¿Sabíais que Zoe es un nombre de origen griego que significa “llena de vida”? Si os soy sincero, lo he consultado en el diccionario porque lo desconocía; lo que sí sé es que también es el nombre de nuestra protagonista de hoy.
Sus llamativos colores, blanco, marrón y negro, le confieren una personalidad tremenda y una apariencia súper simpática. Aun así, esta Jack Russell tiene un carácter algo particular; no le va demasiado socializar, ni con perros ni con humanos… que no le va el postureo, vamos, es sincera y directa.
Prefiere ir a la suya y centrarse en las personas que realmente le importan, como su queridísimo Fernando Tielve (Madrid, 1986).
¿Quién es Fernando? Pues es un maravilloso actor que ha trabajado en películas y series como El Espinazo del Diablo o El Laberinto del Fauno, con Guillermo del Toro; El Embrujo de Shanghai, con Trueba; La penúltima, 4 estrellas o El Internado, donde dio vida al inolvidable personaje de Cayetano.
Más allá de todo esto, lo que os puedo decir es que el papel más importante de su vida es el que interpreta al lado de Zoe.
Zoe, Fernando…
¿Cómo estáis?
Pues estamos que no estamos porque Zoe no está aquí ahora conmigo porque me voy de viaje y la he tenido que dejar con el cuidador. Llevo un día sin ella, sintiendo el vacío de la casa y echando de menos el ruido de sus patitas, que es, creo, uno de los más familiares y más bonitos que puede escuchar una persona que comparte su vida con un animal. Me está costando, aunque creo que nos va a venir muy bien a los dos porque ella está muy empadrada y yo muy “enzoeteado”.
¿Por qué Zoe?
Pues la verdad es que vino ya con el nombre dado porque es adoptada. Es una Jack Russell y, al ser de raza, mucha gente piensa que la compré cuando, en realidad, es todo lo contrario. En realidad, es adoptada, pero no de protectora, porque el chico que la había tenido antes la devolvió porque su novia tenía alergia a los perros. Así entramos la una en la vida del otro y lo cierto es que no puedo sentirme más feliz. Debo decir que, al principio, no me hacía mucha gracia el nombre porque tuve un amigo, muy amigo, que se llamaba así, ya que es un nombre que se utiliza tanto en femenino como en masculino, con el que se paró la relación. Es una época de mi vida que no recuerdo con especial cariño, pero debo decir que, al final, ese nombre asociado a mi perra es el que prevalece en mi cabeza cada vez que lo oigo.
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Por cierto, me llama mucho la atención el ladrido, o no ladrido, de Zoe…
Hace así…
Es divertidísimo ver a Fernando imitar el ladrido de Zoe… Es un sonido similar al de un ave exótica. No puedo contener mi carcajada.
¡Es que no sabe ladrar! De hecho, yo creo que tardé como un año en escuchar algo parecido a un ladrido. Lo que hace es gritar, no ladrar; lo poco que ladra, grita. No sé si es porque no tiene otros ladridos como referencia, pero la verdad es que no sabe.
Tiene un carácter muy especial, ¿te la imaginabas así?
Zoe no es muy sociable, es tímida y selectiva, no le gusta ni que la toquen cuando va por la calle. Yo vivo en Malasaña, que es una zona bastante concurrida, y aunque la gente se para a decirle cosas, ella pasa totalmente. Aun así, con mi madre o con algunas personas muy concretas, sí le gusta estar. Tampoco lo lleva bien con los animales, no creas. Por otro lado, tengo casa en un pueblo, a 80 km, y allí se transforma radicalmente; le sale todo el instinto y esa parte, que yo no le veo cuando estamos en la ciudad. Se pone como una cazadora, se pone más perro que, de hecho, es lo que tiene que ser porque, en ocasiones, tenemos tendencia a humanizar demasiado a los animales. Cuando la llevo al pueblo, se convierte realmente en el Jack Russell y en la cazadora que se supone que es. Aunque sigue sin ladrar, por lo menos adopta una postura un poco más de perro de madriguera y cambia radicalmente su expresión corporal, es curiosísimo. Es una perra de apartamento en Madrid y una cazadora con muchísimo instinto en el campo. Incluso, una vez, me vino con una piel de serpiente que a saber de dónde la había sacado. Aprendo mucho de ella y nos parecemos bastante, la verdad. Cuando la adopté, me la llevaba a un pipicán para que socializara con otros perros, pero ella pasaba; no le daban miedo, le daban igual. Se lo dije a la veterinaria, que me recomendó que no la obligara porque esta actitud formaba parte de su personalidad.
