En Oslo refulge la pasión por la cultura. En la capital noruega, fija en los puestos más altos de todas las clasificaciones que miden la calidad de vida, han nacido y creado grandes artistas de talla mundial como Edvard Munch o Henrik Ibsen. La prosperidad de Noruega ha generado una política de protección y difusión cultural que, desde bibliotecas públicas a grandes instituciones, da forma a una escena cultural activa en todo el país. Y, en Oslo, esta pasión por la cultura se ha convertido en un gran atractivo turístico en gran parte gracias a su estupenda colección de museos: más de cincuenta que cubren todas las ramas del saber, desde la historia de los vikingos a los deportes de invierno.
El concepto museístico ha evolucionado mucho en las últimas décadas, y los centros ya no son únicamente un espacio de exposición con un café y una tienda como solitarios complementos para la visita. Además, los arquitectos más prestigiosos firman los nuevos museos de Oslo, pespunteando el perfil urbano de la capital. Para ello utilizan atrevidas formas geométricas que, basadas en el tradicional diseño escandinavo y usando materiales más sostenibles, hacen de su visita una excelente razón para viajar a la capital noruega.
Museos que son, en sí, obras de arte
La última de las instalaciones de Oslo en abrir sus puertas -se inauguró el pasado 11 de junio- es el Museo Nacional de Arte, Arquitectura y Diseño, el centro de arte más grande de Escandinavia, que nace de la fusión de cuatro instituciones. Situado en el puerto de Oslo, una de las zonas más bellas de la ciudad, alberga la mayor colección de arte del país en un complejo de dos plantas y casi 90 salas. Se exponen más de 6.500 obras -una selección de las más de 400.000 que atesora el museo-, que abarcan desde la antigüedad hasta las adquisiciones más contemporáneas.
Destacan las salas dedicadas a exhibir la colección de obras de Edvard Munch, incluyendo El grito, trabajos de Pablo Picasso, Claude Monet o Vincent Van Gogh, o la que es considerada como el “cuadro nacional” de Noruega, Noche de invierno en las montañas, de Harald Sohlberg. Además, esta flamante galería nos espera con una terraza descubierta con unas vistas espectaculares de la ciudad, cafés, tienda, la mayor biblioteca de arte de Escandinavia, y un espacio espectacular para exposiciones temporales, The Light Hall, ubicado en la azotea.
En octubre del año pasado, Oslo dio la bienvenida al espectacular Museo Munch (Munchmuseet). Hasta entonces, la obra del artista más reconocido y reconocible del país se exhibía en otro Museo Munch, que se quedaba pequeño para la calidad y cantidad de obra que el autor legó a la ciudad (nada menos que más de 26.000 trabajos en los más variados formatos). El edificio es una auténtica obra maestra que, con la compañía de su vecina, la no menos espectacular Ópera de Oslo, define el perfil urbano de la ciudad para convertirlo en uno de los más impactantes del mundo.
Juan Herreros diseñó un edificio de 60 metros de altura, con dos volúmenes diferenciados y, en el superior, una fachada transparente, por la que se ve la ciudad mientras se pasea por las salas. Once galerías y más de 26.000 metros cuadrados de espacio expositivo acogen centenares de obras de Munch -entre ellas, cuatro versiones diferentes de El grito-, además de las de otros artistas tanto contemporáneos como coetáneos de Munch.
El barrio de Tjuvholmen es un compendio de arquitectura moderna, terrazas animadas y las mejores galerías de arte del país
El barrio de Tjuvholmen, uno de los desarrollos urbanísticos más nuevos de Oslo, es un compendio de arquitectura moderna, terrazas muy animadas -sobre todo en estos meses de verano en los que el sol parece no ponerse nunca- y las mejores galerías de arte del país. Es el entorno ideal para otro de los museos de Oslo más imprescindibles, el Astrup Fearnley Museet. Es un centro de arte contemporáneo diseñado por Renzo Piano en un terreno ganado al mar, que alberga la mayor colección privada de arte del país, donde se exponen obras de gigantes del arte contemporáneo como Damien Hirst, Jeff Koons y artistas noruegos, poco conocidos por el gran público pero de grandísimo talento, como Bjarne Melgaard.
Un museo para un Nobel
El barrio de Grünnerlokka es una de las mecas hipsters de Europa por su colección de comercios vintage, exóticos e instagrameables cafés y restaurantes de cartas sofisticadas, riqueza multicultural y un excelente museo, el Ibsen. La que fue residencia del autor, un espectacular apartamento de 400 metros cuadrados en el que el autor de Casa de muñecas vivió entre 1895 y 1906, se estructura en diferentes estancias -del despacho a la cocina- y donde se pueden contemplar la exposición permanente Henrik Ibsen: manuscritos, objetos personales y demás memorabilia relacionada con el autor.
Museos al aire libre
La escultura está presente, y mucho, en la propuesta viajera de Oslo. De hecho, el lugar más visitado de la ciudad -más de un millón de personas lo hacen al año- es parque escultórico Vigeland, un recinto de 32 hectáreas regalado por la ciudad al escultor Gustav Vigeland y que éste adornó con casi sesenta estatuas entre los años 1907 y 1942. Aquí, centenares de esculturas y bajorrelieves representan los diferentes aspectos del ciclo de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Sobre todas ellas destacan dos: el Sinnataggen, o “niño enrabietado”, y el Monolitten -el “monolito”-, un bloque de granito de 17 metros de altura en el que hay esculpidas 121 figuras humanas entrelazadas entre sí.
El otro gran museo de Oslo dedicado a la escultura es el Parque Escultórico Ekebergparken. El parque, desde donde se tienen unas panorámicas espectaculares de la ciudad y del fiordo que la baña, agasaja a sus visitantes con más de 40 esculturas e instalaciones de grandes artistas internacionales como Renoir, Rodin, Dalí o, de nuevo, Hirst, además de noruegos como Knut Steen o Hilde Mæhlum.
En la isla de Bygdøy, en la bahía de Oslo, está el Museo Folklórico de Noruega (Norsk Folkemuseum), unas instalaciones al aire libre con 155 edificios históricos, trasladados desde todo el país. Entre ellos destacan la iglesia de Gol Stave, una construcción de madera de comienzos del siglo XIII, además de todo tipo de construcciones: casas particulares, granjas, escuelas, graneros… además, hay exposiciones y colecciones de arte y tradiciones de la cultura sami, los pueblos lapones.
Museos para exploradores
El carácter noruego no se entiende sin la exploración y la navegación. Algo que se puede comprender, aprender y disfrutar en el Museo Fram, donde se exhibe el buque polar con el que Amundsen viajó a la Antártida (y que realizó dos expediciones polares más), y el muy cercano museo Kon-Tiki. Este expone la balsa con la que el aventurero noruego Thor Heyerdahl cruzó el océano Pacífico a mediados del siglo pasado, además de otras embarcaciones con las que realizó singladuras no menos espectaculares.