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36 horas en Nantes, la joya de la corona de la Bretaña histórica

Escapadas de vanguardia

Este enclave de mirada atlántica e industrial ha logrado completar una reconversión ejemplar hacia un modelo verde, cultural e imaginativo gracias al legado de su ciudadano más ilustre, Julio Verne

36 horas en Nantes

La Vanguardia

El Loira es probablemente el río más afortunado del mundo. A lo largo de sus más de mil kilómetros de recorrido disfruta de vistas incomparables: castillos majestuosos, campos interminables y puentes que elevan la arquitectura a su máximo nivel. Pero es en su tramo final donde el caudal más afamado de Francia realmente se lo pasa en grande. A su paso por Nantes, el paisaje se convierte en espectáculo con elefantes del tamaño de edificios dignos de la imaginación de su ciudadano más ilustre, Julio Verne, y palacetes que literalmente se inclinan ante su curso. La capital de la Bretaña histórica, enclave de mirada atlántica e industrial, ha logrado completar una reconversión ejemplar hacia un modelo verde, cultural e imaginativo.

10.00 - Nantes contada desde un castillo

La primera tarea al acercarnos al castillo de Nantes es rendir el debido homenaje a Ana de Bretaña, por dos veces reina de Francia y pieza clave en las relaciones entre el ducado y la monarquía francesa. Su discreta estatua frente a la murallas no lo refleja, pero sus esponsales fueron en otro tiempo uno de los bienes más codiciados en Europa y sus sucesivos matrimonios culminaron el proceso de adhesión de Bretaña a Francia en el siglo XV. Pese a que hoy en día Nantes pertenece a la región de Países del Loira, durante mucho tiempo ejerció de orgullosa capital de la región de Bretaña, una condición que reivindican actualmente los nacionalistas bretones.

Castillo de los duques de Bretaña (Nantes)

Wikipedia

Una vez presentados los respetos, lo primero que llama la atención es el contraste entre el austero exterior amurallado sobre los restos de la fortificación galo-romana del siglo XIII y la residencia ducal, más similar a un palacio. Su interior alberga el Museo de la Historia de Nantes, con una exposición muy completa que relata el pasado de la ciudad en torno a varios ejes cronológicos: el papel de Nantes y la región de la Bretaña en la antigüedad, el trazado de la urbe según la trayectoria de sus dos ríos (Loira y Erdre), su actividad portuaria y su ominoso pasado como principal puerto de tráfico de esclavos en Francia, el periodo de guerras y la ciudad actual.

11.00 - La catedral de nunca acabar

Cuando comenzó a construirse la catedral Saint-Pierre-et-Saint-Paul de Nantes, la vieja Europa desconocía la existencia de América y aún faltaban algunos años para que la primera imprenta viera la luz. Al término de su edificación, la luz eléctrica ya era una conquista y el primer coche rodaba por las calles de Alemania.

Los vecinos de Nantes han visto su templo más emblemático en obras durante más de 450 años, pero sin duda el resultado compensa la espera. Ante su fachada gótica, custodiada por dos torres de 63 metros, es fácil imaginarse rodeado de fieles asistiendo al sermón desde su púlpito exterior. En el interior, las vidrieras nos muestran a un personaje ya conocido: la duquesa Ana de Bretaña, cuyos padres descansan entre esto muros.

12.00 - Sigue el camino de baldosas... ¡verdes!

El mejor guía turístico de Nantes está a nuestros pies. No se trata de una fórmula de cortesía, sino de un trazado turístico que recorre los principales enclaves de la ciudad. Como si de un hospital se tratara, la línea verde que cruza Nantes tiene como objetivo llevarnos a nuestro destino sanos y salvos. Sin embargo, nosotros haremos caso a esa vieja máxima del viajero que invita a perderse entre las calles y las gentes de una ciudad desconocida y dejaremos que el barrio de Bouffay nos robe el reloj. ¿Ese olor viene de una crepería?...

