¿La elección de Trump frenará la acción climática en el resto del mundo? La decisión de la nueva Administración norteamericana de retirarse del Acuerdo de París es un fuerte mazazo para el proceso multilateral para combatir el calentamiento. Las conferencias anuales del clima, auspiciadas por Naciones Unidas, se van a ver aún más debilitadas. Sin embargo, este pacto, en el que participan casi 200 naciones, ha sufrido todo tipo de vaivenes y mantuvo su vigencia incluso cuando Estados Unidos se retiró en 2017 cuando llegó al poder Trump la primera vez.
Trump volvió a retirar del pacto a su país. Pero “Europa mantendrá el rumbo y seguirá trabajando con todas las naciones que quieran proteger la naturaleza y detener el calentamiento global“, ha señalado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el Foro de Davos.
La crisis climática no puede ser abordada por ninguna nación en solitario: exige una respuesta multilateral. Es obvio. Por eso, tal vez este revés sirva “de llamada de atención para reformar el sistema” y actuar de acicate, sostiene Laurence Tubiana, diplomática francesa, arquitecta del Acuerdo de París.
Tubiana explica que el contexto actual es muy diferente al de 2017. “Hay un impulso económico imparable detrás de la transición global, de la que Estados Unidos se ha beneficiado y ha liderado, y que ahora corre el riesgo de perder”, añade.
Trump ha declarado la guerra a las energías limpias, con su apuesta por los combustibles fósiles, pero la inercia que ya está puesta en marcha es imparable. La Agencia Internacional de la Energía espera que el mercado global de tecnologías limpias se triplique hasta superar los 2 billones de dólares en 2035.
Europa -junto con otros socios- tiene ahora la responsabilidad y la oportunidad de dar un paso al frente y liderar
“Europa, junto con otros socios, tiene ahora la responsabilidad y la oportunidad de dar un paso adelante y liderar. Al impulsar una transición justa y equilibrada, puede demostrar que una acción climática ambiciosa protege a las personas, fortalece las economías y genera resiliencia”, explica la arquitecta del Acuerdo de París.
Mientras tanto, los impactos de la crisis climática también están empeorando. El año 2024 fue el más caluroso de la historia; fue la primera vez en las temperaturas medias mundiales superaron los 1,5ºC, y el planeta está en camino de un aumento de temperatura que puede llegar a los 3,1ºC, lo que sería catastrófico. Además, los terribles incendios forestales en Los Ángeles son “el último recordatorio” de este agravamiento de la crisis climática, dice Tubiana.
“Cada fracción de grado de calentamiento evitado significa menos sufrimiento, futuros más seguros y mejores oportunidades de adaptación. Es por eso que debemos seguir luchando por 1,5 °C”, sentencia la diplomática francesa.
Dos diferencias respecto a lo que ocurrió en 2017
Son muchas las voces que creen que la crisis climática “es más grande” que cualquier nación o ideología política. Y, de hecho, hay grandes diferencias respecto a la primera vez que la Administración Trump eligió un camino diferente al resto del mundo.
“Una es la magnitud de la destrucción que está provocando la crisis climática, como ha demostrado de forma devastadora el precio de los incendios de Los Ángeles. Y la segunda es la magnitud de las oportunidades económicas en los mercados de energía y tecnología limpias del futuro”, coincide Alexandra Scott, experta en diplomacia climática del centro de estudios italiano ECCO.
“Los fondos de inversión y empresas seguirán invirtiendo en energía verde y en la movilidad eléctrica, mientras sea rentable. Y lo sigue siendo y mucho”, dice la politóloga española Cristina Monge. “La transición, sobre todo la energética, no retrocederá en exceso, pero no se hará lo que se necesita, que es acelerarla”.
