Hay tradiciones que se mantienen a lo largo de la historia y otras que terminan de un día para otro. En Suecia, por ejemplo, el 3 de septiembre de 1967 es conocido como el Dagen H (Día H) porque ese día, un domingo, el país cambió el sentido de circulación del tráfico. A las 5 de la madrugada, se pasó de conducir por la izquierda a hacerlo por la derecha, como la mayoría de países europeos, poniendo fin a una tradición que había perdurado durante años.
Otra tradición relacionada con el mundo de la movilidad que ha dejado de estar vigente nos lleva hasta el continente asiático. Concretamente a Japón. En el país del sol naciente estuvieron prohibidos durante décadas los vehículos de color rojo, hasta que Honda rompió esta tradición en 1963 coincidiendo con el lanzamiento del Honda S500 que Soichiro Honda -el fundador de la marca- presentó en sociedad en una amplia variedad de colores, entre ellos el rojo.
El atrevimiento de Honda causó un enorme revuelo en Japón, ya que hasta entonces el color rojo estaba reservado únicamente a los vehículos de bomberos. La ley de tráfico japonesa recogía hasta el inicio de la década de 1960 que los colores rojo y blanco eran exclusivos para los vehículos de emergencia.
Durante siglos el color rojo estuvo reservado a las clases más altas y a la familia del emperador
El rojo se destinaba a los camiones de bomberos, y el blanco, a las ambulancias. De este modo, se intentaba diferenciar claramente los vehículos de emergencia de los demás y evitar confusiones en una población que apenas empezaba a adoptar el automóvil.
No es de extrañar que la opinión pública se sobresaltara por esta decisión de Honda, dado que Japón es un país profundamente arraigado en sus tradiciones. Las convenciones relacionadas con los colores tienen una larga historia en la cultura japonesa, remontándose hasta el siglo VI, cuando los colores eran utilizados para distinguir rangos sociales y funciones específicas dentro de la sociedad. El color rojo estaba reservado a las clases más altas y a la familia del emperador.
Pero Soichiro Honda estaba decidido a romper moldes, como defendió a través de las páginas del Asahi Shimbun, uno de los periódicos de mayor tirada de Japón. “El rojo es un color básico del diseño. ¿Cómo pueden prohibirlo por ley? No conozco ningún otro país de primer orden que tenga el monopolio sobre un color”, declaró el empresario, cuestionando abiertamente la normativa existente.
Hasta que Honda desafió a las autoridades, solo los camiones de bomberos eran de color rojo
En 1963, el Honda S500, el segundo automóvil fabricado por la compañía -tras el pickup Honda T360, con el que comparte chasis- se convirtió en el primer turismo en desafiar abiertamente la normativa al ser pintado de rojo, un color que hasta entonces solo estaba reservado para los vehículos de bomberos.
Equipado con un motor de alta tecnología, inicialmente concebido con una cilindrada de 492 cc, la versión de producción finalmente alcanzó los 531 cc y desarrollaba una potencia de 44 CV. El Honda S500 lograba una velocidad punta de 129 km/h, un registro que en aquella época era considerado impresionante para un automóvil compacto, especialmente para un modelo que buscaba destacarse como un coche deportivo accesible.
Este avance además de remarcar el talante innovador de Honda, sirvió para acelerar el cambio de las regulaciones vigentes. La controversia generada por el uso del color rojo en vehículos no tardó en provocar una revisión de la normativa, y finalmente, en 1967, se levantó la restricción que prohibía los automóviles de este color, permitiendo así una mayor libertad en el diseño de los vehículos en Japón, como defendía Soichiro Honda.
A continuación, puedes ver un vídeo en el que se muestra un histórico ejemplar del Honda S500 del que únicamente se fabricaron 1.363 unidades.