La idea de un mundo sin mariposas aparece como uno de los escenarios más inquietantes en cualquier imaginario de la distopía. ¿Por qué? Tal vez porque habla muy mal del género humano. Y sabemos que la realidad supera a veces la ficción. Por eso es preocupante constatar que la mayoría de las especies de mariposas están en regresión en Catalunya. Concretamente, el 70% de las especies de las que se dispone de datos suficientemente robustos muestran que en estos últimos 25 años las poblaciones han bajado de forma significativa.
Las poblaciones de mariposas ligadas a prados y pastos se han reducido un 71% entre 1995 y el 2019, y un 57% las mariposas de matorral (desde 1995). Es la alerta que acaba de lanzar el informe Estat de la Natura a Catalunya, una gran radiografía sobre su biodiversidad.
“Estamos asistiendo al hundimiento de las mariposas de los prados”, dice Lluís Brotons, coordinador del estudio e investigador del CSIC (CTFC-CREAF).
“El descenso se concreta no solo en una reducción alarmante de mariposas en términos generales, sino en los procesos de extinción locales de estas poblaciones ligadas a los prados”, dice el informe.
“Evidentemente, hay diferencias entre especies concretas; y también hay un pequeño grupo cuyas poblaciones han crecido; pero el conjunto de especies de mariposas diurnas está sufriendo ese retroceso”, confirma Constantí Stefanescu, uno de los autores de estudio Estat de la Natura a Catalunya.
El inventario de mariposas diurnas de Catalunya se compone de 201 especies, las cuales son objeto de un seguimiento a través del Catalan Butterfly Monitoring Scheme (CBMS), un programa con estaciones repartidas por el país que recoge datos sobre la abundancia de las comunidades de mariposas.
Las causas de la desaparición de las mariposas son diversas y tienen que ver con los requerimientos ecológicos de cada especie y las condiciones en que se encuentran los hábitats donde viven. No obstante, la primera causa de este retroceso son las transformaciones del suelo y los paisajes, que son consecuencia a su vez de un cambio global. “Los cambios en el paisaje están conduciendo a la pérdida y al deterioro de los hábitats y están detrás de este retroceso”, dice Stefanescu.
En este proceso en Catalunya está influyendo de forma decisiva la pérdida de espacios abiertos y el aumento, por el contrario, de las zonas forestales. “Es un proceso que lleva produciéndose desde hace décadas”, dice el especialista, que se refiere así a la desaparición de prados de montaña, que constituyen algunos de los hábitats más adecuados para las mariposas. “El retroceso del sector agrícola tradicional, el éxodo rural e incluso, el abandono de las masías” aparecen como razones socioeconómicas de fondo.
Antiguamente había cierto predominio de los prados y el ganado en el bosque, lo que ayudaba a mantener y conservar los espacios abiertos. “La falta de relevo generacional” para preservar este paisaje explica esta evolución negativa para las mariposas.
En segundo lugar, la intensificación agrícola ha comportado un deterioro de los ambientes rurales. El uso abundante de pesticidas (herbicidas, insecticidas…), junto a los monocultivos y la desaparición de lindes en los campos, han uniformizado estos lugares y se han hecho inhóspitos o peligrosos para los lepidópteros.
La tendencia a la desaparición sigue un patrón más claro en el caso de las mariposas más especialistas, aquellas que tienen requerimientos ecológicos muy concretos. Hay mariposas que dependen de la existencia de unas pocas plantas en las que ponen los huevos, y otras son tan sedentarias que les cuesta moverse a otras zonas cuando su hábitat se deteriora. Sus propias características se vuelven en su contra cuando las condiciones cambian.
Un tercer factor es la urbanización del territorio y las grandes infraestructuras, que cuartean y destruyen los hábitats. “Esto es muy visible por ejemplo en el Vallès. Zonas que hace solo 40 años presentaban ambientes muy interesantes están hoy destrozadas”, dice gráficamente Stefanescu.
