El mayor lago de Chile es el General Carrera, compartido con Argentina. En el lado oriental se llama Buenos Aires, y es el segundo más grande de ese país. La naturaleza, sin embargo, ignora los límites fronterizos y en toda su extensión se trata de una típica superficie lacustre patagónica, con el viento aullante como protagonista meteorológico más presente. Y, lógicamente, también el hielo.
En esa zona norte de la Patagonia chilena, la conocida carretera Austral que recorre el país de extremo a extremo hace lo que puede. Traza quiebros y desvíos que solo parecen lógicos cuando se consulta un buen atlas: los accidentes geográficos son tan brutales (fiordos, estuarios, montañas, glaciares) que el asfalto va evitándolos como una hormiga ante un elefante.
El fenómeno, en términos geológicos, es bastante reciente, pues se calcula que empezó a formarse hace 15.000 años
De los muchos topónimos hermosos que hay en esa zona del continente americano, uno llama la atención a los pies de la gran cinta de asfalto. Se llama Puerto Río Tranquilo, aunque sus habitantes lo abrevian como Puerto Tranquilo. Es una localidad pesquera donde los autocares de largo recorrido que parten del confín de Villa O’Higgins solo se paran para que el pasaje estire las piernas unos minutos. Pero los viajeros más informados descargan también su mochila y buscan quien les lleve a uno de los paisajes más prodigiosos de esa porción chilena: las Capillas de Mármol.
Se conoce con ese nombre a los arcos que las olas y el hielo han excavado en los acantilados rocosos de un punto muy concreto de la orilla oriental del lago. No han conseguido perforar cuevas muy profundas, pero sí oquedades continuas que parecen las ventanas de una iglesia. El fenómeno, en términos geológicos, es bastante reciente, pues se calcula que empezó a formarse hace 15.000 años. Las olas y la fricción del hielo han labrado también algunas finas columnas que refuerzan la sensación de templo religioso. Como su nombre indica, el material rocoso es un mármol predominantemente blanco, pero veteado de rosa y azul.
Por el reflejo del hielo y del agua de origen glaciar, las Capillas de Mármol adquieren una gama de tonalidades azules que son las que le aportan la singularidad. El espectáculo solo puede contemplarse desde una embarcación, pues hasta ese paraje no llega carretera alguna.
Puerto Tranquilo complementa sus ingresos de la pesca con las excursiones turísticas en embarcaciones motoras hasta las capillas de mármol, en un viaje que dura alrededor de 30 minutos. Los más aventureros –y fuertes de brazos– optan por el alquiler de kayak. Esas discretas embarcaciones permiten acercarse hasta los pilares de las capillas e introducirse en algunas de las cavidades. El espectáculo, al amanecer, cuando los rayos del sol naciente inciden directamente sobre la pared, son inolvidables. Pero hay que contar con varias horas de remo esforzado.
Solo los pescadores de la región conocían la existencia de las Capillas de Mármol, hasta que a principios del siglo XX los geógrafos que intentaban determinar la frontera entre Chile y Argentina las “descubrieron” y dieron a conocer al público.
El clima es muy severo en esa zona patagónica chilena, por lo que solo se recomienda acceder a las Capillas de Mármol durante los meses de buen tiempo, entre septiembre y febrero. El espectáculo geológico ha generado la aparición de media docena de alojamientos y un par de restaurantes que animan la pacífica vida de Puerto Tranquilo, que supera por poco los 500 habitantes estables.
Cómo llegar
Puerto Tranquilo se halla a tres horas y media en autobús de Coyhaique, la ciudad importante más cercana hacia el norte. Si el viajero proviene del confín meridional donde acaba la carretera Austral, Villa O’Higgins, el viaje tomará cerca de 7 traqueteantes horas.