Finalmente, la COP29 de Bakú (Azerbaiyán) sorteó el abismo y ha sellado, tras dos semanas de negociaciones intensas y por momentos dramáticas, el acuerdo financiero por el cual los países ricos se comprometen a destinar 300.000 millones de dólares anuales a las naciones en vías de desarrollo para costear la acción climática. Pero será a partir del 2035. La conferencia debía terminar el viernes, pero se prolongó más de una jornada con duro forcejeo negociador entre los países en liza y en un ambiente que hizo recordar el fracaso de la cumbre de Copenhague (2009). El acuerdo deja un sabor agridulce y ha sido recibido con durísimas criticas por las organizaciones sociales, que lo tachan de “decepcionante”.
En el plenario, los cerca de 200 países reunidos en la cumbre cerraron el pacto que fija el nuevo objetivo colectivo cuantificado de financiación climática, que reemplazará al anterior (de 100.000 millones de dólares anuales para 2020).
Los países desarrollados deberán aportar 300.000 millones de dólares al año para 2035 con el fin de ayudar a los países más pobres en su acción climática (reducir emisiones, adentrarse en una economía baja en carbono y adaptarse a los efectos del cambio climático).
Los recursos deberán servir, pues, para que estos países dejen de depender del carbón, el petróleo y el gas, que provocan el sobrecalentamiento del planeta y defenderse frente a los estragos del clima extremo.
Para ello, podrán contar con “una amplia variedad de fuentes, públicas y privadas, bilaterales y multilaterales”, lo que da un amplio margen para la entrada de bancos privados.
La suma no se acerca a los 1,3 billones de dólares que pedían los países en desarrollo, pero es tres veces el monto de 100.000 millones de dólares anuales para 2020 acordado en 2009.
Los defensores del acuerdo albergan la esperanza de que los 300.000 millones de dólares sean el motor que haga movilizar y fluir más dinero en el futuro en esta dirección.
Una aprobación atípica con quejas de India
Pero la resolución no tuvo las características del consenso que suele caracterizar estas reuniones. Y, por eso, algunas naciones en desarrollo se mostraron furiosas, se sintieron ignoradas.
El presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, dio el visto bueno al acuerdo antes de que ninguna nación tuviera la oportunidad de hablar. Y cuando lo hicieron, lo criticaron por ser injusto con ellas, por ser suficiente o acusando a las naciones ricas de tacañas.
“Es una suma insignificante; lamento decir que no podemos aceptarlo”, dijo la negociadora india Chandni Raina, quien repitió que India se oponía a los aplausos entusiastas.
El paquete final que se aprobó “no habla ni refleja ni inspira confianza de que saldremos del grave problema del cambio climático”, dijo Raina de India. “El objetivo (300.000 millones de dólares para 2035) es demasiado pequeño, demasiado lejano. En 2035, está demasiado lejos”. “Nos oponemos absolutamente a los medios injustos seguidos para la adopción”, dijo Raina.
En nombre de casi 50 de las naciones más pobres del mundo, Evans Davie Njewa, de Malawi, fue más suave, y expresó lo que llamó reservas con el acuerdo.
El secretario General de la ONU, Antonio Guterres, dijo en una publicación en X que esperaba un “resultado más ambicioso”, aunque ofrece “una base sobre la cual construir”.
Alivio en Europa
Algunos ven en el acuerdo un alivio tras las duras negociaciones. Este es el caso de Wopke Hoekstra, comisario de Acción Climàtica, que lo calificó como una nueva era de financiación climática.
”No era seguro. Fue duro, pues estamos en un momento de división, de guerra, con un sistema multilateral que tiene dificultades reales; el hecho de que pudiéramos lograrlo en estas circunstancias difíciles es realmente importante“, dijo Eamon Ryan, ministro de Medio Ambiente de Irlanda,
El secretario ejecutivo del Convenio de Cambio Climático de la ONU, Simon Stiell, calificó el acuerdo como una ”póliza de seguro para la humanidad“, pero ”el seguro solo funciona, si las primas se pagan en su totalidad y a tiempo".
EE.UU. y la UE propusieron que las naciones desarrolladas aumenten el compromiso de financiación climática a 300.000 millones de dólares al año después de la dura reacción contraria que cosecharon cuando pusieron sobre la mesa 250.000 millones de dólares.
Esa propuesta fue rechazada inicialmente por diversos grupos de países y oenegés al estimar que era totalmente insuficiente.
Algunas claves en el acuerdo sobre financiación
El acuerdo supone un ligero avance sobre la petición de que también las grandes potencias emergentes (China, India o Brasil) hagan aportaciones a la financiación climática de las naciones pobre. En el capitulo de los donantes se “alienta a los países en desarrollo a hacer contribuciones voluntarias a través de la cooperación Sur-Sur”. Ahora, estos países están exentos de esta obligación pues no figura en el listado compilado para ello en el Convenio de Cambio Climático (1992). Además se puede contabilizar en esta línea las aportaciones que ya hace China por ejemplo a través de sus bancos de desarrollo multilateral. Para Valvanera Ulargui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático, el pacto amplía pues la base de estos países contribuyentes, aunque sea de manera voluntaria.
