Marco Valcárcel Ribeiro, transportista con más de 17 años de experiencia, comparte con los entresijos de un oficio que, aunque vital para la economía, a menudo pasa desapercibido. Desde sus inicios en el ejército hasta las rutas internacionales, Marco ofrece una mirada cercana y realista a un trabajo que combina soledad, largas horas y desafíos logísticos.
La vida al volante
De los inicios militares al transporte civil
Marco comenzó su carrera en el ejército, donde obtuvo sus primeros permisos de conducción de vehículos pesados. “En la Unidad Militar de Emergencias de León me saqué los carnés para camiones rígidos, con remolque y autobuses. Una gran parte de los transportistas españoles hemos dado el salto desde el ejército, donde la formación era gratuita, aunque con compromiso”, explica.
Tras años de servicio, se trasladó al sector civil, obteniendo la certificación CAP requerida para transporte de mercancías. Su experiencia se consolidó en el País Vasco transportando piezas para molinos eólicos, especialmente bridas, elementos cruciales en la estructura de estos gigantes de la energía renovable.
A kilómetros de casa
La realidad del transporte internacional
Las rutas europeas, según Marco, presentan ciertos desafíos. Desde los altos precios de combustible en países como Alemania o Francia hasta la escasez de aparcamientos adecuados, cada jornada está llena de obstáculos. “En Europa, encontrar un aparcamiento seguro entre las cinco y las ocho de la tarde es una odisea. Muchas veces dependes de pagar entre 20 y 50 euros por una noche en un 'autohof' alemán”, reuerda. Además, los precios de la alimentación y la calidad de vida lejos de casa afectan significativamente. “Un mes en Europa puede costarte el doble que en España sólo en comida. Aquí todavía encuentras menús caseros por 12 euros, algo impensable en Alemania o Italia”.
Por todo ello, recientemente, Marco decidió regresar al transporte nacional, priorizando una mejor calidad de vida pese a una ligera reducción salarial. “En España hay más flexibilidad horaria y aparcamientos más accesibles. Además, la posibilidad de comer bien y a precios razonables hace que la jornada sea más llevadera”, asegura.
Ya sea en España o por Europa, aunque claramente en esta segunda ruta es más acuciante, la soledad es un tema recurrente en este sector, pero Marco lo ve desde otra perspectiva: “Si necesitas constante interacción social, este trabajo no es para ti. Para muchos, es una ventaja no tener jefes o compañeros cerca, y la libertad de planificar tu ruta a tu manera es invaluable”.
Imprudencias de los conductores
Imprudencias de los conductores
La convivencia entre vehículos ligeros y pesados en la carretera está marcada por el respeto a las normativas y la prudencia, pero las prácticas imprudentes siguen siendo una constante. Según Valcárcel, uno de los mayores desafíos es la falta de conciencia de algunos conductores sobre las limitaciones de los camiones. “Cuando un coche adelanta y se mete demasiado cerca, nos pone en una situación de riesgo. Un camión no frena como un coche, llevamos hasta 40 toneladas y media de peso. Si tenemos que realizar una frenada brusca, la carga puede desplazarse por la inercia, incluso aunque esté bien estibada”, explica. Este tipo de maniobras no sólo pone en peligro al transportista, sino también al resto de los usuarios de la vía, ya que la desestabilización del vehículo puede generar accidentes graves.
Otro problema frecuente es el uso indebido de los aparcamientos reservados para camiones por parte de vehículos más pequeños. “Es común ver caravanas o furgonetas utilizando estos espacios. Esto nos complica el descanso, especialmente en zonas como Europa, donde los aparcamientos son limitados y muchas veces de pago”, comenta. Estas situaciones, que pueden parecer menores, tienen un impacto directo en la seguridad y la eficiencia de los transportistas, quienes dependen de una buena planificación de sus rutas y descansos para cumplir con las estrictas regulaciones de conducción. Marco insiste en que una mayor educación vial y respeto mutuo serían clave para mejorar la convivencia en carretera.
A pesar de los retos, Marco sigue disfrutando de su oficio. “El transporte es esencial para todos. Lo que llevamos en los camiones toca casi cada aspecto de la vida cotidiana de la gente. Y aunque sea un trabajo solitario, tiene algo único: la libertad de la carretera”, afirma con conocimiento de causa.