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¿Por qué Guatemala debería ser tu próximo viaje?

Ideas

La cultura maya, el Caribe, o sus 37 volcanes convierten el país en uno de los más diversos del planeta

Este artículo es fruto de la colaboración entre La Vanguardia.com y Travelzoo

Muelle en el lago Petén, cerca de Flores, en el norte de Guatemala

SimonDannhauer / Getty Images/iStockphoto

Corazón del mundo maya, volcanes activos, selvas, ciudades coloniales y un clima excelente –se la conoce como “el país de la eterna primavera”- durante todo el año. Guatemala es uno de esos rincones del mundo que lentamente se van descubriendo, mostrando, abriendo a los viajeros. Es como un secreto que no se puede ocultar por más tiempo. Perfecto para poner en marcha una aventura (o varias).

Su ubicación geográfica es privilegiada: al norte tiene a México, al este están Belice, Honduras y el mar Caribe, y al sur la inmensidad del océano Pacífico. Y así, cuando uno consigue penetrar en su territorio por primera vez, se da cuenta de que realmente son varios destinos metidos en uno solo. Por mucho tiempo de que dispongas, jamás podrás abarcar la totalidad de su belleza.

Nenúfares en el río Dulce, Guatemala

lubilub / Getty Images/iStockphoto

Corazón maya

La civilización maya ha sido una de las culturas más importantes de la historia del mundo y su desaparición es todavía un misterio, por eso tiene tanto interés. Aproximadamente entre los años 2.000 a.C y hasta el 1.500 d.C. habían llegado a ocupar desde el sur de México, Guatemala, Belice y parte de Honduras y El Salvador.

En el momento de máximo apogeo, construyeron templos, pirámides y grandes poblaciones, estudiaron astronomía, medicina o arquitectura, y tradiciones como el arte, la religión o la artesanía, en cierta medida, han podido sobrevivir hasta hoy. De hecho, en la actualidad, los descendientes de los antiguos mayas representan más del 50% de la población guatemalteca, es decir, la mitad de la población pertenece a 21 grupos de indígenas mayas.

Mujeres mayas en una ceremonia religiosa cerca de la ciudad colonial de Antigua

Lucy Brown - loca4motion / Getty Images

Volcanes activos

Al que le fascine la aventura y la naturaleza en estado puro, Guatemala es su viaje. Es el espacio con mayor número de volcanes activos del continente. En total hay 37 que atraviesan el país, cuatro de los cuales están activos. Uno de los que registran mayor actividad de América Central es el Pacaya, a 2.550 metros de altura y de ascenso algo complicado. Pero vale la pena organizar una excursión -de entre una hora y dos aproximadamente– por un sendero que conduce a lo alto de este majestuoso volcán.

Por cierto, la última actividad tuvo lugar en el 2014. El año pasado (2018) entró en erupción el volcán de Fuego. Todos ellos son de una belleza magnética, algunos albergan lagos en el interior de sus cráteres (Chicabal o Ipala), y otros producen aguas termales, donde se han levantado balnearios naturales ideales para hacer senderismo y luego relajarse (Almolonga, Fuente Georginas o Aguas Amargas). El más alto es el Tajumulco (4.222 metros), cuyo cráter mide 50 metros de diámetro.

Volcán Pacaya, el más activo de América Central

ByronOrtizA / Getty Images/iStockphoto

La Antigua Guatemala

Sin duda, en cualquier plan que uno se proponga al visitar Guatemala, debe aparecer la Antigua Guatemala, conocida como Antigua, una hermosísima ciudad colonial rodeada de volcanes –el de Fuego y el de Agua– y declarada patrimonio mundial por la Unesco en 1979. Es una maravilla, pero puede visitarse en una jornada. Fue destruida prácticamente en su totalidad por el terremoto de Santa Marta y, años más tarde, fue repoblada y ligeramente rehabilitada (de las 50 iglesias que tenía la ciudad, únicamente 6 se han reformado).

Tal vez no cuente con la monumentalidad de otras ubes coloniales como Cartagena de Indias, en Colombia, pero merece la pena darse una agradable vuelta entre sus callejuelas empedradas, sus fachadas renacentistas, respirar el aroma a café recién tostado que invade el aire y visitar el mercado con sus variedad sorprendente frutas, verduras y artesanías (sus puestos venden piezas de jade y artículos de cuero hechos allí mismo). Por cierto, la mejor manera (y la más económica) de conocer el lugar es sumergirse en una de sus pequeñas cafeterías que ofrecen un menú del día con especialidades guatemaltecas, donde suelen incluir pollo, pescado, cerdo, arroz, papas y tortillas, y cargar energías para seguir descubriendo la ciudad.