En relación a los fondos destinados específicamente para adaptación al cambio climático a los países pobres, se señala que los flujos de dinero para esta finalidad se deben triplicar, destinarse a los más países vulnerables y se reconoce que este dinero debe ser mayoritariamente público
Para las pequeñas islas países menos adelantados y los fondos específicos para África: se menciona la necesidad de aumentar las subvenciones con un plan para examinar las asignaciones mínimas en 2026 y 2027.
Sobre si los fondos deben ser subvenciones o préstamos, se reconoce la necesidad de destinar dinero público, basado en subvenciones y en condiciones muy favorables, pero no se exige un compromiso.
Implorar el pacto
El presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, imploró el sábado a las delegaciones de los países en la conferencia que intensifiquen su compromiso para lograr un acuerdo.
“Les pido que ahora intensifiquen su compromiso mutuo para superar la brecha que aún existe”, dijo al iniciarse el plenario a las 18 horas. “Todos hemos trabajado muy duro durante las últimas dos semanas y sé que ninguno de nosotros quiere dejar Bakú sin un buen resultado en nuestro objetivo clave. Los ojos del mundo están centrados en nosotros”, dijo.
“Después de la difícil experiencia que estamos viviendo aquí en Bakú, necesitamos alcanzar algún resultado, algo que sea mínimamente aceptable en línea con la emergencia que enfrentamos”, señaló Marina Silva, ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil, que acogerá la COP30 el año próximo.
El nuevo objetivo debe reemplazar el compromiso anterior de los países desarrollados de proporcionar 100.000 millones de dólares por año en financiación climática para 2020. Ese objetivo se cumplió dos años después, en 2022, y expira en 2025.
"Poner a todo el sistema financiero a trabajar para respaldar las transiciones de los países en desarrollo”
“La meta de 300.000 millones de dólares no es suficiente, pero es un importante pago inicial hacia un futuro más seguro y más equitativo”, dijo el presidente del Instituto de Recursos Mundiales, Ani Dasgupta. “Este acuerdo nos pone en el punto de partida. Ahora está en marcha la carrera para recaudar mucho más financiación climática de una variedad de fuentes públicas y privadas, y poner todo el sistema financiero a trabajar para respaldar las transiciones de los países en desarrollo”.
El meollo de la disputa
El centro de la disputa ha sido el montante de financiación directa en ayuda climática. Los países ricos han ofrecido 300.000 millones de dólares anuales en las últimas horas, pero el grupo de naciones en desarrollo pedía 500.000 millones de dólares.
Las discusiones trataban de determinar de qué manera China y Arabia Saudita y otras potencias emergentes deberían contribuir a la provisión de financiación climática a las naciones en vías de desarrollo.
China explicó a principios de esta semana que solo contribuiría con financiación climática de manera voluntaria.
El segundo borrador pedía a todos los actores sociales que destinen a las naciones en desarrollo al menos 1,3 billones de dólares (con b) anuales para el año 2035 para la acción climática.
Y dentro de esta suma, las naciones desarrolladas estarán obligadas a esos 300.000 millones de dólares. Este dinero se aportará con “una amplia variedad de fuentes, públicas y privadas, bilaterales y multilaterales", incluidas otras alternativas (bancos multilaterales de desarrollo, impuestos a combustibles fósiles y posibles gravámenes a actividades intensivas en el uso de carbono).
El temor de las naciones en vías de desarrollo es que se opte preferentemente por préstamos que podrían agrandar la deuda de naciones ya depauperadas, por lo que pidieron que se concretaran las cifras que aportaran los países en concepto de subvenciones pero sin exito.
Luz verde a los mercados de carbono mundiales
Los países también acordaron la adopción del artículo 6 del Acuerdo de París, que crea mercados para intercambiar derechos o certificados de reducción de emisiones, una idea que se estableció para ayudar a las naciones a trabajar juntas para reducir los gases.El acuerdo había dado sus primeros pasos cuando, en la primera semana de la cumbre de Bakú, se logró aclarar los estándares de los proyectos que podrían ser válidos para este fin: todos aquellos que muestren que dan lugar a reducciones de gases (energía limpia, protección de bosques tropicales o manglares, cambios a tecnologías eficientes...).El artículo 6 del Acuerdo de París insta a los países a cooperar para reducir sus emisiones de carbono; y en virtud de este mercado un país puede comprar o vender créditos de carbono que haya obtenido mediante la reducción de sus emisiones bajo control de la ONU. Según la presidencia de Azerbaiyán, la creación del Mercado de Carbono de la ONU podría desbloquear flujos de inversión de 250.000 millones de dólares al año, lo que podría facilitar a los países el cumplimiento de sus planes de acción climática que cada vez deberán ser más ambiciosas. El acuerdo alcanzado levantó reacciones contrarias, pues es una de las fórmulas controvertidas de la política medioambiental. Por ejemplo, para la organización Greenpeace, los mecanismos de mercado de carbono acordados “son una estafa”, al permitir a la industria fósil compensar las nuevas emisiones. Kelly Stone, analista política senior de ActionAid USA, dijo que "los mercados de carbono que permiten la compensación son esencialmente permisos para seguir emitiendo gases, no son acción climática” preventiva, concluyó. /EFE
Jornada de queja y desplantes
La jornada, como se ha dicho, fue muy tensa, tanto que delegados de los países pobres y de las pequeñas islas de abandonaron temporalmente as conversaciones frustrados por lo que consideraron una operación para excluirles de las deliberaciones. “Hay un acuerdo que cerrar y no estamos siendo consultados. Estamos aquí para negociar, pero nos marchamos porque en este momento no sentimos que se nos escuche”, dijo el jefe del grupo negociador de los países insulares, el ministro de Samoa Cedric Schuster.
