Irán en 10 días (y 5 ciudades)
Propuestas
Un recorrido por lo más esencial del antiguo imperio persa
Irán es muy grande y diverso. Su tamaño es tres veces mayor que el de España, aunque una cuarta parte del territorio es desierto. También es enorme su historia, y a los hechos me remito: tiene 16 lugares declarados patrimonio de la humanidad, por lo que es conveniente dedicar el máximo tiempo posible -como mínimo unos diez días- para obtener una impresión fundamentada.
Si ese es tu objetivo, debes planificar escrupulosamente el itinerario y fijar prioridades (ya se sabe que quien mucho abarca, poco aprieta), teniendo en cuenta que hay cosas que no puedes perderte y otras que deberás dejar para la próxima ocasión.
Vuelos a Irán
Los billetes de avión desde España a Irán -un trayecto de unas ocho horas- no son caros. Al contrario. En ese aspecto lo recomendable es volar con las aerolíneas Turkish Airlines o la low cost Pegasus, con escala en Estambul (no existen vuelos directos desde ninguna ciudad española), con las que es posible aterrizar en varios aeropuertos Internacionales: Teherán, Isfahán, Mashad y Shiraz.
Para cubrir mejor el itinerario que te planteamos, la opción más práctica es aterrizar en Isfahán. Y así, de paso, no te obliga a pasar por Teherán, que no es una ciudad especialmente interesante. Las tarifas de ida y vuelta que he detectado para volar son bastante asequibles: por ejemplo, desde Barcelona o Madrid a Isfahán hay disponibilidad por menos de 600 € ida y vuelta. Ojo, una vez en el aeropuerto de Irán, tramitar el visado ya no es tan kafkiano como antaño, siempre y cuando entregues la dirección en la que te hospedarás y tengas un seguro de viaje.
El presupuesto de un viaje con los vuelos incluidos durante 10 días, en condiciones normales, no debería superar los mil euros por persona
Con un presupuesto ajustado
Debido a la eterna situación de inestabilidad que padece Irán, su divisa, el rial, fluctúa constantemente. En la actualidad (2019) está en uno de los momentos más bajos de los últimos años (47.000 riales por 1 euro). No se puede pagar con tarjeta de crédito ni débito, por lo que hay que llevarse el dinero en metálico y cambiarlo en riales iraníes, aunque el dólar y el euro son ampliamente aceptados en casi todos los puntos turísticos.
Si bien es cierto que ir con el dinero encima no es lo más práctico, hay que subrayar que los iraníes son un pueblo muy honesto. Les gusta abrirse y sentir que el visitante está teniendo una buena experiencia. Es muy seguro en ese sentido.
Una vez allí, todo es realmente económico: moverse con bus, taxi e incluso con vuelos interiores (un trayecto puede costar entre 25 € y 40 €) no castiga casi nada al presupuesto; la gastronomía no es su fuerte y se come bien y sano por 5 € diarios; en cuanto al alojamiento –si no haces couchsurfing, que es gratis y muy popular allí – una habitación en un hotel decente en un núcleo urbano te puede salir por entre 30 € y 50 €, y las entradas a los monumentos tienen un precio medio de 5 €. En resumen: el presupuesto de un viaje por Irán con los vuelos incluidos durante diez días, en condiciones normales, no debería superar los mil euros por persona.
Isfahán y su monumental casco histórico
Lo primero que pisamos en tierra iraní es una de las ciudades más bellas del planeta (sin exagerar). A 439 kilómetros al sur de Teherán, Isfahán “es medio mundo”, aseguran los iraníes sobre la urbe que fue dos veces capital del imperio persa.
La plaza central, Naqshe Yahan, la gran plaza del Imán, es uno de los imprescindibles en este viaje. No solo por su majestuosidad –mide 507 metros de largo por 158 de ancho– y la exquisitez de su arquitectura, sino porque allí se escenifica la auténtica vida de los iraníes. Es justo uno de los puntos donde se rompen los prejuicios (si los tienes) sobre este país, puesto que la gente vive en una armonía y espontaneidad total: pasean, hacen picnics, juegan... Es un bazar a corazón abierto.
La ciudad de Kashan y el jardín de Bagh-e-fin
A unos 182 kilómetros hacia el norte de Isfahán está Kashan. Su nombre significa “azulejo” y es uno de los principales lugares de la civilización prehistórica en el Próximo Oriente, con 7.000 años de antigüedad (por cierto, se dice que desde allí partieron los Reyes Magos de Oriente). Es una de las legendarias ciudades-oasis de la Ruta de la Seda. Es muy curioso contemplar las construcciones de adobe y sus ingeniosas formas de entender la vivienda.