No le gusta socializar ni con perros ni con humanos. ¿Cuándo te diste cuenta de que Zoe confiaba realmente en ti? ¿Cuál fue esa señal inequívoca?
Pues cuando la solté por primera vez. Sabes que cuando un perro no ha crecido contigo es difícil saber lo que va a pasar cuando le quites la cadena. En este sentido, Zoe no pasó los primeros años de su vida conmigo y esa era una auténtica prueba de fuego. Por suerte, cuando lo hice, me di cuenta de que no se iba de mi lado y que, si yo me daba la vuelta, ella me seguía a donde yo fuera. Esa fue la señal inequívoca de que confiaba en mí. A día de hoy, no me pierde de vista, aunque se vaya lejos; mira dónde estoy y me busca con esas miradas que solo entendemos ella y yo. Dicen que no se puede comparar a un perro con un hijo, pero esas conexiones son muy íntimas, profundas y van mucho más allá de lo que se pueda imaginar. Es una compañera de vida llena de amor y lealtad.
Ella se colocó en el foco de mi vida, convirtiéndome, incluso, en una mejor persona
Aunque seas tú quien la adoptó, ¿hasta qué punto tienes la sensación de haber sido el elegido para ella?
Pues mira, estuve a punto de no cogerla porque me pilló en una época de mi vida de mucho jaleo a nivel profesional, con mucho estrés, y no sabía, entre comillas, dónde encajarla, por más que ahora me suena fatal decir esta palabra. Pensaba: ¿Cuándo la voy a sacar?, ¿cuándo la voy a ver?, ¿cuándo voy a estar con ella?
Cuando la vi, me enterneció mucho, pero seguí mirándome al ombligo y pensando que no podía dedicarle el tiempo suficiente, aunque, al final, di el paso. Ahí, el foco cambia totalmente y no es que no tengas tiempo, es que el tiempo es ella. La prioridad cambia y todas esas cosas que me hacían dudar de poder compartir mi vida con ella pasan a un segundo plano. Al final, la pregunta no era: ¿dónde voy a encajar a Zoe?; la pregunta correcta era: ¿dónde voy a encajar todo lo demás?
Ella se colocó en el foco de mi vida, convirtiéndome, incluso, en una mejor persona. La pregunta no es: ¿dónde la meto y qué voy a hacer con ella? Ahora, todo el tiempo del mundo es para Zoe, y esas cosas que ocupaban mi vida son directamente secundarias.
Decíamos que Zoe venía de una experiencia algo complicada, su antiguo dueño la devolvió. ¿De qué forma crees que le afectó? ¿Le ha pasado factura?
Pues seguro que sí. Esta es una muy buena pregunta, Edu, porque, a veces, me gustaría que me lo contara. Yo no creo que tenga grandes traumas, pero seguro que alguno queda en su recuerdo.
A veces, me doy cuenta de que intento darle mimos constantemente para que nunca le venga el recuerdo de que la devolvieron. No sé lo que me diría ella de esto; puede que todavía eche de menos al que la devolvió, aunque conmigo esté mejor.
Igual tiene miedo de que eso mismo se lo pueda hacer yo y se siente insegura… Por todo esto, me gustaría saber lo que siente y en lo que sueña, porque esta es otra: cuando sueña, ¡hace mucho ruido durmiendo! Yo creía que eran pesadillas que venían relacionadas al abandono de su anterior dueño, porque grita, pero dice la veterinaria que nunca se sabe, que puede ser que se crea que está persiguiendo un ratón o a un conejo, por lo que a lo mejor no es una pesadilla. Pero bueno, sí que me gustaría saber qué siente de que la hayan devuelto.
