No dejes escapar el tren de Alaska
América
El trayecto desde Anchorage a Fairbanks, pasando por el parque nacional de Denali, figura entre los recorridos en tren más bonitos y salvajes del mundo
Posiblemente el tren sea el transporte donde mejor encaja la frase de que el viaje es más importante que el destino. Cada vez más, la gente coge el tren para moverse por el mundo. Es seguro, puedes disfrutar del paisaje tanto de día como de noche, protege el medio ambiente (emite menos carbono) y es tremendamente cómodo. Y por si fuera poco, conserva ese rollo romántico que tanto se agradece al viajar.
Hablando de paisajes, vámonos a Alaska, que en lengua aleut significa “el gran territorio”. Y es cierto, es enorme pero también es extraordinariamente bonito. Ahí están de los parajes más bellos y con la naturaleza más salvaje del planeta. Se trata de un lugar ideal para amantes de la aventura. Es el estado más grande de Estados Unidos (más de tres veces el de España) y está ubicado al noroeste de América, separado de Rusia por el Estrecho de Bering.
Es una tierra mítica, por la fiebre del oro, los esquimales, sus enormes osos Grizzly, los pumas, alces, ballenas y orcas. Lo curioso es que los americanos se lo compraron a los rusos en 1867 por dos centavos el acre (7,2 millones de dólares). Sin duda una ganga, teniendo en cuenta la belleza impagable de este poderoso país.
Cuándo ir
Estamos al borde del círculo polar Ártico. En invierno pueden alcanzar los -45º. Poca broma. Pero en verano la cosa cambia radicalmente, el sol aprieta hasta los 30º incluso. De hecho existe en esta zona el conocido sol de medianoche.
En otras palabras, si el objetivo es hacer este legendario trayecto en tren, los mejores meses para viajar está claro que son los de verano, ya que tendremos unas temperaturas más suaves en general y aproximadamente 20 horas de luz al día. No obstante, estas condiciones climáticas favorables hacen que, como siempre ocurre en las temporadas altas, sea más complicado encontrar alojamiento disponible. Además, desde mediados de julio a mediados de agosto, los amantes de la pesca fluvial podrán disfrutar de la subida de los salmones río arriba.
Cómo llegar desde España
Toma nota: el punto de partida es Anchorage, cuyo aeropuerto es el Ted Stevens, que es el más grande de Alaska y que se ubica a siete kilómetros al suroeste de la ciudad. Para llegar hasta allí, lo más lógico es coger rumbo a cualquier aeropuerto de Estados Unidos y luego hacer escala para volar a Alaska. Seattle es el principal aeropuerto y el más cercano, aunque también hay cada vez más vuelos directos disponibles desde otras ciudades de los Estados Unidos con American Airlines.
Buscando vuelos para este verano, hemos detectado billetes para volar directamente entre Frankfurt y Anchorage. Otra magnífica opción es volar con Icelandair vía Reykjavik, cuyos vuelos están a precios bastante interesantes. Una sugerencia : prestar mucha atención antes de aterrizar en Anchorage porque se atraviesan las cumbres de grandes formaciones montañosas, cubiertas de nieve. Un inmejorable recibimiento.
El Denali Star
Alaska tiene un transporte público impecable. Es reconocido por eso. En lo que respecta al ferrocarril, durante el verano cuenta con cuatro líneas (se reducen a dos en invierno), que cubren los lugares más turísticos del estado.
Existe un tren en Alaska que vale mucho la pena. Considerado uno de los viajes largos en tren más recomendables. Va de sur a norte (desde Anchorage a Fairbanks, aunque evidentemente también hace el trayecto en sentido sur), con dirección al circulo polar Artico, ese es el recorrido imprescindible. Son unos 600 kilómetros en total y dura unas 12 horas, pero el paisaje es tan intenso, tan formidable, que te da la impresión de estar en un planeta aparte. Para los que les gusta viajar en tren, es una experiencia muy intensa, ya que traquetea entre grandes montañas de cimas nevadas, lagos helados, fiordos punzantes, montañas negras y se sumerge en esos bosques densos, inhóspitos y gélidos tan arrebatadores.
Ojo, no es un tren turístico, o al menos no era esa su intención original. Es un tren diario cuya labor esencial es servir de transporte para los habitantes de Alaska, ya que es el único medio que traslada tanto pasajeros como mercancías por la zona.
