Miles de estudiantes protestan para pedir acciones contra la crisis climática
Una lección al mundo
Movilización mundial sin precedentes por el planeta
Cientos de miles de pupitres se quedaron ayer vacíos en las escuelas de todo el mundo. Era viernes y los chavales tenían algo mejor que hacer: huelga. Y una causa común del Pacífico al Ártico, de Sidney a Johanesburgo, de Berlín a Kabul o Nueva York: la defensa del planeta.
“Hoy nos saltamos las clases para dar una lección al mundo”, se leía entre la marea de pancartas reivindicativas que cientos de miles de manifestantes pasearon ayer por todo el mundo para llamar la atención sobre la gravedad de la crisis climática y reclamar a los líderes mundiales que adopten medidas urgentes en la próxima semana se reunirán en la Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas. “Creo que esto es mucho más útil que estar sentada en clase. Total, los políticos tampoco escuchan a la gente que ha estudiado”, decía Grace, de 18 años, matriculada en la universitaria de Maryland.
“No escuchan a los que saben”
Grace, 18 años: “Estar aquí es mucho más útil que estar sentada en clase”
Unos cuatro millones de personas salieron ayer a las calles en todo el planeta para participar en la Huelga Mundial por el Clima, según los organizadores en lo que sería la mayor protesta global de la historia contra la crisis climática. Alrededor de 5.000 actos en 150 países que culminaron con una gran marcha de 250.000 personas en Nueva York encabezada por la activista sueca Greta Thunberg, la adolescente que hace un año empezó a faltar a clase los viernes para manifestarse contra el cambio climático y rápidamente conectó con las preocupaciones de jóvenes y mayores de todo el mundo, impulsando un movimiento global.
Las primeras manifestaciones se produjeron en Australia, donde unas 300.000 personas salieron a las calles, la mayor movilización registrada en el país desde las protestas contra a guerra de Irak del 2003. En Alemania, el país donde más ha prendido el movimiento Viernes por el Futuro (Fridays for Future) iniciado por Thunberg, más de un millón de personas acudieron a la cita, 100.000 de ellas en Berlín.
Unas 15.000 personas se manifestaron en Bruselas, alrededor de 10.000 en París, Londres y Estocolmo... Es significativa la movilización conseguida en Estados Unidos y no sólo en Seattle, Nueva York, y Washington, donde las escuelas no pusieron falta a los chicos si tenían permiso paterno para ir a la manifestación, sino en ciudades como Austin, Los Ángeles o Miami, en Florida, uno de los estados más afectados por la crisis climática.
Hubo otras movilizaciones menores pero también significativas en el resto del mundo: Manila, Seúl, Tokyo, Kioto, Estambul, Johanesburgo, Ghana, México, Río ... En Kampala (Uganda), una ciudad a orillas del lago Victoria que conoce de primera mano los efectos del calentamiento del planeta, varios centenares de jóvenes se saltaron las clases para protestar.
El movimiento ha llegado al Ártico, una región donde la temperatura está subiendo al doble de velocidad que en el resto del planeta. En el archipiélago Svalbard, a mil kilómetros del Polo Norte, unas 80 personas, niños y mayores, salieron a manifestarse con eslóganes como “Hace calor aquí” o “No hay un planeta B”. Un centenar de jóvenes afganos salió a manifestarse en Kabul, protegidos por personal armado mientras avanzaban con el mismo eslogan que el resto del planeta: “Fridays for future”.
Juventud movilizada
Del Pacífico al Ártico, de Berlín a Nueva York, su causa común es defender el planeta
“Es una gran victoria”, afirma Thunberg. “Nunca creí que pudiera ocurrir algo así ni tan rápidamente, en sólo 15 meses”, reconoció. Pero “no es gracias a mí sino gracias a los miles de organizadores que han dedicado infinidad de horas” a la causa, reconoció ayer Greta Thunberg antes de sumarse a la manifestación de Nueva York. La movilización planetaria de ayer marca el comienzo de dos semanas de movilizaciones que incluyen la celebración hoy en Nueva York de la primera cumbre de la juventud sobre el clima en la que participarán unos 500 jóvenes de los cinco continentes, entre ellos la famosa adolescente sueca. Su objetivo, presionar a los políticos para que tomen medidas que permitan cumplir como mínimo los objetivos pactados en la cumbre del clima de París del 2015. Se ha convocado otra huelga para el viernes.
“Lo siento, chicos, os hemos arruinado el planeta”, comentaba en Washington Bob, de 81 años. “Sentimos que nuestra generación haya hecho tanto caso a la industria del petróleo y del carbón. Al Gore ya hablaba de eso hace años y algunos nos hemos manifestado contra todo eso desde hace 30 años pero hace falta mucha gente”, añadía Caroline, de 75 años, entusiasmada por la marea de jóvenes que les rodeaba. “Ellos son los que van a sufrir la catástrofe que se avecina y los que van a pedir a los políticos que despierten”, decía con esperanza.
Dicen los jóvenes que no es una moda. “Si los políticos no prestan atención al cambio climático, los vamos a echar”, aseguran Julia y Samantha, de 19 y 21 años, estudiantes de Georgetown. “Vivimos nuevos tiempos. Cuando nosotras íbamos al instituto no se hacían estas cosas. Ahora han venido incluso los profesores”, celebran. “Antes de terminar el instituto me voy a hacer vegano”, promete Yuya, un chaval de 14 años de Washington que tiene encendidas discusiones con sus padres sobre el tema. “Básicamente, estamos aquí porque ellos no lo hicieron”, añade su amiga Carmen, que lleva el pelo pintado de verde.
“Amo a Greta, es tan inspiradora... Es asombroso lo lejos que ha llegado”, comentaba a los pies del Capitolio de Washington Maggie, una estudiante de secundaria de 13 años. Aunque podía verse su foto en muchos carteles de las manifestaciones, la revista Time la ha incluido en su lista de personas del año, se ha visto con Barack Obama y empieza a haber críticas a la atención que suscita, Greta Thunberg no ha buscado especial protagonismo a su paso por Washington.
Ha ocupado un lugar discreto en las movilizaciones previas y cuando el miércoles, junto con otros adolescentes norteamericanos, intervino en el Congreso para reclamar a los legisladores medidas urgentes contra el cambio climático, rehuyó los focos. Cuando llegó su turno, se limitó a entregarles unos documentos. “No quiero que me escuchen a mí. Quiero que escuchen a los científicos”, dijo mientras les tendía el informe especial de expertos en cambio climático que asesoraron a la conferencia de París.