“Tanto glamour, tanto lucimiento, tanta alta costura y, por encima de todo, el poder de las estrellas. Uno entra allí a las cinco de la tarde con un subidón y el subidón continúa hasta las tres o cuatro de la madrugada. Para alguien, como yo, a quien lo que más le gusta es mezclarse con las estrellas de cine, la fiesta de Vanity Fair es el nirvana. ‘Hola, Nicole. Hola, René. Hola, Anjelica. ¡Oh, por favor, ahí está Charlize Theron, con su Oscar! Preséntamela’”.
Así describía el desaparecido escritor Dominick Dunne, uno de los colaboradores estrella de la revista Vanity Fair, lo que suponía para él acudir a la que se considera la fiesta, con mayúsculas, de la noche de los Oscar. Y eso que él conocía muy bien el ambiente de Hollywood; lugar donde residió varios años, produjo películas, crio a sus hijos —que también se dedicaron al cine— y frecuentó a actores y actrices, como su adorada Elizabeth Taylor.
La fiesta de Vanity Fair es el nirvana”
Sin embargo, como explicó Dunne en su día, lo de la noche de los Oscar es algo superlativo: ahí están, sencillamente, todos. Divos, divas, directores, productores, cantantes, parejas de moda, modelos… Las sensaciones del momento y las promesas del futuro. Hombres y mujeres que parecen de otros mundos, descendiendo de sus limusinas, impecablemente vestidos, peinados y maquillados, sonriendo a los centenares de fans y fotógrafos y respondiendo a las preguntas de los periodistas. Estrellas elegantes, vanidosas y guapas a morir. Estrellas divirtiéndose, encantadas de pasar unas horas bebiendo champán junto a sus iguales en el party más exclusivo del año.
Por fortuna, los más comunes de los mortales ya podemos tener acceso a lo que ocurre entre las bambalinas de esa noche gracias a un libro: Vanity Fair: Oscar Night Sessions (ed. Abrams). Un volumen que presenta los retratos tomados durante los últimos diez años en el evento más glamuroso de Hollywood. El autor de los mismos es el fotógrafo Mark Seliger, a quien en 2014 el entonces editor de Vanity Fair, Graydon Carter, le propuso una idea. Consistía, como explica el propio Seliger: “En montar un estudio fotográfico tipo Instagram, junto a la fiesta, para publicar las imágenes en la red esa misma noche”.
Al principio, a Selinger le pareció una idea un poco extraña (entre otras cosas, Instagram había salido hacía solo cuatro años). “La verdad, no podía imaginar que fuera a funcionar. Pero, como siempre, confié en la visión de Graydon”. E hizo bien, porque la idea fue un éxito. Requirió, eso sí, un concienzudo trabajo en equipo, casi una producción hollywoodiense. Sin olvidar la elaboración de lo que hoy se conoce como un pop-up studio (un estudio fotográfico efímero), ubicado en un parking, junto a la sede de la fiesta, en Beverly Hills. Allí, tras atravesar unas gruesas cortinas de terciopelo y ser agasajados con una copa, posan los invitados. Así se ha hecho durante los últimos diez años, a excepción del 2020, cuando, a causa de la covid, el evento, como tantos otros, fue suspendido.
Seliger aún recuerda un poco conmocionado la primera vez que llevó a cabo el encargo, en 2014: “Todo fue tan rápido que no podía saber si habíamos hecho algo bueno”, escribe en el prólogo del libro. Sí que recuerda como, al acabar, ya de madrugada, le dijo a su productora que no pensaba hacerlo “nunca más”. Sin embargo, cuando, ya más descansado y con las fotos en la mano, vio el retrato que le había hecho a Lupita Nyong’o, con su Oscar por Doce años de esclavitud y “resplandeciente de emoción”, supo que, por lo menos por su parte, aquel proyecto ya no tenía vuelta atrás.
Y este libro, con más de doscientas fotografías en color, es la prueba. La idea de Graydon Carter la recogió en 2017 la actual directora de Vanity Fair, Radhika Jones, perfeccionándola. “Ella evolucionó el estilo, pidiéndonos incentivar el color y crear un espacio en el que los modelos también pudieran actuar”, explica Seliger. Así, esas sesiones pop-up, como escribe Radikha Jones: “Ya tienen calidad de archivo. Son un testimonio de lo que es Hollywood y a dónde se dirige. De las nuevas caras que celebramos, de las leyendas que veneramos y del recuerdo de los que ya no están”.
Sin duda, los cinéfilos disfrutarán con estos retratos de ganadores de estatuillas, de actores y actrices de primera fila, de directores, músicos, cantantes, modelos y parejas poderosas. Estrellas, en definitiva. En las páginas satinadas del libro se suceden nombres como Lady Gaga, Robert De Niro, Spike Lee, Gary Oldman, Jessica Chastain, Timothée Chalamet, Scarlett Johansson, Gal Gadot, Emma Stone, Anthony Hopkins, Viola Davis, Anjelica Huston y todo aquel que es parte de la vieja y la nueva aristocracia de Hollywood.
Están también talentos foráneos, como Pedro Almodóvar, Alfonso Cuarón, Taika Waititi, Javier Bardem y Antonio Banderas, con los que Hollywood siempre ha sido muy generoso. Sin olvidar a las jóvenes estrellas, como Billie Eilish y los protagonistas de Euphoria. Las imágenes son asimismo una muestra del avance de la diversidad, racial y cultural, en el mundo del cine, que tampoco tiene vuelta atrás.
Pero, en especial, como diría Dominick Dunne, las fotografías de Seliger son un testimonio de una noche exquisita, blindada y deliciosamente frívola, en la que abundan el champán, los saludos, los elogios y el cotilleo. Una noche en las que las estrellas de cine lo son más que nunca aunque, como se revela en el libro, algunas guardan sus zapatos de tacón en el congelador, para prevenir el dolor de pies y otras consumen licores más bien con poca mesura. Como en toda buena fiesta, naturalmente.
'Vanity Fair: Oscar night sessions'
200 retratos en color, con actores, directores y músicos ganadores del Oscar
Fotógrafo Mark Seliger
Prólogo de Radhika Jones
Epílogo de Alan Cumming