Para cualquiera que esté acostumbrado a ver fútbol americano universitario por ESPN, el nombre de Kirk Herbstreit es uno de esos que casi se da por sentado. Durante años, este comentarista ha recorrido cientos de ciudades y estadios, siempre con su fiel compañero: un golden retriever de lo más simpático llamado Ben.
No importaba si era en la cabina de transmisión, en el campo o en los viajes en avión, Ben estaba allí, casi como si fuera otro miembro del equipo. De hecho, se hizo tan famoso que, en cada estadio al que iban, había fans que saludaban al perro con la misma emoción con la que lo hacían a Herbstreit. Ben no solo acompañaba, también unía a la aficiones rivales, como admitió el presentador.
Lo cierto es que la presencia de Ben se sentía en cada rincón. No era el típico perro; tenía una facilidad especial para sacar sonrisas porque “tenía amor para todos”. Gente anónima, los propios jugadores, políticos o estrellas de cine. Todos le conocían y querían acariciarle. Según el propio Herbstreit, su perro era el “mejor amigo de América”.
Las diferentes universidades hasta le tenían preparada una acreditación para los partidos y numerosos tentempiés. Cuando saltaba al campo junto a Herbstreit le aplaudían. Y así, entre partido y partido, fue ganándose un lugar en el corazón de quienes lo conocieron, como ese amigo que parece de toda la vida aunque apenas lo hayas visto una vez.
Para Herbstreit, por supuesto, Ben era mucho más que una mascota; era su compañero incondicional. Aunque había tenido perros toda la vida, el presentador sentía que su golden retriever era único. Su alma gemela de cuatro patas. Él mismo llegó a decir que Ben tenía una “capacidad única para dar paz en los momentos más intensos”.
Cáncer incurable
Ben falleció a principios de noviembre
Como Herbstreit se sentaba en uno de los extremos de la mesa de analistas de ESPN, siempre tenía a Ben a su lado. En muchas ocasiones aparecía de la nada y las cámaras rápidamente le enfocaban mientras el público aplaudía al animal. En otras ocasiones simplemente se quedaba al lado del presentador, que podía darle mimos en cualquier momento hasta que, por desgracia, ya no pudo.
Con los años, Ben empezó a mostrar los inevitables signos del tiempo, como cualquier perro que ha vivido bien y mucho. Su andar se volvió un poco más lento, sus pasos más pausados. Y llegó el cáncer. Sin embargo, nunca perdió ese brillo en los ojos ni esa alegría que parecía contagiar a todos a su alrededor. Y aun así, nadie está realmente preparado para el adiós. A principios de noviembre Ben falleció a los 10 años después de que el cáncer se le expandiera por todo el cuerpo.
Durante una de sus emisiones, Herbstreit, visiblemente afectado, quiso dedicarle unas palabras de despedida. Para él, Ben era de su familia. Con voz entrecortada, dijo que “el único fallo que tienen los perros es no vivir lo suficiente, pero el cariño que nos dejan no se borra nunca”.