Investigadoras 4.0 por una ciencia y una tecnología sin brecha de género

Magazine especial 8-M

Catorce ingenieras, matemáticas, biólogas y expertas en robótica alertan de la necesidad de romper estereotipos y aumentar la presencia de la mujer en el sector STEM, el que hoy genera más empleo

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De izquierda a derecha, Carla Gómez, ingeniera electrónica, Nuria Montserrat, investigadora de ICREA (IBEC), Anna Mura (SPECS-lab) y Elisabet Roda, física-matemática, en el laboratorio SPECS (IBEC)

Xavier Cervera

A pocas horas de otro 8-M reivindicativo, con tantas causas pendientes, es necesario visualizar de nuevo una brecha de género que se resiste a desaparecer. Una alarmante falta de vocaciones por las carreras STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) que, paradójicamente, son las que generan más empleo, en plena cuarta revolución industrial y vislumbrando ya la próxima, la sociedad 5.0. En este contexto, menos del 30% de mujeres se decanta por dichos estudios, según la Unesco, cifra que cae hasta el 10-12% en Ingeniería informática y de Telecomunicaciones. 

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En los próximos años, alerta la Comisión Europea, habrá un millón de puestos sin cubrir por falta de perfiles tecnológicos, un sector en el que solo el 17% de empleados son mujeres. Trabajos cualificados y emergentes, como científicas de datos o ingenieras de robótica, que han crecido el 7,3% y que van en aumento, según la patronal Ametic. Si la situación no cambia, avisan, “nos quedaremos fuera de la revolución 4.0”. Y todo ello cuando la pandemia ha dejado bien patente hasta qué punto dependemos de la tecnología. Cómo sus avances salvan vidas y requieren talento científico sin género y con la máxima diversidad.

Más allá de las cifras están las mujeres que ya forman parte de ese universo STEM. Investigadoras, científicas, iniciando su carrera o con trayectorias de prestigio. Entre las mujeres inspiradoras de estas páginas, hay activistas en fomentar vocaciones y divulgar sus profesiones y también a veces reticentes a victimizar en exceso el papel de la mujer.

Hay que pensar en la tecnología que nace para ayudar, no solo en la excelencia de diseñar un cohete o un coche veloz sino una prótesis en 3D

Gemma FargasVicerrectora de Igualdad de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC)

La mayoría de ellas no ha tenido un referente científico y su motor ha sido la curiosidad y la perseverancia, más que una mente excepcional. Y el deseo de contribuir, con la ciencia, a mejorar de algún modo la vida de las personas. Esa faceta de utilidad social es la que puede sumar más futuras profesionales, como sucede en medicina, farmacia o enfermería, hoy lideradas por mujeres. Cuando la tecnología añade el prefijo “bio” atrae nuevas estudiantes. “Hay que pensar en la tecnología que nace para ayudar, no sólo en la excelencia de diseñar un cohete o un coche veloz sino una prótesis en 3D, por ejemplo. Visibilizar cómo nuestro trabajo mejora la salud, la vida, el planeta. Cuando lo conocen conectan con la profesión, explica la ingeniera Gemma Fargas, vicerrectora de Igualdad de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Un ejemplo reciente: los robots de compañía para ayudar a personas mayores que viven solas, una iniciativa municipal que está despegando en Barcelona.

Pero si el porcentaje femenino en la universidad supera al masculino en cuanto a cifras y resultado académico, ¿por qué sigue siendo minoría en STEM? El sector apunta a los prejuicios y estereotipos que aún frenan, inconscientemente, a algunas jóvenes. El problema es complejo y global (excepto en países como India o China, donde la mujer ve esas carreras como  oportunidad). Y tiene sus raíces en la infancia, desde la elección de los juguetes a ciertos roles que perduran. La solución pasa por un cambio de enfoque educativo y cultural.