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Fernando admite ser una persona independiente y celosa de su propio espacio, menos con Zoe: “A las personas les digo que necesito mi espacio; a ella, no”
Hablábamos de lo que te gustaría que te dijera… Si tuvieras la oportunidad de disponer del mismo nivel de comunicación durante 24 horas, ¿cómo lo aprovecharías?
¡Es que es muy poco tiempo! Aunque hablo muchísimo con ella, aquí estaríamos al mismo nivel, como tú dices… Pues le preguntaría si lo estoy haciendo bien, cuáles son sus necesidades, qué es lo que no le gusta de vivir conmigo, también lo que más, qué quiere que añadamos a nuestra vida, qué más cosas le gustaría hacer, qué estoy haciendo mal, porque todos nos equivocamos… Le preguntaría sobre sus necesidades porque, y esto creo que es algo muy importante en la vida, no doy por hecho nada respecto a ella. O sea, no dar por hecho que, a lo mejor, le gusta ir a tal sitio cuando, tal vez, prefiere ir a otro, o a lo mejor que le gusta cambiar de comida y no siempre repetir la misma porque yo creo que es mejor para su estómago. También querría saber si recuerda al antiguo dueño y qué haría si lo viera, porque, honestamente, lo que me gustaría es que le hiciera el vacío, lo mismo que él le hizo a ella.
Dicen que no se puede comparar a un perro con un hijo, pero esas conexiones son muy íntimas, profundas y van mucho más allá de lo que se pueda imaginar
En esas 24 horas, ¿qué lugar querrías que viera igual que ves tú?
Me gustaría que intercambiáramos los roles. Es decir, que ella me viera con mis ojos y yo con los suyos. Hay un ejercicio de interpretación en el que le hablas al niño que fuiste; en este sentido, me gustaría verme a mí desde los ojos de ella y que ella pudiera ver como la veo yo. Con ella he aprendido a dejar de ser el ombligo del mundo, a ponerme en la piel del otro.
Entiendo que esta es una de las cosas que has descubierto de ti mismo al convivir con ella…
Me considero una persona muy independiente, me gusta tener mi propio espacio y suelo ir bastante a mi rollo. Además, me gusta, y he descubierto que ¡quiero que sea así!, sin tener que sentirme culpable ni nada por el estilo. Aunque, en ocasiones, pienso que puede ser algo egoísta por mi parte, he descubierto que, en medio de este espacio independiente, me gusta que esté ella. Es una fusión entre compartir y no perder nunca de vista que no estás solo en la vida. A las personas sí les digo que necesito mi espacio; a ella no.
Esta la suelo preguntar, ¿en qué es única para ti?
No tengo palabras para definirla. Más allá de una pareja o de un familiar, probablemente, los animales están a nuestro lado y nos acompañan en determinados momentos en los que nadie está. Momentos de mucha intimidad, realmente muy, muy, muy íntimos, de luz, de oscuridad… Es un lugar en el que te atreves a ser tú mismo, sin filtros, sin ningún tipo de máscara ni de nada; yo creo que somos capaces de ser muy vulnerables con ellos. Ella es única porque siempre le encanta sentir el calor de mi piel. Son justo esos gestos de amor, de cuando llego y se pone a mi ladito y me toca, lo que la hace única para mí. Es única porque me hace ver el mundo a través de sus ojos con una humanidad y una generosidad enormes.
Zoe ha conocido cosas de mí que me daban vergüenza, pero gracias a ella, he aprendido a apreciarlas
¿Cuál ha sido el mayor imprevisto por el que habéis pasado?
Tenía embarazos psicológicos cuando me la dieron y no sé si puede ser por el trauma del abandono. Después de tres celos, con su embarazo psicológico, al final, decidí operarla por temas de salud. Más tarde, en una operación, casi la pierdo porque tuvo taquicardia, por lo que no pudieron continuar. Fue muy duro y me entró mucho miedo a perderla, aunque, al final, salimos adelante.