Preservar las relaciones transatlánticas no puede traducirse en debilitar las leyes europeas o ralentizar su transición a un balance de emisiones cero
En cualquier caso, está claro que la Administración Trump podría traer tiempos geopolíticos turbulentos, no solo para Europa. Existe el riesgo de que la UE se convierta en un actor secundario a merced de un impredecible presidente estadounidense.
“Preservar las relaciones transatlánticas no puede traducirse en debilitar las leyes europeas o ralentizar su transición a un balance de emisiones cero. En su lugar, los líderes de la UE pueden trazar una línea clara sobre las normas democráticas, el valor del multilateralismo y la forja de alianzas con países de ideas afines para avanzar en la transición energética mundial”, señala Linda Kalcher, directora ejecutiva del think tank Strategic Perspectives.
No frenará la acción climática pero será un obstáculo para muchas negociaciones
“La llegada de Trump a la Casa Blanca no frenará la acción climática pero será un obstáculo para muchas negociaciones y supondrá retirar fondos estratégicos de la mitigación y de la adaptación. Por tanto es altamente probable que suponga menos avances de los previstos”. Es lo que opina Fernando Valladares, jefe del grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales e investigador del CSIC. Para él será un frenazo pasajero, que "sólo se dará en los primeros años de su mandato”, pues “la violencia del nuevo clima hará imposible mantener la política negacionista mucho tiempo”.
Lo ocurrido es “indudablemente, una mala noticia porque lejos de acelerar en la acción climática supondrá disminuir el ritmo tanto nacional como internacionalmente".
La mayoría de expertos estiman que la presidencia de un negacionista como Trump es un claro retroceso para poder evitar un cambio climático catastrófico. En un planeta que ya ha alcanzado los 1,5° de aumento de las temperatura media, cualquier retraso en la necesaria aceleración de la descarbonización es muy peligroso, señalan.
Críticas internas
Las ciudades y Estados cogerán el relevo
Las críticas han sido también internas.Una coalición de dos docenas de gobernadores que representan casi al 60% de la economía y el 55% de la población de Estados Unidos han enviado una carta al secretario ejecutivo del Convenio de Cambio Climático, Simon Stiell, en la que quiere “dejar claro que continuaremos el trabajo de Estados Unidos para lograr los objetivos del Acuerdo de París y reducir la contaminación climática”.
Los estados y territorios -dicen- continúan teniendo una amplia autoridad bajo la Constitución de Estados Unidos para promover las soluciones climáticas que necesitamos. “Y esto no cambia con un cambio en la administración federal”. Esta Alianza llevará este mensaje a la próxima cumbre del clima de Brasil.
“Al abandonar el Acuerdo de París, esta Administración está abdicando de su responsabilidad de proteger al pueblo estadounidense y nuestra seguridad nacional. Pero tengan por seguro que nuestros Estados, ciudades, empresas e instituciones locales están dispuestos a recoger el testigo del liderazgo climático de Estados Unidos y hacer todo lo que puedan para continuar el cambio hacia una economía de energía limpia“, recalca Gina McCarthy, ex asesora nacional sobre el clima de la Casa Blanca.
Da alas a la extrema derecha mundial y alentará la irresponsabilidad climática
“Su influencia da alas a la extrema derecha mundial y alentará la irresponsabilidad climática no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo”, dice Joaquín Nieto, ex director de la Oficina de la OIT en España.
Nieto sostiene que su ejemplo “también alentará la irresponsabilidad de quienes tienen posiciones retardatarias en la política y en la economía, como hemos visto con el abandono del gigante financiero Blackrock de sus compromisos por el clima”.
Es indudable que todo esto debilita el proceso de negociación en las conferencias del clima, ya muy muy cuestionada tras las cumbres de Azerbaiyán y de los Emiratos Árabes. Pero sobre todo esta decisión debe ser leída como una “derrota implícita de EE.UU. ante China” por su desistimiento a la hora de encabezar el proceso social e industrial hacia las energías renovables y la electrificación, según explica Sergi Nuss, promotor de la plataforma Renovem-nos.