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De izquierda a derecha, Anna Mura, Carla Gómez, Elisabet Roda y Nuria Montserrat 

Xavier Cervera

 De entrada, rescatar a aquellas científicas ignoradas por la historia. Las matemáticas que calcularon la trayectoria del Apolo XI que llevó al hombre a la Luna, las programadoras del primer ordenador electrónico, el Eniac, en los años 40, la pionera de la informática Ada Lovelace o la actriz e inventora de un sistema precursor del wi-fi, Hedy Lamarr, entre tantas otras. Esa ausencia de modelos aleja, ya en primaria, a las niñas de esos estudios. Incluirlas en el material escolar es el fin de la campaña #NoMoreMatildas, de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, que se pregunta: “¿Qué hubiera pasado si Einstein fuese mujer?” y se responde: “que un colega masculino se hubiera llevado los honores”. 

Es una de las muchas acciones de entidades y profesionales entusiastas que conocen los déficits y dónde actuar. De ahí que no haya anuncio, web de universidad o centro de investigación que no elija ahora mismo la imagen femenina como reclamo. También el Ministerio de Educación presentó en febrero la Alianza Steam, que agrupa a unas cincuenta entidades. Toda una cruzada para dar a conocer dichas profesiones a futuras estudiantes. Porque uno no elige lo que desconoce.

Se necesitan ejemplos cercanos, no heroínas. ¿Tú te ves emulando a Marie Curie? Ni en broma. No sería un buen referente para mí

Paz MorilloMatemática y profesora de la UPC

Otro de los frentes, coinciden, es acabar con los estereotipos. El de ese “geek” asocial, abducido por su ordenador, el genio que brilla sin esfuerzo. “Esa imagen distorsionada transmite la idea de que son materias inalcanzables y hace perder vocaciones. Yo les explico que soy ingeniera y no una crack, que llevo una vida normal y también cometo errores” apunta Fargas, que impulsa el programa Aquí STEAM. 

Como la matemática Paz Morillo, promotora de Una ingeniera en cada escuela y docente en la misma universidad. “Cuando una ingeniera de Caminos llega a la clase con su ropa de trabajo y se quita el casco, sorpresa general: ¡es una mujer! Así se rompe un cliché. Se necesitan ejemplos cercanos, no heroínas. ¿Tú te ves emulando a Marie Curie? Ni en broma. No sería un buen referente para mí. Lejos de aquellas luchadoras contra viento y marea, nuestras alumnas explican su experiencia y las niñas las ven como alguien cercano, a quien a veces también le cuesta entender las mates”.

La inteligencia artificial interviene ya en muchas decisiones que nos afectan y la presencia de mujeres en el desarrollo de esos algoritmos y en la ética que controle su poder es clave para que se diseñe de modo igualitario. “No se trata solo de adquirir la habilidades para utilizar las tecnologías, sino también de diseñarlas. Para no quedarse al margen de la revolución 4.0. Y de la próxima, la 5.0, que ya asoma a lo lejos.

Nuria Montserrat, 42 años. Institut Bioenginyeria de Catalunya

Microriñones para luchar contra la Covid-19

foto XAVIER CERVERA 23/02/2021 Nuria Montserrat, investigadora del Instituto de Bioingeniería de Cataluya (mujer cientifica)

Madre de tres hijos, Nuria Montserrat está destacando por sus trabajos, ahora enfocados a la lucha contra la Covid-19 

Xavier Cervera

A los 6 años ya quería ser bióloga. ¿Referentes? Su madre, no por científica, sino por su pragmatismo al satisfacer su curiosidad infantil y educarla en el esfuerzo. Buen comienzo para quien hoy protagoniza avances en la lucha contra la Covid-19. Hace un año puso al servicio de la pandemia su trabajo de ingeniería genética de los últimos años, desde el Instituto de Bioingeniería de Cataluña. Concretamente, la creación de microórganos con células madre humanas. 

