Paul Watson, cofundador de Greenpeace y fundador de Sea Shepherd, es, a sus 73 años, un símbolo de la lucha contra la caza de ballenas. Ha pasado medio siglo navegando los océanos en busca de formas de defender a estos animales. Pero esta era para él su operación más peligrosa: llegar al Océano Pacífico para interceptar el “Kangei Maru”, un nuevo barco ballenero japonés que planeaba comenzar su caza en esas aguas.
Para ello, Watson partió de Dublín, al timón de un antiballenero, el “M/Y John Paul DeJoria”. Su intención era transitar por las aguas polares del Paso del Noroeste, que se extiende desde Groenlandia hasta el norte de Alaska; un paso difícil que únicamente ha sido completado en su totalidad por 262 embarcaciones, pero que suponía la vía más rápida.
La orden de detención data de 2010
Watson fue interceptado por la policía danesa mientras su embarcación repostaba en Nuuk cuando el activista iba a interceptar un barco japonés en una nueva campaña contra la captura de cetáceos
“Esta es la misión de mayor riesgo en todos mis años de oposición a la caza de ballenas en los océanos del mundo”, declaró Watson antes de zarpar, según publicaciones de su fundación realizadas el pasado 11 de julio. Sólo diez días después, el activista fue detenido.
El 21 de julio, cuando su embarcación atracó en Nuuk (capital de Groenlandia) para repostar, la policía danesa arrestó al activista. ¿El motivo? Una orden de detención que Japón emitió en el año 2010 contra Watson y que se vio reforzada con una orden que la Interpol presentó en el 2012. El activista se enfrenta así a cargos que incluyen complicidad en asalto y violación de la propiedad privada por supuestamente haber agredido a cazadores de ballenas y abordado el ballenero japonés “Shonan Maru 2” en el océano Austral en 2010.
Presuntamente, Peter Bethune, entonces miembro de Sea Shepherd, habría abordado el “Shonan Maru 2” desde una moto acuática para detener al capitán, tras la destrucción de una lancha rápida del grupo en una colisión con el barco, en medio de enfrentamientos que obligaron a la flota japonesa a regresar con la mitad de su captura.
Bethune fue arrestado en Tokio por abordaje ilegal y sentenciado a dos años de prisión, suspendidos a cinco en libertad vigilada; y Japón emitió posteriormente la orden de arresto contra Watson, que presuntamente también estuvo implicado en el incidente.
La orden de arresto emitida por Japón
Japón, inicialmente, emitió una solicitud para arrestar a Paul Watson en 2012 como una notificación roja de Interpol, la cual ha expirado dos veces desde que fue emitida, antes de hacer una solicitud directa a Dinamarca en junio de este año, según explica 'The Captain Paul Watson Foundation'.
La orden acusa a Watson de herir a un miembro de la tripulación con una bomba fétida no letal, causar daños a un barco ballenero japonés y allanamiento en 2010 durante una operación contra la caza de ballenas en la Antártida.
El 31 de julio, con Watson en prisión preventiva en Groenlandia, Japón pidió la extradición del activista para juzgarlo y, si Dinamarca se la concede, Watson podría enfrentarse a una condena que oscila entre los 3 años de prisión por entrar sin autorización en el barco hasta 15 años por agresión, según contempla la legislación japonesa.
La pelota queda, por lo tanto, en el tejado del país europeo; y mientras, miembros de la sociedad civil se preguntan si Dinamarca permitirá que el activista pueda enfrentarse a prisión por defender a las ballenas de un país que sigue argumentando que la suya es una “caza científica” cuando la carne de ballena sigue apareciendo en restaurantes (técnicamente, se permite su venta comercial si la caza es “accidental”).
Protestas en todo el mundo
Alianza Verde lidera la movilización a favor de Paul Watson en España, pero se exige su liberación en distintas partes del planeta
Menos de diez días después del arresto de Watson en Groenlandia, Japón agregó 59 rorcuales comunes (Balaenoptera physalus), animales en riesgo de desaparecer, a su lista de caza de verano, y ha comenzado a capturar a estos animales también en el Pacífico Norte, según datos recogidos por The Captain Paul Watson Foundation, que se mantienen firmes en su postura de que Japón, lo que está intentando con Watson es amedrentar a los activistas que luchan por las ballenas.
“Japón puede pensar que arrestar a Paul detendrá nuestros esfuerzos y obstaculizará nuestra misión, pero esta acción sólo servirá para atraer la atención del mundo hacia sus tácticas de mano dura y su uso del sistema de la Interpol como arma política”, declara su fundación para La Vanguardia. “Esto reaviva el problema de la caza de ballenas y el desprecio de Japón por las sentencias judiciales cuando les conviene”, añade.
La fundación asegura, además, que esta situación los está volviendo “más decididos que nunca” a continuar el legado de Paul y a asegurar su liberación lo antes posible. “Por el momento, depende de Dinamarca liberar a Paul Watson de inmediato y ahora están en el punto de mira”, alegan.
Por otro lado, el Ministerio de Justicia de Dinamarca, en declaraciones para este periódico realizadas el pasado 3 de septiembre por correo electrónico, manifestó que su postura era la siguiente: “En Dinamarca damos gran importancia a la cooperación internacional eficaz en materia de persecución penal transfronteriza y extradición de presuntos autores. Dependemos de esta cooperación cuando solicitamos la extradición de presuntos autores de delitos relacionados con bandas, delitos financieros y conducción temeraria”.
