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Músico o emperador, cuatro museos en Viena para ver con niños

Viajar en familia

Dirigir la Filarmónica de Viena o ver tu cabeza servida en bandeja son algunas de las propuestas

Interior de la Casa de la Música de Viena

Inge Prader

Museos y niños puede parecer a simple vista un binomio que no casa, pero nada más lejos de la realidad. Muchas ciudades han entendido que la prioridad para las familias son las actividades que podrán realizar los niños durante un viaje o una escapada, y que no todo debe limitarse a la diversión. La cultura y el conocimiento son ya, afortunadamente, una parte importante del viaje y los museos un destino a considerar. Viena es una ciudad ideal para experimentar en este campo, donde los museos han ido incorporando progresivamente recursos para que padres e hijos encuentren en un mismo espacio atractivos culturales acordes a cada franja de edad.

Las nuevas tecnologías y la imaginación permiten en su extensa oferta museística una interesante interacción con los motivos expuestos. Enganchan, damos fe de ello, y no sólo a los pequeños. Porque, ¿a quién no le apetecería dirigir la Philarmónica de Viena en el concierto de Año Nuevo? Claro que al finalizar la experiencia los músicos darán su veredicto sobre la experiencia. Y no todo el mundo sale bien parado. A continuación nos adentramos en cuatro interesantes museos para visitar en un fin de semana largo.

Museo Infantil Zoom

www.kindermuseum.at

Exposición sobre el cuerpo humano en el Zoom Museum de Viena

A. J.

Toca, piensa, prueba, trabaja, investiga, siente, juega, pregunta… Todo está permitido en este museo dedicado especialmente a los niños –los padres pueden ver pero no pueden tocar– cuyo lema “hands on, minds on, hearts on” ya lo dice todo del carácter de su propuesta. Ubicado en un espacio de 1.600 metros cuadrados en el epicentro de los museos de Viena, el Zoom está dividido en cuatro espacios: el Ozean, donde se recrea una aventura marina para niños de 8 meses a 6 años; el estudio de dibujos animados para chavales de 8 a 14 años, un espacio de talleres para niños de 3 a 12 años y una exposición interactiva.

Estos días y hasta febrero, en los talleres están experimentando con todas la técnica de la cianotipia, realizando impresionantes cuadros a través de la impresión de la luz y con todo tipo de objetos, desde cables y alambres hasta pepinos y limones. Y también hasta febrero la exposición interactiva para los más pequeños se centra en la experimentación con el interior del cuerpo humano. Para ello se ha creado una especie de túnel que empieza en la boca y acaba en unas cómodas almohadas en forma de cacas –no hay niño que se resista a pasar muchas veces por el proceso digestivo–. También se experimenta con las bacterias a través de potentes microscopios y en un divertido laboratorio, los mocos y su función combativa contra los virus son los protagonistas. Una temática escatológica, pero muy adecuada para el invierno.

El Museo de las Ilusiones

www.museumderillusionen.at

Una niña tomándose una selfie en el Museo de las Ilusiones de Viena

Blanka Trauttmansdorff

En este museo los más pequeños no pararán de preguntar el por qué de las cosas: por qué me veo boca abajo, por qué ha desaparecido mi cuerpo, por qué me veo más pequeño de lo que en realidad soy... Más de 70 hologramas, estereogramas, caleidoscopios e ilusiones ópticas hacen de éste un lugar muy especial para descubrir que no todo es lo que parece. No se trata de un museo al uso, sino un lugar de experimentación donde, al igual que el Zoom, nosotros somos los protagonistas y no meros espectadores, algo que los pequeños les encanta. Y además aportará a nuestra visita a la ciudad algunas de las fotografías más divertidas del viaje, como irnos con nuestra propia cabeza servida en bandeja.

La Casa de la Música

www.hausdermusik.at

Niños escuchando la progresión de diversos sonidos en la Casa de la Música de Viena

Inge Prader

Ir a Viena y no visitar la Casa de la Música es como ir a París y no ver la Tour Eifel. Viena, ciudad musical donde las haya, pone en especial valor su patrimonio musical y más en estos meses, cuando se están acabando de ultimar los preparativos para celebrar a partir de enero el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven, compositor que pasó la mayor parte de su vida en Viena. Esta casa da la bienvenida con una larga escalinata cuyos escalones son las teclas de un piano y como estas, suenan. Así que hay que prepararse para estar un buen rato en ellas, subiendo y bajando, intentando arrancar alguna melodía reconocible.

Si fracasamos, tenemos una segunda oportunidad para demostrar nuestras dotes musicales dirigiendo virtualmente la Orquesta Filarmónica de Viena. Pero cuidado porque la élite de los músicos austríacos puede llegar a ser bastante dura con los diletantes de la batuta y harán notar a quien se atreva a ponerse frente al atril si tiene ritmo o no ante la dirección de un Danubio Azul o de la Marcha Radetzky . En esta casa también conoceremos los problemas de oído de Beethoven, descubriremos algunas de las piezas compuestas por Brahms, nos sentartemos a escuchar al pequeño Mozart o compondremos nuestra propia pieza musical gracias a un sistema virtual donde el azar tiene mucho que decir.

Palacio de Schönbrunn

www.kaiserkinder.at

El apartado de disfraces es el que más celebran los niños durante la visita al Palacio de Schönbrunn

Bildagentur Zolles KG/ Markus Wache

Se le conoce como el Versalles vienés y fue desde el siglo XVII la residencia de verano de la familia imperial de Viena. De entrada es espectacular pasearse por esta enorme construcción y sus jardines, considerada una de las más bellas de Europa, pero es que además tiene un programa específico para niños, el Museo de los Niños de Schloss Schönbrunn, cuyo principal objetivo es aproximarlos al cómo se vivía siendo un niño en la corte del emperador. Para ello, hay habilitadas 12 habitaciones en la planta baja del castillo de Schönbrunn que tratan sobre la vida en el siglo XVIII, la época de María Teresa. Se les habla de temas como la higiene –cuidado porque descubrirán que se bañaban mucho menos que ellos y los más alérgicos a la ducha querrán implementar el ejemplo después en casa–, los peinados, la moda, el hecho de tener sirvientes, multitud de ellos, con qué tipo de juguetes jugaban, cómo era su educación sin escuelas o qué comían y cómo preparaban las mesas.

Pero sin duda el rincón que más éxito tiene en este recorrido es el de los disfraces, donde al acabar la visita los pequeños puedes vestirse de emperadores y emperatrices.También, durante estos días próximos a la Navidad, hay recorridos específicos para mostrar a los niños cómo era celebrar estas fiestas en el palacio imperial.

En el Versalles vienés los niños pueden disfrazarse de pequeños emperadores y emperatrices

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