El edificio de Barcelona en forma de triángulo que recuerda al Flatiron de Nueva York
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El inmueble ubicado en el cruce de las calles Rec y Triangle presenta un ángulo aún más destacado que el famoso rascacielos de Nueva York
El edificio está formado por cinco pisos
El icónico Flatiron Building de Nueva York, con su distintiva forma triangular, ha dejado una huella imborrable en la arquitectura moderna desde su construcción en 1902. Sin embargo, lo que muchos no saben es que Barcelona tiene su propio “Flatiron”, aunque a una escala más modesta.
Ubicado en el barrio de la Ribera, este edificio barcelonés, al igual que su contraparte neoyorquina, se caracteriza por una estructura en forma de cuña, con un ángulo extremadamente agudo en la confluencia de las calles Rec y Triangle.
El edificio de Nueva York, diseñado por los arquitectos Daniel Burnham y Frederick Dinkelberg, es uno de los primeros rascacielos de Manhattan. Con sus 22 plantas y 86,9 metros de altura, se alza imponente sobre la Quinta Avenida, siendo un testigo de la evolución arquitectónica de la ciudad.
Ocupa una manzana triangular que forma una de las esquinas más emblemáticas de Manhattan, y su vértice norte, con su agudo ángulo, ha sido objeto de admiración desde hace más de un siglo.
Por su parte, el Flatiron barcelonés tiene una historia más discreta pero igualmente fascinante. Construido en el siglo XVIII, este edificio se levanta sobre un terreno triangular que surgió tras la reurbanización de la zona afectada por los derribos para la construcción de la Ciutadella.
El triángulo que forma su base, delimitado por las calles Rec, Triangle y Corretgers, es resultado de la planificación urbana que se llevó a cabo tras la caída de Barcelona en la Guerra de Sucesión en 1714.
Un tesoro oculto en la Ciudad Condal
Aunque con solo una planta baja y cinco pisos, la edificación catalana comparte con el Flatiron neoyorquino la peculiaridad de un vértice extremadamente agudo, que da a la intersección de las calles. Según el folclorista Joan Amades, en la calle Triangle había una inscripción de 1750 sobre la puerta de uno de los edificios, lo que señala su construcción en la reurbanización de la Barcelona post-1714.
Ambos edificios, separados por el Atlántico y con historias y escalas muy diferentes, representan la capacidad de la arquitectura para adaptarse a terrenos irregulares y convertirlos en hitos urbanos.
Si bien el Flatiron de Nueva York es más conocido, el de Barcelona es un tesoro oculto que ofrece un guiño a la historia arquitectónica compartida entre dos grandes ciudades.