“Sabemos que una de las puertas de entrada del SARS-CoV-2 al organismo es una enzima presente en el riñón, en el corazón… Así que empleamos nuestros microriñones 3D para entender cómo el virus daña a este órgano, que se ve afectado en el 40% de los casos. Y ya en marzo del 2020 empezamos a probar fármacos para frenarlo”. 

Ahora investiga la interacción entre Covid-19 y dolencias como la diabetes, que exacerban sus efectos. Y se apunta a divulgar la ciencia en la infancia siempre que puede. "El impacto lo veremos a largo plazo. Deben saber que pueden hacer lo que se propongan”. Ella es un buen ejemplo. Madre de tres hijos -de 8, 6 y 3 años-, dice que tiene mucha suerte, que en casa son un buen equipo. “Mis hijos conocen mi profesión y están encantados con su padre, más presente en casa. ¡Hay que delegar! 

Y añade: “Hoy parece que si no te han afectado ciertos prejuicios es que eres una superwoman. No, por favor. Normalicemos las cosas, trabajemos juntos, hombres, mujeres, trans… No hagamos de la excepción una norma general”. Sí lamenta que “si te va bien, es porque eres mujer, si te va mal, por lo mismo. Hay que explicar por qué una mujer lo tiene más difícil. Que se sepa, para que deje de ocurrir. Es preciso señalar unas líneas rojas y vigilar. Pero no dramatizar, sobreproteger o hiperfavorecer a la mujer”.

Fàtima El baghdadi, 23 años. Ingeniera mecánica. Máster en University of California Irvine

Superar una doble brecha

Foto de la investigadora marroquí

Fàtima el Baghdadi muestra su primer prototipo de pequeño robot marino impreso en 3D 

Es un ejemplo de superación a varios niveles. “Nací en Marruecos y viví allí hasta los 9 años. Mi padre vino a España a trabajar y mi madre nos crió a mi hermana y a mí. Era su plan para darnos una mejor calidad de vida y así ha sido. Gracias a su sacrificio he podido llegar hasta aquí, tener médico si estoy enferma, un plato en la mesa cada día y becas para estudiar”. Pero también ha tenido que librar algunas batallas. 

Al elegir bachillerato, sus propios profesores la desanimaron: “Una me dijo literalmente: Fàtima, no nos engañemos, las mujeres marroquíes se casan muy jóvenes. Es el futuro de la mayoría. Yo te lo digo por tu bien”. Cuando marchó a estudiar fuera, algunas familias de su país criticaron a sus padres. “Aún no está bien visto que la mujer siga su vida profesional o académica en vez de estar con sus padres o con su marido”. 

Ante este panorama, ella decidió ir a por todas. “Cada buen resultado me daba energía para seguir adelante y esforzarme”. Además, ha encontrado tiempo para ser voluntaria en Cruz Roja, Cáritas y en la asociación feminista de la UPC.

Ahora, su objetivo es romper prejuicios individuales y sociales y mejorar la calidad de vida con la tecnología. Es lo que intenta desde la University of California Irvine, donde trabaja en crear un enjambre de robots diminutos para que hagan tareas complejas. Algo así como “recrear la forma en que actúan los microbios o virus” para emplearlos más adelante en operaciones no invasivas. 

Mireia Hernández, 22 años. Ingeniería Física y Matemáticas en el MIT

Que las máquinas aprendan

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Mireia Hernández ya piensa en su siguiente paso, un máster, probablemente sobre ciencia de datos 

“Siempre he visto el estudio como algo estimulante, me atraían todas las materias”, afirma esta catalana de Vic que ultima su doble grado en el prestigioso MIT. Pensó elegir Biología pero en bachillerato unos profesores la animaron a participar en la Olimpiada de Física y Química a nivel estatal y cambió de idea. “Competir me pareció un reto divertido; en la final, en Sevilla, fue cuando por primera vez me chocó la ausencia de chicas participantes. Nunca me lo había planteado antes”. 