El recorrido
Una vez en Anchorage -la urbe más grande de Alaska con 300.000 almas bondadosas- hay que ir directamente a la estación de ferrocarril. Si tienes algo de tiempo, lo más destacable de la ciudad es su museo, que contiene una extensa colección de objetos de todas las tribus de nativos americanos que viven en la región, desde los aleutianos hasta los esquimales, pasando por los haida. Por lo demás, es un lugar algo desangelado, no vale la pena dedicarle tiempo, la verdad.
Cuando te subes en la ciudad de Anchorage a uno de los 10 vagones del Denali Star solo tienes un único deber: abrir bien los ojos y observar atentamente a todos los lados. Es un espectáculo brutal. Los vagones tienen techos de vidrio transparente que ofrecen vistas panorámicas de vértigo. Cuenta además con un servicio de primera clase Gold Star que incluye un salón comedor y una plataforma de observación al aire libre.
El trayecto consta de cuatro paradas hasta Fairbank: Wasilla, Talkeetna y en el parque nacional Denali. Si el día está claro se puede ver a lo lejos el monte Denali -antes conocido como McKinley, pero cuyo nombre se cambió para que recuperará el nombre que le dieron los nativos de Alaska-, el pico más alto de los Estados Unidos gracias a sus 6.194 metros. De hecho a los alasqueños -nativos originarios de estas tierras- les gusta decir que es el monte más alto del mundo, puesto que mientras otras cumbres del planeta surgen desde plataformas elevadas miles de metros sobre el nivel del mar, el Denali es la única que lo hace desde el mismísimo nivel del océano.
El parque nacional Denali y los ‘Big Four’
La parada imprescindible en este trayecto es Healy, la puerta de entrada al parque nacional Denali , situado a unos 390 kilómetros al norte de Anchorage y de 195 al sur de Fairbanks,. El parque nacional Denali es decididamente una de las joyas de la corona de Alaska y uno de los ocho parques nacionales del país. Está dividido en dos por una carretera de temporada, lo que evita la afluencia masiva de gente y el consecuente deterioro del entorno.
Se trata de un lugar de una naturaleza privilegiada, con abundante fauna, donde se pueden avistar los ‘Big Four’ (los cuatro grandes): El alce, el oso grizzly, el caribú y el carnero de Dal. El parque es además el hogar de 37 especies de mamíferos, que van desde linces y marmotas hasta zorros y liebres de patas blancas, y 130 especies diferentes de aves, entre las que destaca la impresionante águila dorada. A parte, aunque son más escurridizos, también hay poblaciones de pumas y lobos en la zona. Al final del verano y durante la época otoñal puede admirarse toda la belleza del bosque pluvioso boreal.
Fairbanks y las auroras boreales
La última parada es Fairbanks, ya tocando el círculo polar Ártico. Seguramente es uno de los mejores destinos del mundo para ver auroras boreales por la claridad meridiana de sus cielos y porque cuenta con varias montañas de gran altura y glaciares. El momento ideal para verlos es entre finales de agosto y finales de abril. Hay excursiones organizadas para “cazar” auroras boreales que rondan los 200€.
También hay hoteles que organizan excursiones con guías experimentados y que cuentan con habitaciones con grandes cristaleras que permiten observar las auroras desde un baño caliente. De hecho en Fairbanks reside del Instituto Geofísico de la Universidad de Alaska, que emite pronósticos sobre las condiciones de visión de la aurora.
El sur también existe
Aunque el trayecto en tren que destacamos es el que va de Anchorage hacia el norte, también hay que considerar seriamente el sur. Allí también hay aventura de la buena. Para empezar, la península de Kenai, la ubicación de Homer, la llamada capital mundial de la pesca del fletán, y Seward, puerta de entrada al parque nacional de los Fiordos de Kenai, que parece una postal de la edad de hielo con su glaciares, montañas y formaciones rocosas estériles. En Prince William Sound, situado en el lado este de la península de Kenai, vale la pena detenerse para contemplar las ballenas jorobadas y orcas.
Este artículo es fruto de la colaboración entre La Vanguardia.com y Travelzoo, portal especializado en ofertas de viajes. Puedes acceder a Travelzoo aquí.