Cuenta con un bazar pequeño pero sorprendente y varias mezquitas, pero lo que no hay que perderse es el jardín de Bagh-e-Fin (el jardín del Fin), uno de los patrimonios de la humanidad, cuyo emplazamiento se encuentra algo alejado del centro de la ciudad, pero que se llega perfectamente en taxi (por 10 € aproximadamente). Es un jardín persa precioso y vale la pena quedarse allí un rato para admirar el espacio abierto y refrescarse con las fuentes de agua.
Las callejuelas de Yazd y el Castillo de Meybod
Ahora, de nuevo, ponemos rumbo sur hasta Yazd , una ciudad ubicada entre dos desiertos, Dasht-e Kavir y Dasht-e Lut. Todo un descubrimiento. Su casco antiguo es un laberinto de callejuelas torcidas, estrechas y repletas de casas de adobe que parecen emergidas de las arenas del desierto. Se puede pasear perfectamente, puesto que es toda peatonal. Es famosa por ser la cuna del Zoroastrismo, la religión creada por un filosofo iraní (Zoroastro) que dominaba este país antes del Islam y del que todavía quedan algunas huellas como las torres del Silencio y el Cubo de Zoroastro.
Desde Yazd, es fundamental organizar una de las clásicas excursiones al castillo de Meybod. Ubicada en lo alto de la colina de Galeen, la ciudadela de Meybod es una de las fortalezas de adobe más antiguas y mejor conservadas de Irán.
La grandeza de Bam
Más hacia el sur, en la provincia de Kerman, alcanzamos una de las ciudadelas construidas en adobe más grandes del mundo con 185.000 metros cuadrados (que incluye la ciudad medieval de Arg-é Bam). Es el principal conjunto arquitectónico de la antigua Persia después de Persépolis.
En su momento fue un enclave comercial estratégico gracias a los qanats, los canales de riego subterráneo que fueron su salvación en el pasado. Sin embargo, en diciembre de 2003 nada pudo salvarla y fue asolada por un terremoto de escala 6,2, en el que fallecieron más de 40.000 personas. Únicamente se mantiene en pie una décima parte de lo que fue, pero sigue sobreviviendo su grandeza entre la fatalidad. En 2004 Bam y su paisaje cultural fueron declarados patrimonio de la humanidad.
Persépolis, la antigua capital del imperio persa
Son las ruinas de una ciudad imperial que hace 2.500 años era el centro de mundo. Fundada en el año 512 a.C por el rey Dario I, fue el corazón del imperio aqueménida hasta que Alejandro Magno la destruyó fulminantemente en el 330 a.C.
Ya solo queda espacio para la imaginación: escaleras monumentales, puertas mayúsculas, palacios, esculturas, panteones, relieves grandilocuentes cincelados en roca... todo evoca suntuosidad y opulencia. La entrada cuesta unos 4 €, pero merece la pena porque incita de tal manera el espíritu que te lleva al pasado más lejano.
Shiraz, la ciudad de los poetas
Muchos de los que visitan esta ciudad del suroeste de Irán lo hacen de paso hacia Persépolis. Sin embargo, Shiraz cuenta con varios rincones interesantes –entre ellos, el mausoleo de Shah-e-Cherag, una tumba que brilla por dentro- y, sobre todo, sirve para pulsar el lado emocional de Irán. Es una ciudad donde se vive con mucha intensidad.
Aquí, otra vez, las ideas preconcebidas quedan anuladas por la naturalidad con la que se mueve la gente por sus calles, las charlas en farsi, el aroma a especias, el bullicio de los bazares, las risas... y la poesía. A los iraníes les gusta decir que hasta en el hogar del más pobre siempre hay dos libros: un Corán y la poesía de Hafez, uno de sus símbolos más venerados. Nacido en Shiraz, a Hafez se le rinde culto en su mausoleo recitando y leyendo sus versos.
Finalizada la visita, desde Chiraz, por unos 40 €, te trasladan de vuelta hasta el aeropuerto de Isfahán (a 500 kilómetros), aunque para el que se lo quiera combinar y, en consecuencia, ahorrar tiempo, Shiraz tiene su propio aeropuerto internacional.
Este artículo es fruto de la colaboración entre La Vanguardia.com y Travelzoo, portal especializado en ofertas de viajes. Puedes acceder a Travelzoo aquí.
Tramitar el visado ya no es tan kafkiano como antaño, siempre y cuando entregues la dirección en la que te hospedarás y tengas un seguro de viaje
TE INTERESA: Qué debo saber antes de viajar a Irán