El estudio liderado por expertos del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea-CSIC) en colaboración con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) sobre aguas comercializadas en botellas de plástico de un solo uso, publicado en la revista especializada Chemosphere (diciembre de 2023), no solo detectó microplásticos en todas menos una de las 280 muestras analizadas, sino que, además, identificó aditivos de plásticos en todas y cada una de las 280 analíticas.
En total, los autores de este estudio sobre aguas de 20 marcas comerciales (15 aguas minerales y 5 aguas tratadas) identificaron 28 aditivos (productos que se añaden a los plásticos para mejorar determinadas características), entre los que destacan los plastificantes (suavizan el plástico y aumentan su flexibilidad), estabilizadores, lubricantes, retardantes de llama y colorantes.
Marianella Farré, investigadora del Idae y coautora del estudio, destaca, en declaraciones a La Vanguardia, que la investigación se centró en presencia de micro y nanoplásticos pero que, al mismo tiempo, incluyó "un cribaje por espectrometría de masas de alta resolución para ver cuáles eran los aditivos de plásticos presentes en el agua o el perfil de aquellos que eran mayoritarios".
"Queríamos ver si parte de los aditivos que normalmente se encuentran en plásticos como los de las botellas había lixiviado [pasado del plástico al líquido] durante el tiempo de residencia del agua en las botellas y efectivamente comprobamos que había un cierto grado de lixiviado", explica técnicamente Marianella Farré.
En otras palabras, el resultado de esta parte del estudio es que, efectivamente, "había [en el agua embotellada] una cantidad importante tanto de plastificantes como de estabilizantes y hasta retardantes de llama", concreta la investigadora. No todas las muestras tenían restos de los 28 aditivos identificados pero ninguna de ellas estaba completamente libre.
Los autores del nuevo estudio señalan en su artículo que los dos aditivos de plásticos encontrados en estas muestras de agua que potencialmente pueden ser los más dañinos para la salud humana son el adipato de bis (2-etilhexilo), también conocido como DEHA o DOA, y el ftalato de bis (2-etilhexilo) o DEHP. Marinella Farré destaca el nuevo estudio muestra la presencia de plastificantes potencialmente nocivos "y, por tanto, deberían ser considerados en los análisis de riesgo para los consumidores".
Uno de los aditivos, posiblemente carcinógeno
El estudio publicado por los expertos del Idaea en colaboración con IS Global incluye diversas referencias a estudios sobre los efectos potenciales para la salud humana de algunos de los aditivos encontrados en las botellas de agua analizadas. El sistema de información de agentes carcinógenos Infocarquim, del Ministerio de Trabajo y Economia Social, indica lo siguiente respecto a uno de los aditivos encontrados en agua embotellada que se comercializa en nuestro país:
. El ftalato de bis(2-etilhexilo) [DEHP] es una sustancia orgánica que se supone que es tóxica para la reproducción humana basándose fundamentalmente en la existencia de datos procedentes de estudios con animales. Está clasificada por la IARC en el grupo 2B, como substancia "posiblemente carcinógeno para el ser humano".
¿Por qué no se señalan las marcas?
Marinella Farré explica que el estudio tenía el objetivo científico de contribuir al conocimiento de las fuentes de exposición a micro y nanoplásticos, y también a aditivos de plásticos, en una población mediterránea como Barcelona y que no se han incluido datos sobre marcas comerciales de las aguas analizadas "porque no era este el objetivo y porque todas las muestras presentaban niveles bastante similares, todos ellas con concentraciones extremadamente bajas". Farré asegura que habrían actuado de otra manera "si alguna marca hubiera salido realmente mal, que no ha sido el caso".
Una de las dificultades para el control de la presencia de microplásticos y nanoplásticos en productos de consumo como el agua es que no existe normativa que regule los niveles que se consideran nocivos para la salud, en parte porque hasta ahora no existían métodos de análisis y cuantificación como los utilizados ahora por los expertos del Idaea. Estudios como el publicado ahora, en este sentido, pueden contribuir al conocimiento científico del problema y la adopción de normativas para la protección del medio ambiente y la salud de las personas.