“Como ya se ha dicho, las autoridades japonesas han solicitado la extradición de Paul Watson para que sea procesado en Japón. Actualmente se está examinando la solicitud formal de extradición y los documentos que la acompañan, un proceso que consta de varios pasos legales y el Ministerio de Justicia está esperando actualmente la evaluación jurídica de la Policía de Groenlandia y del Fiscal General”, finaliza.
Precedentes
Japón, con el argumento de las capturas por razones científicas, nunca ha respetado la moratoria internacional de prohibición de cazarlas vigente desde 1986
Las movilizaciones a favor de Paul Watson, que piden su liberación, se han alzado en distintas partes del globo. En el caso de España, se destaca la acción de Alianza Verde, cuyo coordinador, Juantxo López de Uralde, pidió formalmente a través de una carta a la primera ministra danesa que no autorice la extradición a Japón del veterano ambientalista.
“Japón trata de perseguir a Watson desde hace tiempo y, más allá de esta acusación que han realizado sobre un hecho concreto, realmente lo que intentan es perseguir la oposición de la caza de ballenas personalizada en el personaje de Paul Watson”, introduce López de Uralde.
Realmente lo que intentan es perseguir la oposición de la caza de ballenas personalizada en el personaje de Paul Watson
El coordinador de Alianza Verde, explica que, para él, este caso podría ser definido como “el de la caza de ballenas de Japón”, y que no empezó en el año 2010 con Paul Watson, sino mucho más atrás, cuando en el año 1986, la Comisión ballenera internacional estableció una moratoria sobre la caza de ballenas que Japón se salta por un subterfugio legal: lo que ellos denominan “caza científica”, para estudiar poblaciones de ballenas.
“Pero está demostrado que no es científica sino comercial. Cazan para poner esa carne en el mercado, en restauración”, argumenta López de Uralde, y añade: “Ante esta impunidad, las organizaciones ecologistas protestan y tratan de frenar a Japón; y en concreto, lo hace Paul Watson, que siempre ha tenido entre sus objetivos frenar la caza de ballenas en la Antártida organizada por Japón”.
El 'caladero' de la Antártida
En el año 2010, Australia llevó a Japón ante la Corte Internacional de Justicia por caza ilegal de ballenas en la Antártida, después de multar a Japón con un millón de dólares por sus actividades ilegales a través del sistema judicial australiano. En 2012, Nueva Zelanda se unió al caso contra Japón y en 2014 la Corte Internacional de Justicia dictaminó que la caza de ballenas por parte de Japón en la Antártida era ilegal, lo que, según la fundación de Paul, “demostró que Watson había estado defendiendo la ley internacional mientras protegía a las ballenas dentro de un santuario reconocido”.
Asimismo, López de Uralde recomienda no olvidar la relación conflictiva de Japón con el activismo ecológico, y rescata un recuerdo de cuando él mismo estuvo en el país como parte de una campaña de Greenpeace, en la que se expusieron cajas de carne de ballena de restaurantes para evidenciar que la caza no era científica. “Pero en lugar de investigar a la industria ballenera, las autoridades japonesas acusaron a los activistas de robo y se les condenó a prisión”.
El 4 de septiembre, se ha celebrado la tercera audiencia de Watson, con la que se prolonga su prisión preventiva hasta el 2 de octubre. Su abogado, Jonas Christofferson, a alegado al salir los cargos de agresión no tienen fundamento (el marinero japonés involucrado, supuestamente, no habría estado en el lugar indicado) y que las otras acusaciones, como cortar una red y allanamiento, solo conllevarían una multa según las leyes japonesas y groenlandesas, lo que no justificaría la detención prolongada.
Christofferson también expresó su frustración porque la corte no permitió presentar un vídeo que, según Watson y su equipo, lo exoneraría de las acusaciones. Watson afirmó: “Si nos dejaran mostrar nuestras pruebas, no habría caso” y defendió que durante su carrera, su mayor herramienta ha sido la cámara.
Watson acusó a Japón de ser “el verdadero” agresor, argumentando que sus barcos más rápidos podían evitar el choque o embestir deliberadamente, en referencia al vídeo, y se mantuvo firme en su discurso: “quieren establecer conmigo un ejemplo de que no se juega con su caza de ballenas”. ¿Cuál será la respuesta de Dinamarca?
Watson y los ojos del cachalote
Paul Watson, nacido el 2 de diciembre de 1950 en Toronto, es un activista ambiental conocido por su lucha en defensa de la vida marina. Es cofundador de Greenpeace y fundador de Sea Shepherd Conservation Society y de The Captain Paul Watson Foundation y su figura cobró notoriedad con la serie televisiva 'Whale Wars'.
Watson se ha dedicado durante los últimos cincuenta años a perseguir la caza ilegal de ballenas; aunque sus métodos -el uso de tácticas directas, como el bloqueo de embarcaciones- han dado lugar a distintas controversias sobre su figura.
Pero, más allá de estas polémicas, si algo ha demostrado Watson es su compromiso con las ballenas que, según ha relatado alguna vez él mismo, nació después de ver cómo arponeaban a un cachalote; cuando se acercó al animal y este, todavía vivo, le manchó de sangre y clavó el sufrimiento de sus ojos en los del capitán.