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La vuelta a Italia en 12 pueblecitos ‘più belli’

Ruta por Italia

De norte a sur, de región en región, descubrimos pequeñas perlas que bien valen un viaje

Vernezza, uno de los pueblos que esconde el parque nacional de Cinque Terre (Italia)

Anna_Om / Getty Images/iStockphoto

Nadie puede negar que Italia es un país con tantas cosas que ver (y admirar) que, en muchas ocasiones, otras maravillas no tan conocidas pasan desapercibidas. Eso pasa mucho con los pequeños pueblos italianos (los borghi). Son tímidos, reservados, huidizos. Son como perlas. Para encontrarlos, tienes que rebuscar mucho. Hemos dado la vuelta a Italia, de región en región, de norte a sur y de sur a norte, del Tirreno al Adriático, de paisaje en paisaje, y hemos encontrado los 12 que desprenden más encanto:

Castelmezzano (Italia)

RudyBalasko / Getty Images/iStockphoto

1. La riviera italiana de Cinque Terre

A 88 kilómetros de Genova (Región de Liguria)

Empezamos por la parte más cercana a España (a unos 800 kilómetros aproximadamente). Al norte de Italia, bajando por la costa, pasado Génova, nos encontramos con el parque nacional de Cinque Terre. Un lugar único donde se suceden cinco pueblecitos que son como cinco milagros: Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore. Viéndolos, uno se pregunta cómo se agarran sobre esos riscos que parecen caerse al mar.

No en vano son patrimonio de la humanidad desde 1997. Poco más de diez kilómetros de largo bordeando la costa en un recorrido paisajístico de primera categoría. Con toda franqueza, no hemos querido decantarnos por ninguno de ellos por separado. Se han de contemplar al unísono, como una orquesta formada por varios instrumentos.

2. Moteriggioni medieval

A 15 kilómetros de Siena (Región de la Toscana)

Si seguimos bajando por la costa oeste del mar Tirreno rumbo al sur, alcanzamos la Toscana. No vamos a descubrir ahora esta archiconocida región italiana. Ineludible para todo aquel que le apasionen las carretera, el paisaje y la gastronomía. Entre las ciudades de Siena y Florencia, encontramos este coqueto pueblo amurallado de altas torres medievales en el que el tiempo parece haberse congelado.

La verdad es que no es tan conocida como otras poblaciones de la zona, pero es una joya. Tiene un castillo y está rodeada por una muralla construida por los señores de Siena en el siglo XIII para impedir que Florencia conquistara más territorios. Con varias puertas de entrada a la ciudad, conviene darse un paseo para hacerse una idea exacta de cómo es la población y sus alrededores.

Vista aérea de Moteriggioni (Italia)

emmedici / Getty Images/iStockphoto

3. Castiglione del Lago

A 45 kilómetros de Perugia (Región de Umbría)

La región de Umbría no es tan conocida como la Toscana pero merece muchísimo la pena visitarla. En realidad comparten el mismo tipo de paisaje: campos alargados salpicados de esbeltos cipreses, granjas aisladas en las llanuras, pueblos medievales amurallados, suculenta gastronomía (en Umbría se come un embutido magnífico)… En fin, que no tiene nada que envidiar a su vecina. Bueno, sí, tal vez el mar. Sin embargo, Umbría cuenta con uno de los lagos más hermosos de Italia: el Trasimeno.

En la orilla de la parte oeste, en lo alto de un promontorio de roca, está Castiglione del Lago. Este pueblecito originalmente se construyó en un pequeño islote. Con el tiempo y la acumulación de sedimentos lo unieron con la orilla del lago. Es muy aconsejable su palacio Ducal y la Rocca del Leone, uno de los fuertes más importantes de la región; o la Città della Pieve que alberga el callejón más estrecho de Italia.

4. Furore en la Costa Amalfitana

A 60 Kilómetros de Nápoles (Región de Campania)

Si nos acercamos a la costa, a Nápoles, y descendemos por el sur, estaremos en una de las rutas más interesantes del mundo: la Costa Amalfitana . El recorrido comienza en Sorrento y acaba en Positano, aunque lo ideal es terminar en la punta oeste de la península, en Vietri sul Mare. Son unos 50 kilómetros de carretera SS163, también conocida como la ‘Nastro Azzurro’ (Cinta azul). Es estrecha, sinuosa, con curvas algo tortuosas y traicioneras. Pero sus paisajes son impresionantes : desde pueblecitos diminutos literalmente suspendidos en los acantilados o por unos parajes mediterráneos llenos de colorido con huertos y viñedos, campos de naranjos, pinares, orquídeas salvajes.