Piensa que es urgente explicar que las habilidades STEM se adquieren con práctica y dedicación, no por un talento excepcional. “Tenemos una imagen errónea. La carrera de Matemáticas se asocia a la imagen de un genio y la de informática, a un hacker que casi hace magia con el ordenador. Y por eso intimidan. Las chicas piensan: yo no podré. Es un prejuicio cultural, social, tal vez un problema de autoestima femenina. La realidad es que no pasa nada si no lo entiendes a la primera. Es cuestión de insistir”.

Tenía claro que quería acceder al MIT y se enfocó en ello. El resultado: excelente de nota media, así que ha cumplido su objetivo, aunque sin viajar a Boston, por la pandemia. “Diseñamos algoritmos que sean capaces de hacer predicciones; que las máquinas puedan aprender de grandes cantidades de datos imitando al humano. Las aplicaciones de ello son infinitas. Por ejemplo, en vehículos autónomos”. Y anima a las estudiantes a participar en la primera Olimpiada informática femenina a nivel español, una iniciativa interesante para despertar vocaciones, como le sucedió a ella.

Yue Erro, 24 años. Ingeniera informática, experta en Robótica

Compañero robot

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Yue Erro interacciona con su ‘colega’ políglota REEM-C de PAL Robotics (Xavier Cervera)

Su día a día transcurre entre humanoides como REEM-C, “uno de los más avanzados que existen, capaz de hablar en más de 30 idiomas, navegar autónomamente y ¡hasta bailar! O como ARI, diseñado para la mejor interacción con el humano” . Yue nació en Wuhan, pero vivió en Vitoria-Gasteiz desde los dos años y ahora, en Barcelona, donde trabaja en PAL Robotics. De la robótica le atrajo su enorme potencial para ayudar a la gente “desde un ámbito laboral que no imaginaba”. 

Ahora desarrolla una aplicación para que su “colega” StockBot, que ya automatiza la toma de datos y el inventario en tienda, sea más autónomo y eficiente. “Los robots mejoran nuestra vida y nos evitan tareas repetitivas o peligrosas. Suelo hacer un símil con el taladro neumático de las obras. ¡Hoy no querríamos volver al pico y la pala!”. Nunca se ha sentido discriminada, “pero en la universidad sí observé una brecha de género importante. Lo esencial es no sentirse afectada, luchar por lo que se quiere y rodearse de personas que valoran tu trabajo, al margen del género y de dónde vengas”.

Carla Gómez, 22 años. Ingeniera electrónica e industrial (UPC)

Crear su propia empresa

foto XAVIER CERVERA 03/03/2021 Carla Gómez, ingeniera electrónica, experta en robótica (mujer cientifica)

Carla Gómez, ingeniera electrónica, asegura no haber vivido directamente situaciones de desigualdad 

Xavier Cervera

Decidió ser ingeniera en secundaria, “para aplicar todo lo que me aportaba la ciencia a la realidad”. En la facultad, “éramos 6 chicas en clases de 50; el profesor recuerda más tu nombre, pero en mi caso me aportó más ventajas que inconvenientes”. A su juicio, la poca presencia femenina en STEM hoy en día es “más cuestión de gustos que de desigualdad”. Aunque, consciente de esa minoría, ha trabajado por fomentar vocaciones desde la asociación de robótica Pucra (UPC), que ha ganado premios internacionales por esa labor. 

No ha hallado obstáculos por ser mujer, pero recuerda, cuando aún estudiaba tercero de ESO, una obra de teatro que le hizo pensar por primera vez que sí hay quien piensa que la tecnología no es para mujeres. “Hay que tener mucho cuidado con los mensajes a ciertas edades, que pueden intimidar a las niñas”. Ahora está poniendo en marcha su propia empresa, con su compañero Jiaqiang Ye Zhu. Y en lugar de marchar al extranjero, apuestan por Catalunya; “no tiene nada que envidiar a lugares que de entrada parecen tecnológicamente más avanzados”. Estará enfocada a la industria 5.0 y el uso de “cobots”, un paso más en el desarrollo de la IA. “Queremos empezar cuanto antes. Ya tenemos clientes interesados”.