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Fernando no imagina su vida sin Zoe
Fernando, tengo entendido que a Zoe le encanta viajar, ¿se viene contigo a los rodajes?
Bueno, los últimos los tuve en México y no me la pude llevar. En los rodajes, al final, la gente está a lo que está y en el set tienes que estar solo. Sé que se portaría bien, pero no me la he llevado.
La verdad es que me gustaría que saliera en algún sitio; de hecho, una de las cosas que más ilusión me hizo de tu propuesta para conocernos es el homenaje que se le hace a ella. Mira, qué curioso, porque hablando contigo pienso que, al final, siempre estoy en lo mismo, en que yo dejo de ser el foco para que la protagonista sea ella. Algo que me encanta de tus entrevistas es que el foco cambia, y te estoy muy agradecido por ello.
Las palabras de Fernando no pueden ser más cariñosas, amables y me llegan a nivel emocional. Su sinceridad le lleva a darme las gracias por algo que, sin duda, es correspondido por mí, ya que, a título personal, no siempre te cruzas con personas tan humildes y agradecidas como él. Es una suerte, la verdad.
Con ella he aprendido a dejar de ser el ombligo del mundo, a ponerme en la piel del otro
¿Qué hace Zoe cuando estás ensayando en voz alta?
Ella es mi espectadora más ferviente, la verdad es que le encanta verme ensayar. Hago bastantes castings desde casa, que están muy de moda desde la pandemia, y ella los sigue con muchísima atención. A veces, cuando termino de hacer uno, la miro y sé que hay algunas escenas que le han gustado más que otras. Lo único de lo que me he dado cuenta es que, alguna vez que la pongo en una videollamada, no me escucha, no sé por qué, aunque después, cuando me ve por la tele, sí que lo hace. Son cosas de ella que todavía estoy aprendiendo, pero sí; ella es mi espectadora más crítica y atenta porque no se aburre y no se va al otro cuarto. Es la más fiel de todas, no cambia de canal, me aguanta y tiene paciencia.
Si ella pudiera opinar, ¿diría que eres buen actor?
Yo creo que sí. Pienso que sería sincera y que habría cosas que le gustarían más que otras. Pero como todo en esta vida, hay personajes que salen mejor y otros que no salen o que no son tan interesantes. Creo que su crítica sería constructiva, eso sí.
¿Qué sabe de ti que nadie más conoce?
Ella me ha enseñado que no pasa nada por expresarse tal y como uno es. Entonces creo que, desde que está conmigo, hay muchas menos máscaras y me muestro más como soy, no tengo tanto miedo. Zoe ha conocido cosas que me daban vergüenza, pero que, gracias a ella, como decíamos antes, he aprendido a apreciar. Apreciar que me gusta estar muchas veces solo, no siempre con gente, saber poner límites, distancia y ser capaz de decir: “Ahora mismo no me apetece hacer esto porque prefiero quedarme en casa leyendo un libro”. Ella conoció a ese Fernando con miedos y ha contribuido al que soy ahora.
Completa la frase… La vez que me equivoqué con Zoe fue…
La vez que me equivoqué con Zoe fue cuando decidí no llevármela a Viena y Praga porque pienso que es un viaje duro para ella y no me atreví.
Fernando, ¿un secreto vuestro?
Nos gusta mucho meternos en sitios peligrosos cuando paseamos y lanzarnos a la aventura. Por peligrosos me refiero a sitios escarpados y demás... Cualquier día no nos encuentran ni al uno ni a la otra.
Hablar con Zoe y Fernando es una mirada a esa conexión única que sólo se da entre humanos y animales. Sus palabras recuerdan lo mucho que nos transforman este tipo de relaciones, ofreciéndonos lecciones de paciencia, generosidad y empatía. Después de esto, nos despedimos hablando sobre los diferentes proyectos que tenemos para este 2025. Me gustaría adelantaros uno muy importante, pero bueno… Esa es otra historia.