Entre Amalfi y Positano (lugares también muy recomendables), podemos encontrar uno de los pueblecitos más inverosímiles de esta lista: Furore. Está salpicado de viejas casas de pescadores que se aferran a un acantilado rocoso. Cada septiembre, artistas de todo el mundo visitan la ciudad para pintar murales sobre los edificios, rejas y farolas en brillantes lilas, rosas, azules y verdes.

Cala di Furore (Italia)

StevanZZ / Getty Images/iStockphoto

5. Posada en el corazón sardo

A 180 kilómetros de Alguero (Isla de Cerdeña)

Luego cogemos un ferry y ponemos rumbo a Cerdeña. Una isla redonda ideal para hacer una ruta en coche y explorar sus playas. En la costa oriental, a escasa distancia de Orosei, está Posada. Se trata de una antigua ciudad de montaña con una torre del siglo XIII, rodeada de ruinas de un castillo (Castello della Fava). Desde ahí, las vistas al mar son espectaculares, así como hacia el interior a través de la exuberante campiña, y el delta del río Posada, cuya red de canales admite muchas especies de aves diferentes.

La llegada a esta población es como la de haber descubierto un secreto. Tiene una playa muy coqueta. Es poco conocida. De hecho, en agosto no hay mucha gente. Se llama Su Tiriarzu. La puedes encontrar después de los estanques Tondu y Longo, andando desde la población de Orvile. El agua es transparente y está rodeada de una espesa vegetación que es ideal para aquellos viajeros que aprecien la naturaleza.

6. 142 escalones de cerámica en Caltagirone

A 60 kilómetros de Catania (Isla de Sicilia)

Y otra vez el ferry. De isla en isla. De Cerdeña a Sicilia. De Posada a Caltagirone. De la una de las playas más bonitas de Italia al “reino de la cerámica” en la provincia de Catania. Los 142 peldaños de Santa María del Monte están decorados con diferentes diseños de cerámica que representan escenas de la historia y la cultura siciliana. A lo largo de ella se articulan algunos de los edificios más prestigiosos, como la iglesia en lo alto de la cima, el Palazzo Reburdone, la iglesia de San Giuseppe y el Palazzo del príncipe Bellaprima, sede del Ayuntamiento.

Escalinata de Santa María del Monte en Caltagirone (Italia), en 1953 los 142 escalones se decoraron con baldosas pintadas a mano, con estilos y figuras procedentes de la tradición milenaria de la alfarería siciliana

Getty

7. Castelmezzano y “los pequeños Dolomitas”

A 38 kilómetros de Potenza (Región de Basilicata)

Es muy recomendable dirigirse al sur profundo de Italia para experimentar la región de Basilicata, algo ensombrecida por sus vecinos más famosos, Calabria y Puglia. Allí, resplandece vigoroso Castelmezzano, un pueblo que se aferra a las montañas Dolomitas. Pero ojo, son los Dolomitas Lucanos o también llamados “pequeños Dolomitas”. Es formidable visitar Castelmezano en invierno y tres cuartos de lo mismo en verano, cuando se pueden hacer tirolinas, en varios puntos, a través del majestuoso valle.

8.Las ‘trulli’ de Alberobello

A 55 kilómetros de Bari (Región de La Puglia)

Ahora pasamos a la costa suroriental de Italia y tal vez a una de las regiones menos conocidas: la Puglia (o Apulia). Para hacernos una idea, si miras el mapa, está ubicada en el “tacón de la bota de Italia”. Tiene unos 800 kilómetros de costa – donde se unen los mares Adriático y Jónico - y sus aguas son tremendamente transparentes. Son las playas favoritas donde los italianos van de veraneo. De todos modos, vale la pena explorar la zona y adentrarse en el valle d’Itria, salpicado de campos de olivos, lo que la convierte en una tierra con uno de los aceites de oliva más preciados de Italia.

En pleno valle, está Alberobello , declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Se trata de una intrigante sucesión de cabañas cónicas (los trullos) en forma de colmena. Eran antiguas casas de campesinos que fueron levantadas en el siglo XVI a base de piedras amontonadas, sin cemento, una encima de la otra. La mayoría de ellas son más antiguas que la catedral de San Pablo (St Paul´s Cathedral). Es muy agradable perderse por sus callejuelas rurales propias de un poblado Hobbit y detenerse a tomar una copa en uno de sus agazapados bares.

