Loading...

El lince amplía su territorio

Recuperación de la biodiversidad

El número de animales se eleva a 650 y multiplica por 7 el censo del 2002

Suelta de un ejemplar en Vilches (Jaén) el año pasado

Àlex Garcia

El número de ejemplares de lince ibérico aumentó el año pasado en la Península mientras que sus poblaciones consolidaron su expansión territorial. Se calcula que el año 2018 acabó con un total de 650 linces en libertad –según cifras provisionales–, a los que habría que añadir 135 ejemplares en los centros de cría y cautividad.

Esta cifra es siete superior a la de linces del 2002 (94 ejemplares repartidos entre la sierra de Andújar y Doñana), cuando se inició el plan para recuperar esta especie, que estuvo a punto de desaparecer. El número de ejemplares a finales del 2018 podría significar un aumento del 10% respecto al del 2017 (589).

Los felinos han creado corredores biológicos entre las áreas de implantación

Del total de linces inventariados en el 2018, entre 420 y 425 habitan en Andalucía, distribuidos por las zonas de Doñana (Huelva y Sevilla) y Andújar (Jaén), las áreas históricas donde quedó recluido, y los valles del Guadalmellato (Córdoba) y Guarrizas (Jaén); mientras que el resto corresponden a núcleos de reintroducción fuera de esta comunidad. Se estima que hay unos 60 ejemplares en los núcleos de Val do Guadiana (Portugal), Matachel (Badajoz) y Montes de Toledo, respectivamente, mientras que en Sierra Morena Oriental (Ciudad Real) habría unos 40.

La población de lince crece en el sur de la Península. Pero hay dos tendencias que pueden definir su evolución futura. Por una parte, la salud del lince es buena fuera de Andalucía –registra aumentos constantes–, mientras que en la comunidad andaluza presenta un cuadro particular, marcado sobre todo por el estancamiento demográfico en las zonas de Andújar y Doñana, debido a la falta de conejos (diezmados por la enfermedad hemorrágico-vírica), una presa que tiene casi como plato único.

La situación sigue siendo delicada en la zona de Andújar, por la escasez de conejos

Los datos del 2018 confirman la consolidación de las poblaciones de linces reintroducidas. “Antes de iniciarse los programas de reintroducción se hicieron estimaciones sobre el número de hembras territoriales previstas y vemos que estas previsiones se han superado”, indica Miguel Ángel Simón, director del programa Life+Iberlince, dedicado a la cría de estos animales en cautividad para posibilitar su posterior reintroducción. En el año 2017, por ejemplo, nacieron en libertad un total de 172 cachorros de lince.

Uno de los hechos más positivos del proyecto ha sido constatar que, sin que se hayan realizado actuaciones específicas, los asentamientos han entrado en conexión entre sí. El resultado es que se han creado en la práctica corredores biológicos entre el Val do Guadiana (Portugal) y Doñana (Huelva y Sevilla); entre el núcleo de Matachel (Badajoz) y los Montes de Toledo y la sierra Norte de Sevilla; y también hay un intercambio fluido de ejemplares entre Guadalmellato-Cardeña (Córdoba) con Andújar y Guarrizas (Jaén). “Estas conexiones son importantes desde el punto de vista biológico por el intercambio genético que comportan”, dice Miguel Ángel Simón.

Evolución de la población total de linces en Andalucía

Alan Jürgens

“Las áreas que hemos elegido para la reintroducción del lince presentan unas condiciones más favorables que los territorios históricos del lince, ya que disponen de una alta densidad de conejos, con lo que en ellas no hay limitaciones para el crecimiento de poblaciones”, dice Simón. En cambio, Doñana y Andújar, los dos últimos sitios donde sobrevivió este animal, presentan una escasez de conejos.

“Si (en otro contexto) hubiéramos tenido la ­opción elegir y seleccionar los lugares de reintroducción, hubiéramos visto que Doñana y Andújar no eran precisamente los mejores sitios. Yo no los hubiera seleccionado”, bromea el director del programa Life+Iberlince para recalcar la falta de conejos en estas zonas.

La escasez de conejo ha hecho que se hayan tenido que hacer repoblaciones con este animal en Doñana y Andújar, para garantizar el alimento del lince, aunque esa baja densidad seguirá siendo una losa para la expansión del lince. Está previsto que continúen las repoblaciones, pues, en caso contrario, la población en Andújar podría entrar en declive.

Datos de la especie

Alan Jürgens

Hasta ahora, no se ha podido frenar ni contener la enfermedad hemorrágico-vírica en las zonas de mayor incidencia, donde el impacto es especialmente acusado en las crías de conejo (gazapos), que suelen morir en el interior de las madrigueras.

Por todo esto, la situación es desigual en Andalucía. En Andújar, la escasez de alimento (conejo) es determinante; aunque mueve al optimismo el hecho de que se mantenga el número de hembras reproductoras (entre 50 y 55). El censo del 2018 se cerrará con una disminución de ejemplares, sobre todo debido al mejor número de cachorros.

En Doñana, las poblaciones siguen estables, y se calcula que el número de ejemplares ronda los 86. Esta zona es habitada por entre 20 y 25 hembras territoriales. “Su población es difícil que se incremente más, salvo que se hiciera un plan estratégico de recuperación sistemática de algunos territorios”, agrega. Hay entre 20 y 25 cachorros.

En las dos primeras zonas de reintroducción (en Guarrizas y Guadalmellato, en Andalucía), seleccionadas en su día por su alta densidad de conejos, la evolución es positiva.

En Guarrizas (Jaén), la enfermedad hemorrágico-vírica tuvo una gran incidencia, pero la población de conejos se ha recuperado y ha alcanzado ya el nivel que tenía antes de que llegara la nueva cepa de la enfermedad. Se estima que hay casi 100 ejemplares. En cambio, en Guadalmellato (Córdoba) la recuperación no ha sido tan buena; debe de haber entre 60 y 70 linces.