Nuria Oliver, 50 años. Ingeniera de Telecomunicaciones,
comisionada de la Generalitat Valenciana en Inteligencia Artificial y Ciencias de Datos contra la Covid-19

No autolimitarse

FOTO XAVIER GOMEZ 13012017
SRA, NURIA OLIVER       EXPERTA EN MOVILES       CONTRA       AMELA.****************************************************************

Nuria Oliver opina que la falta de vocaciones científicas es "dramática" 

Xavier Gómez

De currículum apabullante, esta ingeniera alicantina es una de las mayores autoridades a nivel internacional en inteligencia artificial (IA), modelos computacionales de comportamiento humano y Big data. De niña le atrajo la figura del inventor, el científico: Curie, Da Vinci... Tras graduarse, solicitó plaza en las 7 universidades de más prestigio para cursar la tesis. “Fue muy arriesgado optar solo a los mejores centros. Podía quedarme sin beca. Pero ¡wow!, me aceptaron en todas, incluyendo el MIT. No me autocensuré y acerté. Hay que intentarlo, siempre”, afirma. 

Después del MIT ocupó cargos en Microsoft, Telefónica y hoy es asesora científica en Vodafone. Una proyección brillante, en la que también ha salvado algún obstáculo. “Hasta que tuve a mi primer hijo la cuestión del género nunca me limitó pero entonces, viviendo en Seattle, pensé que no podría seguir el ritmo. Hubo trabas, hasta que una jefa ejerció de mentora y pude adaptar mi horario. En realidad abrí camino, ahora hay mucha flexibilidad".

A su juicio, la minoría femenina en tecnología es dramática. “Como sociedad no nos lo podemos permitir”. Científica principal de datos en Data-Pop Alliance y al frente de la Fundación Ellis Alicante (unidad de investigación sobre IA conectada a 17 centros de 11 países europeos, volcada al bien sociall). Y analiza también datos sobre la pandemia para que se tomen las mejores medidas como comisionada de la Generalitat Valenciana en Inteligencia Artificial y Ciencias de Datos contra la Covid-19: “desde la evidencia de los datos y no según intuiciones o intereses políticos”.

Agata Lapedriza, 40 años. Matemática, investigadora en Google Cambridge y docente de la UOC

Inteligencia artificial que capte emociones

Agata Lapedriza

La matemática Agata Lapedriza lleva varios años compaginando su dos ocupaciones, en Barcelona y Boston

“Tomé conciencia de que había pocas mujeres en mi ámbito cuando ya era bastante mayor, antes no me importó. Veía que los puestos de más responsabilidad eran mayoritariamente ocupados por hombres y no entendía por qué, pues veía también a mujeres de mucho talento que no encontraban las oportunidades. Creo que las cosas van mejorando, aunque estoy en entornos muy privilegiados, inclusivos y sensibilizados con la diversidad, en los dos ámbitos que compagino, tanto en Barcelona (UOC) como en Boston, que es un ecosistema único”. Lugares a los que ha llegado “dando pequeños pasos, uno tras otro”. Primero fue MIT y ahora Google. 

Una de sus áreas es la inteligencia artificial (IA) “emocional”. “Estamos lejos de tener máquinas con capacidades emocionales similares a las humanas. Pero trabajamos para que puedan percibir nuestras emociones. Y responder de forma adecuada”. Su pasión es resolver problemas que tendrán impactos positivos para la sociedad. Siempre prefirió la ciencia a las humanidades “ahora valoro la belleza de todo”, y lo que más le influyó fue el entorno familiar (su madre es matemática) que le transmitió el valor de estudiar y ser responsable.