'Trullis' de Alberobello (Italia)

emicristea / Getty Images/iStockphoto

9. El azafrán de Navelli

A 75 kilómetros de Pescara (Región de Abruzzo)

Proseguimos rumbo norte, dirección Pescara, con el objetivo de alcanzar la provincia de Abruzzo (Los Abruzos), tierra con un paisaje excepcional. Encaramado sobre una colina que domina un valle, Navelli es la tierra del polvo dorado (o amarillo), gracias a su laberinto de antiguas casas de piedra. En noviembre, un alboroto de púrpura crea un contraste precioso con los tonos de oro pálido: son las flores de azafrán que los lugareños convierten en el azafrán por el que se conoce esta región de los Abruzos.

10. Las casas de colores de Burano

A 7 kilómetros de Venecia (Región de Véneto)

No cabe duda que la ciudad de Venecia es uno de los lugares más extraordinarios que existen. Es un viaje imprescindible. Probablemente su carisma ha eclipsado a otras joyas que hay en el Véneto. Tales como Padua o Verona. Incluso en la misma laguna de Venecia existen 3 islitas que son una maravilla: Torcello, Murano y Burano.

Aquí nos gustaría destacar concretamente Burano. A 7 kilómetros – dos minutos más o menos - en vaporetto, se oculta esta isla tan coqueta. Tal vez no tiene la arquitectura o las muestras de arte con las que cuenta Venecia, pero tiene un encanto fascinante. Su ingenuidad enamora rápidamente. No hay mucha gente (salvo a veces en la calle comercial), es muy natural, espontánea. Hay que darse un paseo y dejarse llevar por las fachadas coloridas de sus casas (dicen que las pintaban para que las pudieran identificar los pescadores en días de niebla cuando llegaban de faenar).

Burano al atardecer (Italia)

Peter Zelei Images / Getty

11. Brienno a orillas del lago de Como

A 60 kilómetros de Milán (Región de Lombardía)

Y volvemos al norte desde la costa este. Allí domina uno de los lagos más hermosos de Italia, el lago de Como, al norte de Milán. La verdad es que si uno rodea el lago – son unos 180 kilómetros - podrá disfrutar de muchos pueblecitos interesantes : Nesso, Varenna, Bellaggio, Menaggio y Cernobbio, cuyas casas empedradas están como suspendidas sobre la orilla (por cierto, en verano hay que pegarse un chapuzón).

Recorriendo la carretera “Regina”, a unos 20 kilómetros de Como, frente a Nesso, nos topamos con Brienno. Es muy pequeño. Y puede que no sea tan conocido y no tenga tantos palazzos como los demás, pero es una pasada como un laberinto de callejuelas y escaleras descienden desde la parte más alta, la Iglesia de Santa Anna, que se levanta sobre una gran roca, hasta que desembocan todas en el lago. Al salir del pueblo, por cierto, una sugerencia: detenerse en Lido de Ossucio, tumbarse en el césped frente al lago, comerse un bocata y pegarse un buen baño.

12. El vino de Barolo

A 70 kilómetros de Turín (Región del Piamonte)

Ya de vuelta hacia la parte occidental de Italia, alcanzamos el Piamonte. Si algún amante del vino está leyendo este artículo, ya conocerá sobradamente esta región. Protegidas por los Alpes, estas tierras y sus paisajes son de una belleza descomunal. Verdes colinas, praderas esplendorosas, castillos, viñedos, palacios, granjas, balnearios, lagos hermosos, montañas, nieve, torrentes... Y el fruto es una exquisita gastronomía: las trufas, el chocolate y, sobre todo, un vino con carácter.

Y si hablamos de vino, hablamos de Barolo. Cuando llegas, sobre una colina, te recibe su hermoso Castillo Falleti, donde se puede visitar un museo etnológico dedicado a la producción de vino. Y es que allí se pueden catar los mejores tintos que existen. Sublimes. Nacen de la variedad de uva nebbiolo y se caracterizan por sus aromas florales, un sabor dulce y fresco y su longevidad. Es un vino con un gran cuerpo y un fuerte carácter, aunque fino y elegante como la tierra donde emerge.

Este artículo es fruto de la colaboración entre La Vanguardia.com y Travelzoo, portal especializado en ofertas de viajes. Puedes acceder a Travelzoo aquí.

Viñedos con el pueblo de Barolo al fondo (Italia)

LaraBelova / Getty Images