Mientras tanto, los promotores del plan de recuperación del lince (Junta de Andalucía, Ministerio para la Transición Ecológica y una veintena de entidades más) preparan un nuevo salto para la expansión del lince.

De cara al 2019, se está ultimando la redacción de nuevo proyecto para solicitar nuevas ayudas europeas antes de final de enero. Los promotores confían en que la Comisión Europea conceda un nuevo Life, tras las ayudas anteriores otorgadas, que totalizan 69,3 millones de euros. “Europa se ha comprometido en la conservación de esta especie única; no podía dejarla perder. Proteger el lince es como salvar un patrimonio único, como conservar la mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada”, dice Miguel Ángel Simón.

“Vamos a mover linces en zonas conflictivas”

El programa Life+Iberlince II para el periodo 2019-2024 (que Bruselas debe aprobar) prevé consolidar las zonas de asentamientos actuales y crear nuevas áreas de colonización con linces. Se pondrá énfasis en conectar los territorios y en hacer permeables las infraestructuras. Se quiere robustecer los núcleos de fuera de Andalucía (para pasar de 8 o 10 hembras reproductoras en cada uno de ellos a tener 20 o 25 hembras); y, sobre todo, garantizar un cruce natural de ejemplares para que haya un flujo genético que evite la intervención humana (ahora se hace una selección genética de los ejemplares criados en cautividad, que son escogidos pensando en los más idóneos para ser soltados en el territorio).

“Vamos a mover linces en zonas conflictivas, donde sabemos que hay carreteras sin pasos, infraestructuras y demás riesgos. Sabemos que habrá problemas”, admite Miguel Ángel Simón, convencido de que hay que asumir este reto. Los hábitats ya no serán tan idóneos; a veces serán zonas agrícolas. “Unir estas poblaciones es una necesidad biológica; pero se hará con una estrategia clara”, dice Simón. Para este plan se cuenta con el soporte de los estudios de la Escuela de Montes de Madrid. La información recogida por los GPS de los animales marcados (100.000 coordenadas) permite determinar cómo se mueven y seleccionar las zonas idóneas de reintroducción (se requieren zonas con altas densidades de conejo, de 1.000 o 2.000 hectáreas...). Además, está previsto crear nuevas áreas de reintroducción en el río Ortiga (Extremadura) y Sierra Ara (Granada). La Comunidad de Castilla y León se ha interesado en participar en la nueva fase de reintroducción del lince.

Una treintena de muertes en carretera

Los atropellos en las carreteras sigue siendo la lacra de esta especie. Una treintena de ejemplares murieron bajo las ruedas en la Península en el 2018. El número total de atropellos podría situarse en niveles similares a los del 2017 (31 muertes), aunque la cifra en Andalucía puede ser superior a las del año anterior.

El principal punto negro fue la autovía A-4, entre Bailén y Andújar, donde el Ministerio de Fomento ha empezado a crear un paso subterráneo. En el año 2017, murieron 18 linces en las carreteras de Andalucía, pero el año pasado el número de fallecimientos superó los 20. “Hay más muertes de linces en Andalucía, pero es también porque en esta zona hay más presencia de linces y más riesgos”, explica Miguel Ángel Simón, director del programa Life+Iberlince, quien relativiza la incidencia de los atropellos en este contexto. “En 1998, había sólo 8 o 10 atropellos, pero en un territorio de 125 km2; en cambio, ahora el lince tiene presencia en un territorio de entre 4.000 y 5.000 km2”, señala. También es un punto fatídico la carretera CM-410 en Castilla-La Mancha, donde se registraron abundantes atropellos, lo que ha obligado a actuar a la Consejería de Fomento autonómica.

Luis Suárez, responsable del programa de especies de WWF, estima que un 20% de los atropellos se produce en “puntos negros” ya conocidos. Este experto lamenta que la construcción de pasos va “lenta”; y, aunque valora positivamente la actitud de las administraciones, hasta finales del 2019 no se terminarán actuaciones importantes, como un paso subterráneo en la autovía Madrid-Sevilla a la altura de Andújar.

Suárez resalta que, además, ha surgido otro punto negro en la carretera A-4 a la altura de Almuradiel, en Ciudad Real. “Siempre habrá un goteo de animales muertos; es imposible intervenir en todas las carreteras, pero sí podemos trabajar en los puntos en los que se dan diversas muertes”, observó Suárez.

Las carreteras son un gran peligro para el lince, pero no el único. El pasado 28 de diciembre se halló muerto en Guadalmellato a Marvel, un lince ibérico cuya necropsia reveló que su cuerpo tenía más de 300 plomos procedentes de disparos a bocajarro. Luis Suárez apunta que las cifras de muertes por furtivos están infravaloradas, ya que apenas se conoce las muertes de los linces marcados con radiotransmisores. El año pasado se registraron ocho linces muertos por furtivos, y la cifra del 2018 puede ser similar. “Seguramente estamos infraestimando la mortalidad por furtivismo, porque los atropellados se encuentran todos, pero los que mueren por esta causa, si no están marcados, son muy difíciles de hallar”, admitió Suárez a Europa Press.

Suárez indicó “cierta reiteración” en la zona de Doñana de la provincia de Sevilla y en la zona de Guadalmellato, donde no se ha conseguido erradicar prácticas como los lazos o los cepos. “Los disparos empiezan a ser preocupantes” y “se están produciendo en varias zonas”. Por ello, hace un llamamiento a la colaboración de ciudadanos, cazadores y agentes de la Guardia Civil para frenar ­este tipo de delito y evitar que se extienda.