EE.UU. deja así “una enorme autopista de negocio para el país con mayor capacidad productiva y mayor madurez tecnológica en el ámbito de la descarbonización [China] refuerce aún más su control del mercado a escala mundial”.
Irritación del mundo científico
“Un gabinete acientífico”
Rachel Cleetus, directora de políticas de la Unión de Científicos Preocupados, señala que la retirada de Estados Unidos “desafía claramente las realidades científicas y muestra una Administración cruelmente indiferente a los duros impactos del cambio climático que la gente de EE.UU. y de todo el mundo está experimentando. Por eso, sostiene que esa decisión “es una abdicación” de su responsabilidad como principal responsable histórico de las emisiones que atrapan el calor. “Independientemente de la política, el imperativo científico de abordar la crisis climática sigue siendo claro y requiere acciones urgentes de los responsables políticos estadounidenses y mundiales”, añade. Para Cletuss Estados Unidos tiene la responsabilidad de aportar su parte justa para evitar las consecuencias cada vez más graves de la crisis climática. “En lugar de aprovechar la oportunidad de ampliar los beneficios económicos y de salud pública de la energía limpia para las personas de todo el país, Trump está optando por comenzar su mandato complaciendo a la industria de los combustibles fósiles y sus aliados“, dice la representante de los científicos. ”Su vergonzosa y destructiva decisión es un presagio ominoso de lo que la gente en los Estados Unidos debería esperar de él y su gabinete anticientífico empeñado en aumentar las ganancias de la industria de los combustibles fósiles a expensas de las personas y el planeta”
“Donald Trump promueve y proyecta un negacionismo climático al servicio de intereses económicos asociados a la emisión de combustibles fósiles y al crecimiento ilimitado”, dice Alejandro Sacristán, divulgador en materia de emergencia climática y promotor del chat Crisis Climática Veraz. “Aplica el concepto de soberanía plena para Estados Unidos y de soberanía limitada, o subordinada, para el resto de países".
La retirada de EEUU del Acuerdo de París también hará dudar a otras naciones que ya han desempeñado un papel obstruccionista. "La retirada de EEUU del Acuerdo de París nos aboca al caos climático y a una serie de procesos de desequilibrio climático en cascada como ya estamos advirtiendo con la proliferación de fenómenos climáticos extremos en todo el mundo como ya hemos observado”, concluye Sacristán.
Mario Rodríguez (Ecodes)
"Tendrá efectos a nivel mundial”
Para Mario Rodríguez, director asociado de Transición Justa de Ecodes y ex director de Greenpeace, la presidencia de Trump no sólo “va a demoler la política contra la crisis climática de Estados Unidos”, sino que tendrá “efectos a nivel mundial”, como demuestra que bancos y multinacionales “ya han dado pasos atrás en sus esfuerzos para abordar el cambio climático”.
Con la revocación de cerca de un centenar de normas ambientales, en esta segunda presidencia “perseverará y repetirá la jugada”, dice. Están en juego también 370.000 millones de dólares para la acción climática a través de la Ley de Reducción de la Inflación que aprobó Biden y que incluye ayudas a los coches eléctricos y el compromiso de reducir las emisiones entre el 61 % y el 66 % para 2035.
También decaería la orden ejecutiva de Biden para prohibir las perforaciones de petróleo y gas en las costas de Estados Unidos. En este sentido, “las grandes petroleras han frenado su apuesta por las renovables en 2024, y la llegada de Trump consolidará esta tendencia”.
El futuro administrador de la Agencia de Protección del Medio Ambiente, Lee Zeldin, apoya la expansión de los combustibles fósiles y la construcción de nuevos oleoductos. Al frente de Energía estará un negacionista del cambio climático, vinculado al fracking, Chris Wright y el próximo secretario de Transporte, Sean Duffy, descalificó la política de Biden para promover los coches eléctricos.