Bajando por la Rue de la Marme, encontraremos tras un breve desvío a la derecha la Église Sainte-Croix, con su imponente reloj coronando la torre. De poco les serviría a los presos que albergaba cuando el templo ejerció de prisión durante la Revolución Francesa...

Cruzado el Cours des 50 Otages (cuidado con el tranvía) llegamos al barrio central de la ciudad, donde visitaremos la basílica Saint-Nicolas y deambularemos por las calles hasta llegar al punto neurálgico de Nantes: la place Royale. Este espacio cambiante (la transformación de su fisonomía es constante, con exposiciones e instalaciones de todo tipo) tiene como elemento central una colosal fuente que rinde homenaje al verdadero arquitecto de la ciudad: el Loira y sus afluentes.

La céntrica Place Royale (Nantes)

Google Maps

Seguimos callejeando, ahora entre las estanterías de la cercana e icónica librería Coiffard: ¿hay mejor homenaje a la patria chica de Julio Verne? Su exterior de cuidada madera invita a creer que dentro de otros 100 años las librerías-franquicia habrán caído en el olvido, mientras estos muros aún seguirán generando rentabilidad gracias a la ficción novelada. Y de rentabilidad sabe un rato la aneja rue Crebillon, principal avenida comercial de Nantes y su eje del lujo. Aproximadamente a la mitad de esta milla de oro nantesa nos topamos con una de las joyas de esta ciudad: el Passage Pommeraye. En estas galerías comerciales construidas a finales del siglo XIX lo de menos son los establecimientos, aunque es probable que algún escaparate logre robar tu atención y te haga olvidar sus escalinatas y sus estatuas dedicadas a los gremios tradicionales.

El interior del Passage Pommeraye (Nantes)

Gary Bembridge

El hambre va apretando, es hora de ir cerrando el tour por el núcleo histórico de la ciudad: acércate a la plaza Graslin y dedícale unos minutos al imponente teatro-ópera del mismo nombre. La sensación de dejà-vu es normal: la place Royale que acabas de visitar y este espacio son obra del mismo arquitecto, Mathurin Cruzy, quien debió considerar insuperable su trabajo previo....

Para ir abriendo el apetito lo mejor es asomarse a la brasería La Cigale, cuyos mosaicos son la mejor muestra del Art Nouveau de Nantes. Llegó la hora de comer: L’Instinct Gourmand (14 rue Saint-Leónard) te espera.

16.00 - No lo llames siesta, llámalo meditación

Si a la felicidad se llega a través de la meditación, visitar el Jardín japonés de la isla de Versalles (parada St. Mihiel del tranvía) es ir en la dirección correcta. Este espacio situado en una isleta sobre el río Erdre contiene todos los elementos de cualquier remanso de paz que se precie: saltos de agua, vegetación y un jardín zen para ahondar en el autoconocimiento (o quedarse dormido en el intento). Para meterse más en situación a todo ello acompaña una representación de la arquitectura japonesa tradicional, a la vez centro de interpretación sobre la fauna y flora de la ribera del Erdre. Nantes, la ciudad que se vanagloria de tener un espacio verde cada 300 metros, fue designada en 2013 Ciudad Verde Europea.

17.30 - Justicia poética contra los traficantes de esclavos

Toma de nuevo el tranvía hasta la parada Commerce . Es hora de pedir cuentas a la ciudad por su vergonzante pasado esclavista. En el barrio de Feydeau, una isleta entre dos brazos del Loira hoy convertida en tierra firme, las casas de los antiguos burgueses se hunden irremediablemente ante lo inestable del suelo sobre el que fueron levantadas.

Barrio de Feydeau (Nantes)

Wikipedia

Durante el siglo XVIII, muchos de estos mercaderes se enriquecieron con el tráfico de esclavos, del que el puerto de Nantes fue el principal exponente. De estos muelles partieron más de 1.500 expediciones negreras, un infame historial del que Nantes quiso resarcirse con la construcción en 1998 del monumento de la Abolición de la Esclavitud.

