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“Fanta es una rottweiler nada agresiva; rompe los estereotipos de su raza y es una perra faldera”

Peludos en la ciudad

Mònica Trabalón comparte cómo los perros han formado parte de su vida y la de su familia, rompiendo estereotipos de razas y creando un hogar lleno de armonía y complicidad

Mònica junto a Fanta y Runa

Mònica Trabalón

Me hablan mucho y muy bien de Mònica Trabalón, de sus recetas saludables y sabrosas. Ha publicado recientemente el libro Verde. Color de Primavera, una obra escrita para todo el mundo. Habla de la fuerza y la energía de la primavera, de ese mágico tiempo de expansión. Alimentos verdes, frescos, recetas que nos hacen bien y nos hacen felices. Las recetas que aparecen en su libro alimentan a su familia, y a veces, incluso, algunos restos se los dan a sus perras. 

Mònica se identifica con el rol de cuidadora. Siempre ha estado vinculada al universo de la sanidad: enfermera quirúrgica y experta en nutrición y medicina china. En su perfil de Instagram (@cocinatuequilibrio) conoceréis mejor sus pasiones.

Me cuenta que en casa siempre han tenido perros, aunque su padre no era muy partidario del tema. “Recuerdo a mi primer perrito, yo tenía unos veinte años. Parecía un Gremlin… Llevaba una especie de barbita blanca colgándole del cuello y se le escapó a alguien por la Costa Brava. Lo llamamos Pepe”.

Durante la pandemia estuvimos con Fanta juntas todas las horas del día, y generamos mucha complicidad

Pues resulta que a Pepe lo acabaron atropellando justo frente a la puerta de una casa de veraneo que tenían. Y antes de eso, ya habían atropellado a otro perrito mestizo que tenían, justo en el mismo sitio. ¡Tremendo! Decidieron enterrarlos juntos...

“Mi marido y yo fuimos a Baleares… Y volvimos tres de Formentera. Nos vinimos con Fanta, una rottweiler”

Mònica Trabalón

Luego vendría una pastora belga, Cuca, y posteriormente, durante nada menos que 17 años, una perra chow-chow negra (originaria de Mongolia), con la lengua de color lila. Se llamaba Trufa, porque era muy oscura. “Me dijeron que tenía muy mala salud y, contra todo pronóstico, nos duró 17 años. Una eternidad para un perro. La vi en un escaparate, en una tienda, y fue ella la que me miró. Estoy convencida de que ella me eligió a mí. Se la regalé a mi hija”.

Recuerdo a mi primer perrito, yo tenía unos veinte años. Parecía un Gremlin…

Cuando Trufa murió, la hija de Mònica no entendía su vida sin una perra a su lado. Desde que había nacido, siempre había tenido una. “Mi marido y yo fuimos a Baleares… Y volvimos tres de Formentera. Nos vinimos con Fanta, una rottweiler. La adoptamos. Nos sentamos en una mesa, en un chiringuito de playa, y una chica nos dijo que tenía un perro precioso, que había tenido camada, y nos regaló a Fanta. Tenía cuatro meses”.

Mònica siempre han tenido perros, aunque su padre no era muy partidario del tema

Mònica Trabalón

Cuando la hija de Mònica vio a Fanta entrar en casa, lloró de emoción. Necesitaba una perrita. Toda negra, con patas color fuego (cobrizas). “Rompiendo tópicos de que son una raza violenta y agresiva. Ella es muy tranquila. Es una rottweiler slow life. Va a su bola, a su ritmo. Siempre he pensado que, más allá de las razas, los perros acaban siendo como tú los educas. Ella es una perra faldera de manual”.

“Durante la pandemia estuvimos con Fanta juntas todas las horas del día, y generamos mucha complicidad”. Al cabo de dos años, pensaron que sería bueno tener dos perras para que se hicieran compañía. “Contacté con una protectora y me hablaron de una camada preciosa, sin madre, abandonada en un polígono. Nos dieron a Runa (simbología azteca) y alucinamos. Es una mezcla de golden y bóxer. Debería haber sido grande, pero es realmente minúscula”. Me cuenta que parece un conejo cuando salta.

Mònica con Fanta y Runa

Mònica Trabalón

“Al principio, cuando era muy pequeña, me destrozó la casa por completo, era gamberra. Yo la amenazaba, medio en broma, y le decía: ‘te vas a volver al polígono como sigas así’”. La armonía reina en su casa. Fanta y Runa se llevan súper bien, son como hermanas. Fanta es la mayor, es la que pone orden.

“La mayor, patas abiertas y cabeza arrastrada por el suelo, hipertranquila. La otra, la pequeña, explosiva, expansiva. Cuando les digo la frase mágica ‘vamos a pasear’, vienen hacia mí y la pequeña le muerde la oreja a la grande, como diciéndole: ‘venga chica, que nos sacan de paseo’”.

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