La Capilla Sixtina del barroco catalán está oculta en Mataró

Tesoros escondidos

A pesar de su valor, la capilla dels Dolors sigue siendo una gran desconocida entre el gran público

El techo de la Capella dels Dolors

El techo de la Capella dels Dolors

Marga Cruz/Ajuntament de Mataró

Joan Gallart era un artista prometedor. Posiblemente el pintor catalán más importante de inicios del siglo XVIII. Nacido en Barcelona en 1670, a sus 40 años gozaba de una gran reputación. Autor, entre otras obras, de los lienzos del retablo de la Glorificación de la Virgen de la capilla de les Ànimes del Purgatori de la catedral, ejercía como alto representante del Colegio de Pintores de la ciudad. Primero, como su clavario y luego como vicecónsul. 

Pero coincidiendo con este segundo cargo, Gallart cambió sus pinceles por las armas. Como tantos de sus conciudadanos, el maestro defendió Barcelona del sitio de las tropas de Felipe V. Y en esa guerra fallecería en 1714, sin saber que había trabajado en lo que pasaría a la posteridad como una de las mayores joyas del barroco catalán.

El trabajo de Viladomat es una fantasía dorada que tras su restauración deslumbra a sus contados visitantes

Pocos años antes, ya en plena guerra de Sucesión, Gallart había recibido un encargo en Mataró, a unos 30 kilómetros de la capital catalana. La congregación dels Dolors le había confiado una obra de gran formato: un lienzo de aproximadamente 250x150 cm para cubrir el “nicho” (o sea, la hornacina central del retablo) del conjunto dels Dolors: una capilla que formaba parte de la iglesia de Santa Maria (hoy basílica). 

Pero tras la muerte de Gallart, no volvió a saberse a ciencia cierta de este trabajo. De hecho, toda la decoración de la capilla quedó en suspenso. Pasarían 15 años para que retomara la labor el pintor más aclamado del momento, Antoni Viladomat.

La basílica de Santa Maria, en el centro de Mataró

La basílica de Santa Maria se encuentra en el centro de Mataró

V.V.

Era 1729. Mataró recuperaba el pulso tras la guerra y se vislumbraba un futuro próspero. En este contexto los miembros de la congregación dels Dolors, muchos de ellos hombres acaudalados, decidieron retomar los trabajos de la capilla. Sin reparar en gastos, encargaron al taller de Viladomat tanto los frescos y óleos como los elementos escultóricos. Y el maestro puso en ello todo su talento. El resultado es una fantasía dorada que hoy, tras una restauración culminada en 2016, deslumbra a sus contados visitantes.

En el tupido entramado medieval de Mataró, la basílica de Santa Maria sigue siendo hoy día un punto de referencia. Un edificio con mil años de historia cuyas campanas marcan el paso del tiempo. Tras su imponente fachada, de estilo entre barroco y neoclásico, se abre una nave con uno de los mayores órganos de Catalunya y varias capillas en los laterales. Pero la dels Dolors no se cuenta entre ellas. En realidad, su acceso es a través de una callejuela lateral.

La Capella dels Dolors de Mataró se considera la mejor obra de Viladomat y los entendidos la consideran una de las grandes joyas del barroco catalán

La capilla dels Dolors de Mataró está considerada una de las grandes joyas del barroco catalán

Marga Cruz/Ajuntament de Mataró

En la calle de la Beata Maria, número 3, se encuentra el Museo Archivo de Santa Maria. Aquí fue el terreno que adquirieron en 1694 los congregantes dels Dolors para construir una capilla con cripta, sacristía y una sala de juntas. Tras franquear las puertas del Museu Arxiu, una sobria sala con una modesta escalera al fondo. Nada hace sospechar al visitante qué le aguarda tras unos pocos peldaños…

En un espacio de apenas 300 m2, se condensan todas las características del arte barroco. Formas recargadas, elementos dorados, claroscuros, trampantojos… No hay un solo hueco para el reposo de la vista en este conjunto catalogado por la Generalitat como bien cultural de interés nacional, que ha sido apodado –no sin un exceso de entusiasmo– como “la Capilla Sixtina del barroco catalán”.

La Capilla Sixtina del barroco catalán

El conjunto de las pinturas murales de la capilla dels Dolors está catalogado como bien cultural de interés nacional

La decoración tiene un sentido unitario, basándose por un lado en los siete dolores de María y por el otro en las catorce estaciones del vía crucis. Ambos temas están descritos en los óleos de las paredes, las sobrepuertas del presbiterio y los óvalos del retablo que rodean el camarín de la Virgen María. La obra de Viladomat se adapta ingeniosamente al problema que entrañaban los varios formatos de los lienzos. Y trata la luz con especial cuidado, dada la oscuridad del recinto.

Al levantar la vista, un querubín parece sostener una lámpara colgante. Es uno de los muchos trampantojos de la capilla. Las pinturas simulan altísimas columnas, cielos sin fin y falsas celosías. En la parte posterior de la capilla, un enrejado oculta el coro donde los músicos tocaban y cantaban. Actualmente, las actuaciones son a la vista del público, delante del retablo, aprovechando la excelente acústica del recinto.

Estas puertas dan acceso al esplendor de la Capella dels Dolors

Estas puertas dan acceso al esplendor de la capilla dels Dolors

V.V.

Dentro de la sacristía, tras lo que aparenta ser un armario, se abren unas estrechas y empinadas escaleras –también profusamente decoradas– que conducen a la sala de juntas de la congregación. Las paredes de esta sala están decoradas con pinturas de los apóstoles y evangelistas. Y la cúpula del techo representa la Asunción de María.

Entonces… ¿qué fue de la pintura de Joan Gallart, el maestro que perdió la vida en el sitio de 1714? Se ha planteado la hipótesis que se trate precisamente de esta Asunción, puesto que sus dimensiones son similares a las del encargo que recibió el maestro para el “nicho” de la hornacina. Viladomat pudiera haber cambiado su ubicación original. Pero no se ha podido confirmar hasta en el momento. También este asunto tiene sus claroscuros.

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Fede Cedó
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