¿Por qué los gatos sacan la lengua y por qué deberías vigilarlo?
Cuidado animal
La imagen de un gato con una parte de su lengua fuera es muy graciosa (y fotogénica) , pero puede esconder una enfermedad grave
Las causas de que un felino haga este gesto van desde la relajación excesiva hasta problemas neuronales o algo peor
Raisa, una gata birmana de cinco años, solía acomodarse encima del escritorio de Susana mientras la segunda teletrabajaba. Entre tecleo y tecleo, no había cosa más agradable para ella que alargar la mano y acariciar a la felina. Una mañana, en la pausa del café, Susana desvió un momento la vista de la pantalla y miró a Raisa: se había quedado dormida con un trozo de lengua fuera de la boca, lo cual le pareció tan gracioso a la chica que cogió su móvil, le sacó varias fotos y las subió a Instagram.
Al día siguiente, en el mismo escenario, sucedió exactamente lo mismo. La gatita dejó su lengua fuera y Susana volvió a fotografiarla. Esta vez hasta incluyó el hashtag #tongueoutTuesday (#martesconlalenguafuera), que descubrió que era tendencia en la red social del postureo. En las jornadas sucesivas, Raisa seguía con aquella nueva costumbre (o quizás, manía), y Susana no le dio la mayor importancia. Tampoco se la dio a que, a veces, la lengua le temblaba durante unos segundos. Pero un día, la gata comenzó a hacer movimientos anormales con la cabeza y a golpearse la boca con las patas y Susana se asustó, la metió en el transportín y la llevó rápidamente al veterinario.
Los gatos de razas braquicéfalas tienen más propensión a quedarse con la lengua afuera:
Susana no es el nombre real de la protagonista y Raisa no es ninguno de los gatos que aparecen en las fotos de este artículo, a petición de la joven: “Me siento culpable. Debí haber puesto atención al temblor que también noté en su lengua aquellos días. Mi gata estaba en peligro y yo subiendo fotos ‘graciosas’ a Instagram”, me confiesa. Raisa tenía un serio problema de salud y su lengua era el aviso.
Cuando el gesto es repetitivo
“Que el gato no guarde su lengua completamente en la boca puede ser irrelevante. Podría deberse a que, simplemente, se le haya quedado así después de haberla sacado para lamerse o al bostezar; que se haya dormido sin ocultarla del todo o esté muy relajado. O que tenga algo pegado a las papilas, como su propio pelo, por la acción de lamerse”, explica Lluís Bosch, especialista europeo en Medicina intensiva de la Fundació Hospital Clínic Veterinari de la Universitat Autònoma de Barcelona. Por otro lado, en felinos muy mayores, este gesto podría ser indicio de demencia.
Ciertas razas de gatos braquicéfalas (se reconocen porque su cara es chata) también pueden tener predisposición a mantener la sinhueso fuera de la boca. Los gatos persas, los himalayos y los birmanos comparten este rasgo. Otra de las causas de sacar la lengua es que el gato se esté mareando (al viajar en coche, por ejemplo), esté estresado o padezca ansiedad. Cuando el gato, además, babea de forma excesiva de repente, pierde el interés por la comida o muestra malestar al comer o mal aliento, puede que sea a causa de placa en los dientes por la comida en descomposición y las bacterias acumuladas.
Esto podría llevar a que sufriera gingivitis y después, enfermedad periodontal o aún peor: podría ser una de las causas de una estomatitis, cuyo desencadenante principal suelen ser, sin embargo, las infecciones virales. “La estomatitis es la inflamación de la boca del gato (las encías, lengua y otros tejidos bucales se ponen muy rojos e irritados)”, explica Bosch. “La enfermedad es, a veces, muy dolorosa, y los síntomas más comunes son la disminución del apetito, el babeo, el mal aliento y un pelaje descuidado. Y también sacar la lengua y darse zarpazos en la cara.
Si dejar la lengua al exterior es recurrente o se acompaña de cambios en la conducta del gato, puede ser indicio de un problema grave
“Existe, además, la posibilidad de que el felino tenga náuseas por algo que le cuesta digerir, por comer demasiado rápido o ingerir mucha cantidad de golpe; por haber tragado bolas de pelo o algo en mal estado o por el sabor de algún medicamento”, explica el veterinario. Si unido a sacar la lengua, el gato jadea o parece aletargado y coincide con una temperatura alta, quizá esté sufriendo un golpe de calor y entonces, mientras buscamos a un profesional, es aconsejable colocarlo enseguida a un lugar fresco y con agua.
