tradicionales del territorio histórico de Bizkaia y de sus ciudadanos. Está ubicado en el conjunto arquitectónico de las Juntas Generales de Bizkaia y, bajo su sombra se celebraban las más importantes ceremonias civiles. Los que iban a ser nombrados Señores de Bizkaia juraban respetar las libertades vascas y los fueros bajo sus ramas, antes de acceder al cargo.

Para aprovechar la visita a esta localidad al máximo, es imprescindible visitar el mercado central y el puente de Rentería, el mural del bombardeo, el Museo Euskal Herría y la casa de juntas y la iglesia de Santa María. La historia del pueblo vasco merece, sin duda, una visita.

Urdaibai es un lugar donde el tiempo desaparece y el silencio se abre paso

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