Los perros y su obsesión por la comida pueden llevarlos a hacer cosas sorprendentes. No importa cuánto hayan comido hace cinco minutos, siempre parece haber espacio para un bocado más. La intensidad con la que algunos canes buscan algo que llevarse al hocico es casi cómica, convirtiéndose en pequeños estrategas cuando hay un plato desatendido. Esta fijación revela un instinto profundo y, a veces, irresistible.
Antes de que Maui y Ruby se quedaran solos frente a un plato de salmón, la expectativa ya era alta. La dueña de estos dos peludos sabía que estaba poniendo a prueba no solo su obediencia, sino también su capacidad de resistirse a una tentación casi imposible. Pero lo que ocurrió a continuación fue tan divertido como revelador.
Sin nadie que vigilara, Ruby, la corgi, tomó una decisión muy práctica: mirar dos veces si alguien miraba, coger el pedazo de salmón y alejarse del plato justo lo suficiente para no estar en la escena del crimen. La astucia de esta perrita quedó clara en redes: “Ruby dejó el campo de visión de la cámara para tener una coartada plausible”. Y, en cierto modo, tenía razón. Otro aseguró que había hecho un “doble check” antes de cometer la gamberrada.
Maui, el golden retriever, fue menos discreto. Al ver que su hermana no recibía ninguna reprimenda, decidió seguir su ejemplo, aunque no las tenía todas consigo y empezó solamente a lamer el trozo de pescado. La tentación del salmón resultó demasiado fuerte, y el plato no tardó en quedar vacío. Encima lo pillaron con las manos en la masa.
La escena no solo provocó carcajadas, sino que también demostró cómo, ante la comida, las diferencias de personalidad se hacen evidentes. Ruby, mucho más calculadora, parecía conocer bien las reglas del juego, mientras que Maui simplemente se dejó llevar por el placer del momento.
Al final, quedó claro que la comida puede poner a prueba incluso a los más obedientes, revelando su lado más divertido y travieso sin necesidad de palabras. “Ruby es una muy mala influencia para Maui”, resumió un usuario.