“Si el dejar la lengua al exterior es recurrente o se acompaña de cambios en la conducta del gato, se debería consultar a un veterinario. Si el animal tose, tiene dificultades para respirar o las encías o la lengua se le ponen de color azulado, y si tiene antecedentes de enfermedades cardíacas o respiratorias, podría tratarse de una infección respiratoria o una obstrucción”, explica Bosch. Una patología respiratoria que también padecen los gatos es el asma, por el que las vías respiratorias se inflaman y se estrechan y generan mayor mucosidad, de manera que el animal tiene dificultades para respirar, ansiedad y respiración con ruido. Se trata de una enfermedad progresiva, por lo que, no diagnosticada a tiempo, podría tener consecuencias graves.
Gato dormido que, probablemente, se olvidó de guardar su lengua:
Nos habíamos quedado en el momento en que Susana entraba por la puerta del veterinario ante los movimientos extraños de su gatita. ¿Qué le estaba pasando a Raisa? “El control de la lengua también implica al sistema neurológico, por lo que algunas enfermedades neurológicas o neuromusculares, aunque menos comunes, también pueden provocar movimientos anormales de ese músculo bucal”. Una enfermedad neurológica también irá acompañada de otros movimientos anormales o extraños en el gato, que es justo lo que le acababa de suceder a Raisa. ¿Era muy grave?
Una de estas patologías neurológicas que afecta a la lengua de los gatos es el síndrome de dolor orofacial felino. Éste está asociado a un fuerte dolor en la boca y la cara y es más frecuente durante la dentición permanente y en gatos maduros (entre 7 y 10 años). Uno de los desencadenantes puede ser, atención, el estrés. El gato afectado suele presentar episodios agudos de movimientos exagerados de mandíbula, labios y lengua, y tenderá a atacarse la zona con las extremidades anteriores, en algunos casos, automutilándosela.
Puede que el gato tenga algo pegado a las papilas de su lengua rugosa, como su propio pelo:
Curiosamente, este problema parece afectar sólo a ciertas razas de gatos, como el burmés y sus cruces, por lo que se sospecha que su origen es hereditario. También afecta a los gatos birmanos, justamente la raza de Raisa, a la que el veterinario recetó analgésicos, que debería tomar periódicamente. “El tratamiento de esta patología requiere un enfoque holístico, no solamente orientado a reducir el dolor con analgésicos, ya que éste puede ser resistente a los fármacos. A veces, se requieren anticonvulsivantes con un efecto analgésico y, no menos importante, garantizar al felino un entorno de tranquilidad para evitar el estrés”, explica el especialista.
Como última causa, la más más grave, de que el gato deje la lengua afuera, podría estar el cáncer de boca
Como última causa - y más grave- de que el gato deje la lengua afuera, podría estar también el cáncer de boca. En este caso, iría acompañado de pérdida de dientes sanos de forma repentina, saliva roja, babeo excesivo, hinchazón en la cara, acumulación de sarro en una parte de la boca o dejar caer la comida de la boca y perder el apetito.
Aunque sus causas son aún desconocidas en gran medida, el carcinoma oral de células escamosas -el cáncer de boca más común en los gatos- puede deberse a un virus y también a la exposición a carcinógenos ambientales, como los químicos en los collares antipulgas, según un estudio publicado en el Journal of Veterinary Dentistry. Cualquier inflamación o irritación crónica en la boca, como la hinchazón asociada a una enfermedad dental, aumenta el riesgo de cáncer de boca. En función del tipo de tumor, su extensión y su ubicación, el tratamiento podría implicar cirugía, radiación y quimioterapia.
Si tu gato se deja la lengua fuera de la boca, puede ser que no tenga la menor importancia, pero si hay algún otro signo potencialmente preocupante, como que se le caiga la comida cuando está masticando, notas cambios en su apetito o en sus hábitos de acicalamiento o respira con la boca abierta, lo mejor es consultar con urgencia a un veterinario.