Gante, Brujas y Ostende, tres perlas para enamorarte de Flandes

De viaje por...

Recorremos tres impresionantes ciudades repletas de encanto en el corazón de Europa

Horizontal

Casco antiguo de Gante, con los antiguos muelles de Korenlei y Graslei al atardecer

Westend61 / Getty

Existen lugares en el mundo en los que puedes sentir que el tiempo se detiene a tu alrededor; ciudades de ambiente acogedor y amable cuya belleza hechiza e invita a saborearlas sin prisa. Nos encontramos en Flandes a punto de emprender un viaje que se nos antoja extraordinario.

Partirá de la cosmopolita Gante y nos llevará hasta la localidad de Ostende, en la costa del mar del Norte. Por el camino nos detendremos en Brujas, la ciudad más romántica de la región. Conoceremos tres urbes distintas, unidas por las aguas de uno de los canales más antiguos de la zona. ¿Nos acompañas?

Gante

Horizontal

Iglesia de San Nicolás (Gante)

Alexander Spatari / Getty

Situada en la confluencia de los ríos Lys y Escalda, a medio camino entre Bruselas y Brujas, Gante es, sin duda, la ciudad más elegante y una de las más bellas de Flandes. Sus innumerables edificios históricos -es la urbe flamenca que puede presumir de atesorar el mayor número de ellos-; su actividad cultural; su ambiente; sus canales; su gastronomía y, por supuesto, su cerveza, hacen de ella, un destino incomparable.

La catedral de San Bavón, en el centro se erige como uno de los edificios más emblemáticos. Cuenta con un espectacular campanario, una torre que, junto a la de la iglesia de San Nicolás y la del Belfort, perfilan el skyline de la ciudad. A poca distancia, cruzando el Lys, el castillo de los Condes, conocido también como castillo de Gravensteen, nos dejará sin aliento. Construido a finales del siglo XII y rodeado de un foso, al verlo, uno cree estar frente a un imagen de cuento. Sin embargo, su interior nos depara alguna que otra sorpresa, y no precisamente inocente: en él descubrimos un escabroso museo de torturas.

Horizontal

Castillo de Gravensteen (Gante)

milo-profi.be / Getty

De nuevo en el exterior, cogemos una bici y nos paseamos por el barrio de Patershol, en el que entre sus antiguas callejuelas encontraremos tiendas de diseño y restaurantes de moda donde comer o cenar. O, si lo preferimos, podemos dirigirnos hasta los antiguos muelles de Korenlei -el de los graneros- y Graslei -el de los herboristas-, situados uno frente a otro, en los márgenes del río Lys, en el viejo puerto de Gante. Sus alrededores, repletos de cafeterías y tabernas, nos encantarán.

Podremos degustar la afamada cerveza Gruut, una peculiar especialidad elaborada con una mezcla de hierbas o especias y, si nos encontramos en la ciudad un jueves y queremos probar la gastronomía local, nos olvidaremos de la carne. Y es que este día de la semana es el día oficial de la comida vegana, ¡toda una originalidad!

No abandonaremos la ciudad sin pasar por Tierenteyn y comprar su afamada mostaza, un producto artesanal centenario que hace las delicias de los paladares más exigentes.

Brujas

Horizontal

Canal y edificios históricos de Brujas de noche

Francesco Meroni / Getty

Nuestro siguiente destino es Brujas. Prepárate para ver una ciudad que destila romanticismo por los cuatro costados: calles empedradas, edificios centenarios, murallas, incontables puentes y canales, y carruajes nos transportarán a una atmósfera típicamente medieval. Y es que la Venecia del Norte es una auténtica maravilla declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

Aunque te recomendamos patear la ciudad y descubrir mil y un rincones insospechados, no perderemos la ocasión de subir en una barca y navegar entre canales. Disfrutarás de una visión distinta de sus edificios góticos, renacentistas y neogóticos en excelente estado de conservación.

Horizontal

Una carroza tirada por caballos en la Plaza Burg de Brujas

Arthur Los / Getty

El punto neurálgico de Brujas no es otro que la Grote Markt, el centro alrededor del cual se suceden las principales construcciones como el campanario, con sus 83 metros de altura, auténtico símbolo de la ciudad, o el Palacio provincial. A poca distancia hallamos el Ayuntamiento, considerado el más antiguo de Bélgica, la Basílica de la Santa Sangre y el Palacio de Justicia, todos ellos situados en la plaza del Burg. Hay que acercarse hasta la catedral de San Salvador y pasear hasta el Callejón del Asno Muerto, una callejuela de nombre ciertamente original que nos conduce hasta los canales.

Sin embargo, Brujas nos depara muchas sorpresas más, especialmente para los más golosos. Y es que la ciudad es un auténtico paraíso para los amantes del chocolate. Encontraremos innumerables tiendas de lo más tentadoras, y no dejaremos pasar la oportunidad de acercarnos hasta The Chocolate Line, el establecimiento de Dominique Persoone, uno de los artesanos más reputados del mundo -un auténtico mago del chocolate- que sirve a los chefs más prestigiosos del panorama gastronómico mundial. Tampoco pasaremos por alto el Museo del Chocolate, que nos seducirá con la historia milenaria del cacao, sus increíbles propuestas, sus degustaciones, e incluso con sus talleres dirigidos especialmente para viajeros...

