Euskadi posee una abrupta y espectacular costa donde contrasta el verde de los rocosos y escarpados acantilados que descienden hasta el azul intenso del mar Cantábrico. La naturaleza es la protagonista indiscutible, y todo ello salpicado de encantadores pueblos marineros, faros, y playas de arena fina en la que practicar todo tipo de deportes.
Además de la belleza de la costa, la gastronomía es exquisita: pintxos, pescados, mariscos y unos buenos chuletones acompañados de txacolí o vino de la Rioja Alavesa es lo que se puede encontrar en sus cocinas. No hay que perder la ocasión de ir de ruta por algunos pueblos preciosos de la costa del País Vasco.
Casi en la frontera con Francia, situado entre la bahía de Txingudi y el monte Jaizkibel, se encuentra una antigua ciudad amurallada de Hondarribia. Posee un casco viejo de trazado medieval muy bonito, de calles empedradas y casas blasonadas. Está rodeado por una muralla defensiva y coronada por el castillo de Carlos V, hoy reconvertido en Parador Nacional.
El cubo de Santa María, el baluarte de la Reina, la fortificación de San Nicolás y el bastión de Santiago son algunas de las estructuras que se han conservado hasta nuestros días y que son visibles simplemente paseando.
Tampoco hay que dejar de ver el barrio de la Marina, el antiguo barrio pesquero donde se muestra la imagen más típica del pueblo: casas típicas vascas, coloridas, con contraventanas, y flores en los balcones. Es una buena zona para probar las especialidades vascas.
También es posible coger un barco e ir hasta Hendaya, el pueblo francés está enfrente de Hondarribia. El trayecto dura sólo diez minutos y las vistas de la bahía son muy bonitas.
A menos de diez kilómetros de San Sebastián se encuentra el municipio de Pasajes. Está formado por la unión de varios barrios históricos que confluyen en una bahía, el más bonito es Pasai Donibane, todavía mantiene ese aire marinero de antaño. Aunque es pequeño su oferta gastronómica es sobresaliente y a buen precio.
La población discurre paralela a la ría a lo largo de una sola calle empedrada (la calle de San Juan o Donibane kalea) que pasa por varios túneles y pasadizos. Ya en su casco histórico se pueden ver las casas dos fachadas que dan una a la calle interior y otra directamente a la ría.
Entre sus edificios históricos caben destacar la casa donde residió el escritor francés Victor Hugo en 1843; la iglesia parroquial de San Juan Bautista, del s. XIV; la basílica del Santo Cristo de Lezo del s.XVII; y la Casa Arizabalo del s. XVII, un edificio de estilo barroco en el que se ha situado el actual Ayuntamiento. La visita puede empezar
En el embarcadero se encuentra la motora que comunica ambos Pasajes por menos de un euro.
De camino a Lekeitio, no hay que desperdiciar la ocasión de visitar la ermita de San Telmo en Zumaia y ver el espectacular flysch, espectaculares y llamativos acantilados que muestran una sorprendente estructura geológica de capas.
Continuamos con nuestra ruta hacia el oeste, hacia Lekeitio, un bonito pueblo pesquero situado sobre las laderas de los montes Otoio y Lumentzam, en una pequeña bahía formada por la desembocadura del río Lea y protegida por la isla de San Nicolás.
Posee un casco viejo precioso con edificios antiguos , palacios y casonas, entre los que sobresalen, entre otros, los palacios de Uriarte, Oxangoiti, Uribarri y Abaroa, y por su tamaño, la basílica de la Asunción de Santa María.
Otros lugares que merecen ser visitados son: la ermita de San Juan Talako, con magnificas vistas de la costa vizcaína, el puente de Isuntza, y la isla de San Nicolás, a la que se accede a pie cuando la marea baja, y el faro de Santa Catalina.
Vale la pena hacer una visita rápida a Elantxobe, un pequeño pueblo construido sobre un abrupto acantilado al cobijo del cabo de Ogoño. Sus casas están construidas de forma escalonada alrededor del puerto, y siempre miran al mar. Posee calles muy estrechas y bastante inclinadas que ofrecen una de las mejores estampas del Cantábrico.
La ruta por la costa continúa hacia la localidad de Mundaka. Está situada en la margen izquierda de la desembocadura de la ría de Mundaka, en plena Reserva de la Biosfera de Urdaiba. Una villa que permite pasear por sus calles tranquilas, sentir la brisa marina, y tomar algo en alguno de los bares del puerto, pero es conocida por sus fantásticas olas que atraen a surfistas de todo el mundo, .
Cerca se puede disfrutar de las vistas sobre el estuario y sus arenales en la ermita de Santa Catalina.
La última parada es en el pueblo de Bermeo, está situado en las faldas del monte Sollube, y en su costa hay abundantes acantilados y rocas como San Juan de Gaztelugatx allí hay una ermita, construida sobre la cima de una isla a la que se accede a través de un camino de 241 peldaños de escalera.
Su puerto viejo es la parte más tradicional de la villa, una zona de casas de colores con sabor marinero y varios bares en los que tomar unos pintxos. Y en el casco histórico se pueden encontrar algunos edificios declarados de interés histórico-artístico, como: el claustro de la iglesia de San Francisco, construido en 1357; la torre de Ercilla, una casa-torre donde actualmente se ubica el museo del Pescador; y la iglesia de Santa Eufemia, la más antigua de la localidad.
Un itinerario para disfrutar del mar y los parajes idílicos del País Vasco.