“Las causas son múltiples, pero el cambio climático amplifica los efectos negativos”
Entre las especies en regresión, está la medioluto herrumbrosa ( Melanargia occitanica ), una mariposa con mosaico de blanco y negro que ha perdido el 90% de sus poblaciones en Catalunya; la mariposa cervantes ( Erynnis tages ), pequeño insecto de colores marrones, o la niña de Escher ( Polyommatus escheri ), de color azul pálido.
Stefanescu expresa su preocupación por el futuro de mariposas mas especializadas, aquellas que, como las mariposas hormigueras, dependen de plantas que están desapareciendo.
Constantí Stefanescu
Amor lepidóptero
Desde niño, Constantí Stefanescu se ha volcado en el estudio de las mariposas. Un verano le regalaron un cazamariposas y, junto con su primo, se dedicó en cuerpo y alma a cazarlas compulsivamente. El ejemplar más antiguo que guarda es de cuando tenía 11 años. Cuando era pequeño vivía en Barcelona, pero iba al Montseny cada fin de semana. Hoy reside en una masía remota del Montseny en Sant Pere de Vilamajor con suministro energético a base de placas solares y desprovisto de móvil, siempre trabajando al aire libre. Su privilegio es su afición: su trabajo. En 1988 empezó a contar lepidópteros en els Aiguamolls de l’Empordà. Y durante más de 30 años he ido cada semana a este lugar, de marzo a septiembre, a cazar mariposas. Y todavía lo hace. Calcula que habrá caminado más de 5.000 kilómetros. Ha sido su sombra. Es amor lepidóptero.
Desde 1994 coordina el Catalan Butterfly Monitoring Scheme (CBMS), una red de seguimiento de la biodiversidad con más de un centenar de estaciones repartidas por Catalunya, Andorra y Baleares. El CBMS se coordina desde el Museu de Ciències Naturals de Granollers, y recibe el soporte del Departament de Territori i Sostenibilitat y de la Diputación de Barcelona. Además del seguimiento de las poblaciones, sus estudios se centran en la migración de los lepidópteros, la incidencia del parasitismo en las mariposas y la evolución de las preferencias tróficas de estos insectos.
Todos estos factores se pueden ver agravados por el cambio climático. El aumento de la frecuencia e intensidad de las sequías están afectando a las mariposas; los largos períodos con temperaturas altas y las sequías en verano también causan un descenso puntual de las poblaciones. Las plantas se secan o no crecen; las orugas y los adultos no tienen donde alimentarse, y las poblaciones menguan. “A pesar de que las causas son múltiples, el cambio climático en la región mediterránea mayoritariamente amplifica los efectos negativos”, señala el biólogo.
Un ejemplo podría ser el lobito de banda blanca ( Pyronia bathseba ), una mariposa de color anaranjado y ojos negros en el extremo de sus alas muy común en la mayor parte de Catalunya y que representa el declive que viven las mariposas en ambientes mediterráneos y cálidos.
“Es posible que su declive tenga una relación directa con el calentamiento global, ya que los decrecimientos más fuertes se dan en años en los que los inviernos son relativamente cálidos”, añade. Los inviernos cálidos podrían interferir en la fase en que las orugas pasan por un largo período de inactividad.
Las especies mas especializadas, dependientes de pocas plantas, sufren mayores perdidas
En contraposición a estas, unas pocas mariposas muestran la tendencia opuesta, un aumento de las poblaciones en las últimas décadas. Se trata de las mariposas más capaces de adaptarse a las nuevas condiciones. Como ejemplo de estas especies de éxito, Stefanescu cita la blanquita de la col ( Pieris rapae ), cuyo nombre le viene por su querencia hacia las coles.
El hecho de ser una especie muy generalista y oportunista, capaz de desarrollarse en muchos tipos de plantas, explica el avance de sus poblaciones. Su gran capacidad reproductiva –hasta cuatro generaciones al año– le permite sobrevivir en multitud de hábitats mientras que otras mariposas apenas pueden subsistir en pocos hábitats.