Elisabet Roda, 23 años. Física y matemática, grupo de investigación de Nanomateriales y Microsistemas (Física UAB)

Entrenamiento de elite

Transmite la serenidad y capacidad de concentración que sin duda ha aplicado a sus estudios. Su doble grado en Física y Matemáticas es el que en los últimos años ha exigido una nota de acceso más alta “así que me enfoqué a conseguirla. La clave es el esfuerzo”. Desde niña ha profundizado por su cuenta en la divulgación científica. “El primer libro que me marcó fue La puerta de los tres cerrojos, de Sonia Fernández Vidal; me dio una perpectiva distinta a la del aula”. 

foto XAVIER CERVERA 23/02/2021 Elisabet Roda, física y matemática, investigadora UAB (mujer cientifica)

Elisabet Roda, física y matemática, afirma que es un sector con muchas oportunidades de trabajo  

Xavier Cervera

Ser siempre de las pocas chicas a quienes gustaba la física no le ha supuesto problema. “Hay pocos referentes y aún existe un perfil de estudiante que desmotiva a ciertas personas”. Este no es su caso. “Soy la única científica en mi familia, y siempre me han alentado a ir a por ello, sobre todo mi padre”. Ahora, orgullosa, desgrana las virtudes de su elección. “Son estudios que a veces te llevan al límite, pero son un gran entrenamiento para la mente, desarrollan la capacidad de abstracción, de analizar y resolver problemas. Y te abren un gran abanico de salidas profesionales, desde consultoría o finanzas a medicina o investigación", la opción que ha escogido. 

Trabajó en el desarrollo de un modelo matemático para una terapia contra el cáncer y ahora, en el departamento de Física de la UAB, tras aplazar un máster fuera de España por la pandemia, analiza las propiedades termoeléctricas de nanomateriales para conseguir dispositivos energéticos más eficientes. Después vendrá el doctorado. “No son carreras fáciles, pero nunca he percibido más obstáculos por ser mujer”.

Sara Gómez, 61 años. Doctora en Ingeniería mecánica, directora del proyecto ‘Mujer e Ingeniería’ de la Real Academia de Ingeniería

En busca de vocaciones

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Sara Gómez trabaja para que las ingenieras lleguen a puestos de poder

Segoviana de discurso ágil y convincente, ha sido desde directora de escuela, vicerrectora de la Universidad Politécnica de Madrid a responsable de Universidades en dicha comunidad. Mujer e ingeniería es su ambiciosa cruzada por “revertir el panorama desolador de la falta de vocaciones, tutelar a las estudiantes hasta la empresa y para que lleguen a puestos de poder. ¿Por qué no podemos estar ahí?”, cuestiona. Una iniciativa que ya suma 2.500 implicadas, y un consejo estratégico, con la reina Letizia como presidenta de honor. Recuerda sus inicios, “en casa me aconsejaban medicina o farmacia, pero como soy algo rebelde elegí ingeniería: “Es apasionante, divertida y una de las palancas más poderosas para resolver problemas. No se me ocurre nada mejor que ver que tu trabajo tiene sentido. El nuestro tiene ese valor social”. La clave es la educación. Cambiar roles desde la infancia”. 

En la carrera no halló obstáculos, “en el trabajo sí que he sentido discriminación. A veces me he tenido que abrir las puertas a coces. Eso me ha hecho más fuerte, pero podía haberme hecho abandonar“. Y alerta de la falta de profesionales. “Un 90 % de puestos de trabajo necesitarán competencias digitales. Y no las tenemos, somos analfabetos digitales. Estamos en plena digitalización y nos ha cogido el toro. Hay que reaccionar”.

Su consejo a las jóvenes: “Que no se frenen, que busquen apoyo si lo necesitan y no dejen que nadie las haga dudar de sí mismas. Ellas necesitan encontrar sentido a lo que hacen. Y la pandemia ha demostrado lo útil e imprescindible que es la tecnología para salvar vidas. Si no ha quedado claro ahora, ya no sé….”