Arco de Santa Catalina en el casco antiguo de la ciudad de Guatemala

loca4motion / Getty Images

El lago Atitlan

No muy lejos de Antigua –a unas dos horas y media– se encuentra este espectacular lago envuelto entre volcanes y pueblecitos mayas como Santiago Atitlán, Santa Cruz o San Marcos de la Laguna. Su luz es fascinante cuando resplandece sobre la superficie del agua. San Pedro de la Laguna es uno de esos pueblos en los que se puede pasar la noche y, desde allí, hacer senderismo por los volcanes, rutas en kayak entre las orillas boscosas, bañarse, bucear o, sencillamente, tomarse un café contemplando el impresionante paisaje.

Por otro lado, los aficionados a la observación de aves también están de suerte, puesto que en la parte superior del volcán de San Pedro, se pueden observar desde el guan cornudo de corona roja o faisán de cuerno rojo, similar a un pavo (oreophasis derbianus, que se encuentra sólo en grandes alturas en México y Guatemala).

Lago de Atitlan, Guatemala

waddle / Getty Images/iStockphoto

Las ruinas de Tikal

Al norte de Guatemala está el principal atractivo de un viaje a Guatemala: la ciudad maya de Tikal. En plena selva del Petén, bajo la espesa vegetación, se oculta uno de los centros arqueológicos más fundamentales del planeta. Descubierto en 1848 y habitado durante más de 1.600 años, cuenta con las dos icónicas pirámides de la Gran Plaza, el Gran Jaguar y el de las Máscaras. Es como sumergirse en un mar inacabable de cedros, caobas de gran altura, donde se escuchan las voces de las innumerables especies de aves que viven en las copas de los árboles.

Lo aconsejable es pasar allí un par de días como mínimo, caminar por este bosque tropical y ascender a la cima del Templo IV, a 50 metros de altura, para ver la extensión total del yacimiento. Por cierto, existen muchas opciones para alojarse, incluyendo algunas dentro del parque, donde el despertador suena temprano por la mañana gracias a los monos aulladores, loros y tucanes.

Ruinas de la ciudad maya Tikal en Guatemala

SimonDannhauer / SimonDannhauer-iStockphoto

Las piscinas de Semuc Champey

A solo un día desde Antigua o Tikal, un camino lleno de baches, aparentemente en medio de la nada, conduce a esta sucesión escalonada de piscinas teñidas de un azul verdoso tan brillante que se parecen a la interpretación del paraíso que haría un artista. Es Semuc Chapey, que significa “donde el río se esconde bajo las piedras”. Lo ideal es iniciar el día con una excursión de una hora a través del denso bosque color esmeralda hasta el Mirador, una pequeña terraza que sobresale de un acantilado, desde donde la panorámica de las piscinas es fabulosa. Luego se desciende de nuevo para bañarse en las aguas cálidas y poco profundas.

Si lo que te gusta es la aventura más extrema, la opción es recorrer las enormes cavernas de piedra caliza en Lanquín. Pasear por los oscuros pasillos, atravesar el río, remontar una cascada subterránea y sumergirse en una piscina sombría y gélida, o descender por los rápidos bulliciosos del río. Para dormir, hay unos pocos hoteles pequeños en el encantador pueblo de San Agustín Lanquin, a sólo media hora en coche de las piscinas, y se pueden encontrar más opciones en Cobán, a dos horas y media de distancia.

Semuc Champey, en Guatemala

SL_Photography / Getty Images/iStockphoto

El Caribe guatemalteco

Y no todo son templos mayas, volcanes y caminatas en Guatemala. Hay playa. Y de las buenas. La costa caribeña no es tan conocida como la de México, pero es de una gran belleza. Es tremendamente salvaje.

Una buena base para empezar a explorar la zona es probablemente la localidad de Livingston, en la bahía de Amatique, únicamente accesible por mar, o bien en barca desde Puerto Barrios o bajando por río Dulce. Casas verdes, rosas y azules dominan el paisaje. Las playas no son un reclamo, para qué engañarse, pero hay algunas que son verdaderamente recomendables: playa Blanca es una de ellas, arenas finas, cocoteros, tumbonas, aguas color turquesa... y prácticamente sin nadie que te tape el sol abrumador.

Una de las playas paradisíacas de Guatemala

alexat25 / Getty Images/iStockphoto

Mercado de colores

A 145 kilómetros de ciudad de Guatemala, en la altiplanicie a 2.000 metros sobre el nivel del mar, el mercado de Chichicastenango (ciudad sagrada de la etnia quiché) es una experiencia que te llega al alma. Solo entrar en el edificio blanco que lo alberga, te sacude una explosión de miles de sensaciones que se te quedan impresionados en la retina. El color es tan diverso como el propio país, se escuchan misas por los altavoces y las formas y tonalidades de las frutas, verduras, carne y pescado, flores, máscaras de madera o bolsos se entremezclan...

En total hay más de 3.000 puestos que salpican los alrededores de la iglesia de santo Tomás, y varias calles de la ciudad. Probablemente sea el . Se repite todos los jueves y domingos, muchos indígenas llegan con sus coloridas vestimentas caminando desde la meseta la noche anterior y duermen al raso para poder montar su tienda bien pronto por la mañana. Esa es su forma de vida. Pura supervivencia.

Mercado de Chichicastenango

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