Stefanescu se muestra a favor de actuar de manera activa para recuperar las especies de mariposas en regresión. En este sentido, juzga que la futura aprobación definitiva (por parte de la Generalitat) del catálogo de especies amenazadas (40, en el caso de las mariposas) abre la posibilidad de impulsar planes de recuperación.
Su argumento es que las mariposas, a diferencia de los vertebrados, pueden recuperarse muy rápidamente. Algunas de ellas pueden completar tres generaciones en un solo año, “y esto “permite que su respuesta a los cambios en el ambiente pueda ser muy rápida”, añade el biólogo. Algunas tienen elevados índices de fecundidad, lo que juega a favor de ellas si se promueven planes de recuperación.
A continuación, algunos ejemplos representativos.
Lobito listado
(Pyronia batheba). Muy común en la mayor parte de Catalunya; propia de ambientes mediterráneos. Sus orugas se alimentan de gramíneas. Sufre un descenso continuado los últimos 25 años, tal vez por el calentamiento, pues los descensos mayores se dan los inviernos cálidos (cuando podrían interferir los primeros estadio de la oruga).
Blnquita de la col
Pieris rapae). Es una de las más comunes a nivel mundial. Puede comportarse como plaga agrícola. Sus orugas son capaces de desarrollarse en muchísimas otras plantas, incluidas malas hierbas que crecen en ambientes rurales y degradados. Es capaz de adaptarse e incluso sacar provecho de la degradación de los hábitats y la antropización.
Aurora blanca
(Anthocharis cardamines). Simboliza la primavera, ya que los adultos solo vuelan al iniciarse la estación. El macho tiene la punta de las alas con unas vistosas manchas naranjas. Asociada a ambientes forestales algo húmedos. No le afecta la pérdida de hábitats (por el cese de prácticas agroganaderas). Usa muchas plantas crucíferas para la puesta.
Del camuflaje a la traición
Hormiguera, la mariposa okupa
Constantí Stefanescu explica que, en la zona donde vive, ha visto desaparecer las mariposas hormigueras de lunares (Phengaris arion), llamativa por sus puntos negros sobre alas con azul en el fondo que parasita los nidos de las hormigas Myrmica. Esta es una mariposa okupa que se camufla para alimentarse de las larvas de hormiga.
Y nos deleita con sus explicaciones.
La hormiguera de lunares solo pone los huevos en dos plantas cuando éstas están en flor (el orégano y el serpol). Sus orugas se alimentan de estas flores durante dos semanas. Pero cuando hacen la tercera muda, se dejan caer al suelo y producen una feromona que mimetiza la feromona de una especie de hormiga.
De esta manera, cuando la hormiga detecta esta feromona y localiza la oruga, la recoge y se la lleva al nido, pensando que es una larva propia de su especie. Sin embargo, cuando la futura mariposa está en el nido, cambia de hábitos; pasa a una fase de animal carnívoro, y se alimenta de las larvas y pupas de las hormigas. Finalmente, la mariposa parásito, superada ya la fase de crisálida, sale del nido de las hormigas tras ejecutar su gran “traición”.
La delicada situación de esta especie tiene mucho que ver con su carácter de mariposa hiperespecialista, pues, al inicio de su fase de oruga, solo se alimenta de dos flores: las del serpol y del orégano.
La mariposa hormiguera es, pues, un ejemplo de mariposa que tiene grandes requerimientos para sobrevivir (dependencia de plantas que pueden desaparecer o de una cohabitación con densas poblaciones de hormigas Myrmica).
Algo parecido hace la hormiguera de las gencianas (Phengaris alcon), que convive y coevoluciona en los nidos de las hormigas, aunque no devora las larvas y pupas de las hormigas, sino que aprovecha el alimento que regurgitan.