Alejandra Garrido, 27 años. Ingeniera de Telecomunicaciones (UPC), preside la asociación Young IT girls

El síndrome del impostor

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Alejandra Garrido alerta de actitudes que crean inseguridad en las mujeres

Vive la ingeniería desde el activismo, decidida a transmitir que su profesión puede ser “divertida y tiene enorme utilidad social”. Desde Young IT girls, con otras 60 jóvenes, acerca su profesión a las escuelas. “Les desmontamos la imagen de genio a lo Big Band Theory y explicamos que no solo hacemos antenas”. Se sorprenden con su caso. “Repetí primero de bachillerato, lo había suspendido todo. Pero reaccioné a tiempo, dí con dos profesoras buenísimas e hice un cambio radical. El secreto es que te guste lo que haces”. 

Ahora su objetivo es aplicar las telecomunicaciones a la medicina. En MiWendo, empresa “spin off” de la UPC, desarrolla un dispositivo médico para detectar cáncer de colon mediante microondas. También quiere acabar con actitudes como que “desconfíen de tu trabajo por ser mujer o sugieran que te han contratado para cubrir la cuota de chicas”. En la asociación somos muchas quienes las hemos vivido e iniciamos una campaña en redes (STEAMinist) para compartirlas. Crean inseguridad. El Síndrome del impostor está arraigado: hay quien acaba pensando que no merece el puesto”.

Maria Bauza, 27 años. Ingeniera física y matemática, realiza el doctorado en MIT

Robots más sensibles

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Maria Bauza confiesa que sigue emocionándose “cada vez que un robot hace algo inteligente”

“Imagina que le pides a un robot que te abra una botella. Para saber dónde está, le hará falta la vista, pero luego deberá decidir cómo y con cuanta fuerza la abre, para no romperla. Mi trabajo consiste en ayudar a que los robots aprendan a tomar estas decisiones mediante la información de sus sensores”. Así sintetiza esta ingeniera menorquina su labor de los últimos años en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Ganó un concurso de Amazon con un sistema robótico autónomo para manipular objetos que ya comercializan varias empresas. Fascinada por la física cuántica desde el instituto, empezó a programar por su cuenta y se centró en la robótica “pues combina mis pasiones: física, matemáticas y programación”. Sus padres fueron un gran estímulo. “Siempre he pensado que son muy inteligentes, aunque no pudieron estudiar una carrera. Gracias a ellos soy la primera universitaria de mi familia”. 

Siempre se ha sentido en minoría, “pero nadie me ha hecho sentir inferior por ser mujer”. Sí le íntimidó en alguna ocasión: “Pude competir en programación y al ser todos chicos, no me atreví. Fue un error”. Ahora, en eventos internacionales, a veces es una ventaja. “Si eres la única, recuerdan más tu trabajo”. 

La motivación es máxima: “Trabajo mucho, pero a gusto, y he ganado confianza. Si quiero, puedo. Eso sí, el día tiene 24 horas y necesito 32. Con mi pareja, también doctorando en MIT, decimos que no se trata de ponerle horas, sino que sean productivas al máximo”. Su sueño es contribuir “a que los robots salgan del laboratorio y estén en hospitales o en casa. Llevo años haciendo mover a robots, pero aun así, cada vez que hacen algo inteligente no puedo evitar emocionarme de nuevo”, confiesa. 

Belén Rubio, 35 años. Investigadora de Neurorehabilitación en el Laboratorio SPECS (IBEC).

Conciliación sin problema

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Belen Rubio acaba de ser madre y a su vuelta retomará sus estudios sobre neurorrehabilitación

Acaba de estrenarse como madre de un niño y tras el permiso volverá a liderar varios proyectos, alguno de ellos asumido durante el embarazo. Afirma que su labor investigadora permite más flexibilidad que en empresas de otro ámbito. “Sé que si quiero publicar un trabajo o lograr ciertos retos debo encontrar las horas extras, eso ya me ocurre ahora”. 