19.00 - Fábrica Lu: de la elaboración de galletas al arte conceptual

Si Nantes fuera una empresa, su principal actividad sería la reconversión. Así que tomando ese espíritu de renovarse o morir por bandera, la fábrica de galletas Lu ejerce hoy de centro cultural y punto de encuentro de diferentes disciplinas artísticas. Y como aquí reciclar se recicla hasta el nombre, la factoría Lefevre-Utile (fundadores de la empresa) ha pasado a ser Le Lieu Unique (el lugar único), por aquello de mantener el acrónimo y el merchandising intactos. El mismo espacio que antaño fabricaba alegrías con base de mantequilla ofrece hoy teatro vanguardista, performances, baños turcos y vistas espectaculares desde lo alto de su torre, la única que queda ya en pie tras la transformación del conjunto de edificios que formaban la fábrica.

Tras un último vistazo al skyline de Nantes, es hora de apaciguar el estómago en el popular L’u.ni (rue Foure 36).

Domingo

10.00 - El Loira en elefante

Cruzar a la isla de Nantes es hacer un viaje en el tiempo en el que uno de los caminos lleva a la melancolía y el otro, a un mundo de fantasía que pasó de la mente de un joven escritor al imaginario colectivo. Solo en este pedazo de tierra enmarcada entre dos brazos del Loira podemos pasear a lomos de un elefante de más de 12 metros o sumergirnos en un tiovivo que desciende hasta las profundidades marinas. Son las Máquinas de la Isla, unos seres dignos de un montaje de La Fura dels Baus surgidos de la imaginación del gran Julio Verne.

Las máquinas de la isla: criaturas nacidas en la imaginación del prolífico Julio Verne cobran vida en la Isla de Nantes

Les Machines de l'Île

12.00 - El pasado naval vuelve a la vida

El camino opuesto nos lleva a la nostalgia. A los días en los que el sonido metálico de los astilleros era la banda sonora del día a día en la villa. De todo el glorioso pasado naval nantés hoy solo da fe La Maison des Hommes et des Techniques, un museo creado por antiguos trabajadores del sector tras el cierre en 1987 del último de los astilleros aún en pie, Dubigeon-Normandie. La industria que en los años 50 llegó a emplear a más de 7.000 obreros en la capital de la Bretaña se fue apagando lentamente tras la eliminación de la ayudas al sector y la entrada de la competencia extranjera. Frente a él, el buque destructor de la marina francesa Maillé-Brezé sobrelleva entre turistas su larga jubilación.

13.00 - Viaje al centro de la imaginación

Cuenta la leyenda que de niño, Julio Verne se escapó de casa para embarcarse en uno de los buques que veía pasar cada día por el puerto. Solo la irrupción in extremis de su padre evitó que Verne acabara navegando rumbo a las Indias. Hay quien sitúa en esta infancia rodeado de efervescente actividad portuaria el origen de la desbordante imaginación de quien estaba llamado a revolucionar el género de la ciencia ficción con obras como Veinte mil leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la Tierra o La vuelta al mundo en ochenta días. De hecho, situados frente a la imponente mansión-museo que le rinde homenaje, es fácil imaginar al propio Philleas Fog elevándose sobre los tejados de Nantes convencido de ganar su apuesta...

Museo Julio Verne

Régis Routier / Ville de Nantes

En el museo, planteado como una recreación de su casa, se pueden ver algunos manuscritos e ilustraciones del autor, pero que nadie espere una grandiosidad a la altura de la fantasiosa mente de Verne: eso lo hemos vivido esta mañana subidos a un elefante de 12 metros. Esta muestra, mucho más sobria, hará las delicias de quienes quieran ahondar en lo literario y documental.

Ningún establecimiento mencionado en este artículo ha hecho aportación económica alguna para aparecer en la ruta, las sugerencias proceden única y exclusivamente de nuestra buena voluntad para que el lector disfrute al máximo del viaje.