Algunos estados de Latinoamérica y el Caribe, que intentaron mediar entre los menos desarrollados y los países ricos, se resistieron a que la cumbre de Bakú acabara sin acuerdo.
“Si las necesidades son de 1,3 billones de dólares anuales para flujos de dinero de ricos a pobres, entonces 300.000 (la cantidad que asumiría las naciones ricas) son migajas”, declaró Juan Carlos Monterrey, el delegado de Panamá.
“No podemos salir de Bakú como de Copenhague”, añadió en referencia a la cumbre del clima celebrada en la capital danesa en 2009, un encuentro que la comunidad climática internacional consideró un fracaso, al no lograr ningún acuerdo.
La joven activista climática Greta Thunberg, calificó de “desastre” ese borrador.
Todas las miradas hacia Arabia
Los distintos textos adoptados incluyen una referencia vaga pero no específica al Balance Global del año pasado (el análisis de los avances desde el Acuerdo de Paris de 2015), aprobado en Dubái, y donde se incluyó el acuerdo de emprender una transición para abandonar los combustibles fósiles.
Eso se consiguió el año pasado; pero ahora en Bakú no se ha repetido explícitamente ese llamamiento por el bloque de Arabia.
Durante toda la conferencia, fue muy criticado el papel de Arabia Saudita, de miembros del grupo árabe y de otros países, que siguieron rechazando la idea de ratificar el acuerdo de la COP28 del año pasado en Dubái.
La ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock, expresó su frustración por una declaración de audio por WhatsApp. “Estamos en medio de un juego de poder geopolítico por parte de unos pocos estados que utilizan combustibles fósiles”, dijo. “Están jugando a espaldas de los países más pobres y vulnerables”.
Reacción contundentes en contra
“Decepcionantes, inadecuados, un paso atrás”
La organización WWF, de talante moderado, considera que los resultados de la cumbre del clima son “decepcionantes, inadecuados y un paso atrás”, sobre todo en lo referido al acuerdo de financiación,
“Los resultados están muy lejos de satisfacer las necesidades de los países en desarrollo, y, además, la COP tampoco ha servido para enviar una señal clara sobre la necesidad de reducir rápidamente las emisiones y eliminar progresivamente los combustibles fósiles”, según explica Manuel Pulgar-Vidal, director mundial de Clima y Energía de WWF, ex ministro de Medio Ambiente de Perú y presidente de la COP20 de Perú. “El compromiso de 300.000 millones de dólares anuales para 2035 está muy lejos de esta ambición, queda demasiado lejos en el futuro y no está en línea con lo que se necesita para apoyar una acción climática vital en los países en desarrollo”, añade.
El pacto incluye una hoja de ruta para aumentar la financiación hasta 1,3 billones de dólares para los países en desarrollo, pero “esto da pocas razones para confiar en que se alcance este nivel de financiación”.
"Lo que necesitan los países del sur global son subvenciones, pero este acuerdo abre la puerta también a créditos y financiación privada, lo que aumentará la deuda del sur global y no resuelve los problemas a los que la crisis climática les enfrenta”, ha declarado Pedro Zorrilla Miras, representante de Greenpeace España en la COP29: “Si los países del Norte global argumentan que no hay suficientes fondos públicos para financiación climática internacional, hay que recordar los miles de millones de dólares que obtienen de beneficio cada año las compañías de petróleo y gas; les tenemos que pasar la factura de la crisis climática que han provocado.
La Alianza por la Solidaridad-ActionAid considera decepcionante el acuerdo. “Los países del norte global no han sido capaces de acordar una cifra adecuada que responda al reto de la emergencia climática y lo recogido en el Acuerdo de París” ha señalado Isabel Iparraguirre, responsable de Transición Ecológica en Alianza-ActionAid. La organización señala que no se menciona de forma explícita que esta financiación se desembolse vía subvenciones y con fondos públicos, como demandaban los países del sur global y la sociedad civil, sino que abre la puerta a ampliar qué se puede contabilizar cómo financiación climática. “Así las operaciones e inversiones del sector privado, los flujos de bancos multilaterales de desarrollo, y otras operaciones y “fuentes alternativas” se podrán contabilizar como parte de la financiación climática para los países en desarrollo”, dice esta entidad. “No priorizar las subvenciones va a incrementar la deuda de los países del sur global que ya se enfrentan a crisis de deuda” ha apuntado Iparraguirre.