Horizontal

Una pareja tomando una cerveza en una terraza del centro de Brujas

Visitflanders

Si te gustan los museos poco convencionales, te proponemos otro que no debemos perdernos. Se trata del Museo de la Patata Frita, el Friet Museum, el único en la materia del mundo, todo un homenaje a este tubérculo, protagonista de uno de los platos más típicos del país.

No abandonaremos la ciudad sin pasear por la zona comercial y hacernos con alguna pieza de encaje de bolillos ni probar la Brugse Zot, la cerveza local en cualquier terraza o restaurante del centro y, si es posible, visitar su factoría -Halve Maan-, la última fábrica cervecera en pie en el centro de la localidad.

Ostende

Horizontal

Vista del puerto de Ostende (Flandes)

Westend61 / Getty

El último destino de nuestro viaje por tierras de Flandes termina en Ostende, una ciudad bañada por aguas del mar del Norte, a algo más de 20 kilómetros de Brujas. Aunque desconocida por el gran público, esta pequeña localidad que en su día fue destino vacacional de la corte belga y la nobleza británica, cuenta con numerosos atractivos, que le han valido ser denominada “la reina de los balnearios”.

Bulliciosa y dinámica en verano -es un buen escenario para la práctica del windsurf-, y adormecida en invierno, Ostende recibe la visita de turistas procedentes de todo el país dispuestos a disfrutar de sus caminatas por el paseo marítimo, sus más de ocho kilómetros de playas, del sol, del mar y el ambiente distendido. Y es que nos sorprenderá, con sus tiendas, bares, restaurantes y terrazas en los que saborear especialidades típicamente marineras, como el lenguado, las croquetas de gambas el estofado de camarones con tomate, las moules-frites, los famosos mejillones con patatas... y, por supuesto, los incomparables gofres.

Horizontal

Interior de la Casa de James Ensor (Ostende)

Westtoer / Visitflanders

Además del mar, Ostende nos obsequiará con otros atractivos, como la catedral de San Pedro y San Pablo -uno de sus iconos-, una iglesia neogótica de principios del siglo XX, construida sobre las cenizas de la antigua iglesia; el casino -el más grande de toda Bélgica-, un espectacular edificio de los años 50, en el que destacan los murales de Paul Delvaux, o la casa de James Ensor. Y es que, aunque en ella no se exponen originales del pintor, nos descubre su taller y algunos aspectos del artista menos conocidos.

Si eres un amante de la historia, tienes una cita en la ciudad. Y es que en ella podemos visitar el Fuerte de Napoleón, una inmensa edificación en forma de pentágono construida por Bonaparte ante el temor de una invasión inglesa, que todavía se mantiene en pie. Más reciente es el recuerdo que proporciona el Muro del Atlántico, un auténtico museo al aire libre formado por fortificaciones típicamente alemanas de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, en el que se aprecian las trincheras y otros puntos de defensa.

Horizontal

Fuerte de Napoleón (Ostende)

Westtoer / Visitflanders

Si visitamos la ciudad a finales de junio, podremos probar los placeres de su cocina en el À L’Ostendaise, una auténtica feria gastronómica en la que los restaurantes de la zona presentan sus especialidades a precios populares... Y, finalmente, si todavía no has probado la cerveza local y te apetece, podremos saborear la Keyte, creada para conmemorar el histórico asedio que sufrió la ciudad entre 1601 y 1604... Aunque de recuerdos bélicos, ¡está riquísima!

FICHA TÉCNICA

  • Región: Flandes

  • País: Bélgica

  • Aeropuerto: Brujas (Ostende)

  • Aerolínea: Jetairfly

  • Información: Visitflanders

Horizontal

Casco antiguo de Gante, con los antiguos muelles de Korenlei y Graslei al atardecer

Westend61 / Getty
Horizontal

Una calle del barrio de Patershol, Gante

Visitflanders
Horizontal

Edificios frente al río Lys de Gante

Westend61 / Getty
Horizontal

Una tienda de encajes de bolillos de Brujas

Visitflanders
Horizontal

Casco antiguo de Brujas

Visitflanders
Horizontal

Un puente sobre el canal en el casco histórico de Brujas

milo-profi.be
Horizontal

Una calle del centro de Brujas

Getty
Horizontal

Interior del Museo de la Patata Frita de Brujas

Turismo de Brujas / Jan D'Hondt
Horizontal

Edificios frente a la playa de Ostende (Flandes)

Holger Leue / Getty
Horizontal

Casino de Ostende

Visitflanders
Vertical

Pescado fresco (Ostende)

Visitflanders
Vertical

Faro de Ostende (Flandes)

Visitflanders
Horizontal

Playa de Ostende (Flandes)

Toerisme Oostende / Visitflanders
Horizontal

Waffles, o gofres; una de las especialidades flamencas más típicas

Visitflanders
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...