Hallados plastificantes en sardinas, anchoas y merluzas en el Mediterráneo español

Pesquerías

El trabajo del CSIC ha permitido constatar la presencia de estos contaminantes en el 100% de las muestras recogidas

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Un estudio desarrollado por la investigadora Ethel Eljarrat (del IDAEA-CSIC), en colaboración con Marta Coll, del Institut de Ciències del Mar, ha encontrado una presencia relevante de plastificantes organofosforados en sardinas, anchoas y merluzas en la costa mediterránea española. En concreto, el pescado analizado fue recogido en el Cap de Creus, el delta del Ebro, el golfo de Valencia y el litoral cercano a Cartagena.

El trabajo ha permitido constatar la presencia de estos contaminantes en el 100% de las muestras recogidas. Los plastificantes son sustancias químicas que se aplican a todo tipo de materiales plásticos. Los niveles de los plastificantes detectados se sitúan entre 0,3 y 73 nanogramos por gramo (un nanogramo es una milmillonésima parte de un gramo), una unidad habitualmente utilizada cuando se habla de contaminantes persistentes.

La presencia de estos contaminantes no está regulada en la normativa actual, que no fija un límite para este tipo de sustancias, aunque la USEPA (United States Environmental Protection Agency) señala, para media docena de estos contaminantes, un factor de riesgo asociado; de esta manera, si se relaciona con los niveles de concentración encontrados, se puede obtener una noción del riesgo que se puede contraer al ingerirlos.

Habría que tener en cuenta que no solo sufrimos el impacto de estos contaminantes por la ingestión por pescado, sino que lo sufrimos con otros alimentos y bebidas y también por la inhalación”

Ethel EljarratInvestigadora del IDAEA-CSIC

“Los niveles detectados no permiten hablar de riesgo, pero debemos tener en cuenta que los valores de referencia marcan la dosis de exposición para humanos por día. Es decir, si se tiene en cuenta sólo el impacto causado por el pescado, no se supera el valor de referencia. Sin embargo, habría que tener en cuenta que no solo sufrimos el impacto de estos contaminantes por la ingestión por pescado, sino que lo sufrimos con otros alimentos y bebidas y también por la inhalación”, explica Eljarrat.

El estudio se centró en el análisis de un total de 19 plastificantes organofosforados, de los cuales seis tienen factores asociados de riesgos diversos, por ser disruptores endocrinos (alteran el metabolismo) o neurotóxicos e incluso tres de ellos son cancerígenos.

De los 19 plastificantes organofosforados analizados se han encontrado ocho compuestos distintos en sardinas y anchoas, y cinco en merluzas.

Entre los compuestos más abundantes se encuentran el TCEP (tricloroetil fosfato) y el TNBP (tributil fosfato) que son dos de los tres compuestos a los que se asigna un factor de riesgo cancerígeno.

Los mayores niveles de plastificantes se han detectado en sardinas y anchoas, y, en menor medida, en la merluza, la cual se haya en un nivel trófico superior.

Por ello, “hemos podido concluir que en este caso el contaminante no se biomagnifica a lo largo de la cadena trófica; y pensamos que tal vez puede deberse a que la merluza tiene un metabolismo más desarrollado capaz de metabolizar parte de estas sustancias”, expone.

Pensamos que tal vez la merluza tiene un metabolismo más desarrollado capaz de metabolizar parte de estas sustancias”

La contaminación que sufren estos peces puede proceder de la ingestión de residuos plásticos (trozos de bolsas…) o de microplásticos en el mar.

Cuando el pez ingiere estas partículas de plástico, los propios aditivos asociados a dichos plásticos, se filtran en los tejidos de los organismos. Otro posible foco de esta contaminación sería la propia dieta ingerida por el pez.

“Las zonas más limpias son el delta del Ebro; mientras que los niveles en el golfo de Valencia o el Cap de Creus son similares”, señala Eljarrat.

En el caso de las personas, las sustancias organofosforadas, una vez ingeridas, también se incorporan al organismo. El cuerpo humano es capaz de metabolizar algunas de estas sustancias (sin que se excluya que puedan ocasionar daños).

Sin embargo, otras se bioacumulan en los tejidos grasos, y al no metabolizarse, cada vez presentamos niveles más altos, que se van incrementando a lo largo de toda la vida de una persona.

La preocupación nace de que algunas de estas sustancias alteran el metabolismo humano (pueden afectar al sistema reproductor) o tener efectos neurotóxicos o cancerígenos.

El estudio ha sido realizado por encargo de la Generalitat (proyecto PELCAT), que está evaluando la posible causa del declive de las poblaciones de sardinas y anchoas en el Mediterráneo.

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