Estudió Comunicación Audiovisual y luego viró hacia lo científico; cursó un máster de Neurociencia y robótica y el empleo de la tecnología en rehabilitación la atrapó por completo. Su Rehabilitation Gaming System basado en realidad virtual para la rehabilitación post ictus ya se comercializa. "Y algo muy importante: hemos visto que la recuperación de pacientes es significativa más allá del año y medio, cuando se creía que no mejora después de los 6 meses. Es muy gratificante ver cómo impacta nuestro trabajo en el paciente”. 

Siempre se ha sentido valorada, pero piensa que en su sector la brecha existe, aunque es más visible en cargos de dirección. “En realidad, la brecha empieza al nacer. Y se alimenta desde la infancia. Se crea una imagen de la mujer que luego no se corresponde con lo que esperan de ti: por ejemplo que estés segura de ti misma. Hay oportunidades para que las mujeres consigan lo que quieran. Pero deben creérselo”.

Sandra Alvarez, 22 años. Programadora, graduada en Diseño y Desarrollo de videojuegos (CITM)

El trabajo como un juego

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Sandra Alvarez anima a las aficionadas a un sector con mucha demanda laboral 

Habla de su profesión con el entusiasmo que la atrapó de niña, jugando con su hermana. Su madre le aconsejó estudiar “algo que te gustaría hacer todo el día, porque le dedicarás muchos años de tu vida. Y lo tuve claro. Desarrollar videojuegos era y es mi sueño y estoy encantada”. Su testimonio choca con la visión poco alentadora y masculinizada del sector. Fue la única chica en clase desde segundo de carrera, obtuvo una beca King (creadores del Candy Crush) para asistir a una cita del sector en San Francisco y hacer prácticas en su estudio en Barcelona. Hoy es la única programadora en la empresa coreana donde trabaja, Smilegate Barcelona, donde crean un triple A (blockbuster).

Aspira a especializarse en “gameplay” e IA del juego: programar el comportamiento de los personajes que no son el jugador. Sobre la representación sexualizada de la mujer prefiere "no generalizar, depende del juego. Como ocurre con películas o series. Pero todo lo que consumimos hace que seamos como somos, así que hay que vigilar esos contenidos y evitar ciertos roles”. ¿Por qué no atrae este universo a las chicas? “Se dice que hay pocas jugadoras, pero no es cierto. Hay muchos prejuicios, aunque sea uno de los sectores con más salidas laborales. Ahora que soy parte de esa minoría, quiero animarlas".

Anna Mura, 58 años. Bióloga, investigadora en SPECS-lab del Instituto de Bioingeniería de Catalunya

Misterios del cerebro

foto XAVIER CERVERA 03/03/2021 Anna Mura (mujer cientifica), investigadora de SPECS-lab (IBEC) lugar d la imagen

Anna Mura considera que la mujer todavía tiene dificultades para acceder a puestos de relevancia 

Xavier Cervera

Siempre me gustó observar y explorar, así que la biología y la ciencia me ofrecían el entorno perfecto”. Y lo siguen haciendo, ahora de la mano de la realidad virtual y la robótica. Nacida en Cagliari, trabajó en universidades en Estados Unidos, Italia y Suiza, investigó las dolencias neurodegenerativas y ahora en Barcelona se centra en los principios del aprendizaje con tecnologías interactivas avanzadas, como las basadas en realidad virtual para la medicina digital o robots humanoides con fines educativos. 

También está involucrada en un programa de maestría en la UPF y en divulgación, conciente de la desigualdad que aún persiste. “Desde la educación hasta el mundo laboral hay una brecha donde la sociedad no apoya a las mujeres en puestos que les permitan investigaciones de alto impacto en ciencia o tecnología avanzadas”.

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