En 1988 un fotógrafo convocó a un grupo de jóvenes mujeres desconocidas vestidas de forma sencilla. Con la cara lavada. La imagen que seleccionó tras esa sesión para la historia se convirtió en la primera portada de la edición estadounidense de Vogue con Anna Wintour como editora jefe, las chicas se erigieron en las supermodelos de la década de 1990 y ese retrato en cuestión se alzó como el icono de la redefinición de la belleza.El del cambio más radical jamás impulsado dentro del mundo de la moda y de la fotografía. Una revolución en blanco y negro que levaba la firma indiscutible de un genio. La de Peter Lindbergh.
Genio
Tardó en coger una cámara, pasada la treintena, pero luego su éxito fue imparable
Nacido en Polonia, enamorado de la pintura de Van Gogh y escaparatista de profesión, lo curioso es que este pionero no descubrió la fotografía hasta la treintena. Pero en cuanto se puso tras una cámara, todos se rindieron a sus pies. De eso trata el libro Peter Lindbergh. A different vision on fashion photography editado por Taschen, que es a día de hoy un auténtico objeto de deseo. La lectura recurrente de los enamorados de la moda... o no. Pero sobre todo de los apasionados de la historia de la fotografía.
Considerado como el “creador de tops” (la lista es larga, desde Naomi Campbell,Cindy Crawford, Linda Evangelista, Kate Moss... y un largo etcétera le deben a él su éxito rotundo) siempre defendió las caras lavadas y el blanco y negro. ¿La razón? Muy sencilla, decía que “cuando un rostro está cerca de la perfección, retratar en color le resta mérito” y lo demuestra en todas y cada una de las 300 fotografías, muchas de ellas inéditas, publicadas en el libro de Taschen.
Celebrities
Fotografió a Marta Ortega en su boda con Torretta y a Rosalía un año antes de morir
Suyas, de Lindbergh, son los mejores retratos de Catherine Deneuvey, de Tina Turner y Charlotte Rampling. Y de Richard Gere, Isabelle Huppert, Nicole Kidman, Madonna, Brad Pitt o Jeanne Moreau así como de celebridades españolas como Penélope Cruz (considerada una de sus musas), Antonio Banderas o Marta Ortega ... a quien fotografió en su boda con Carlos Torreta en noviembre de 2018. También tuvo ante su objetivo, justo un año antes de su muerte al os 75 años, a Rosalía que posó para él para uno de sus últimos trabajos para Vogue..
Lo que está claro es que, fuera quien fuera, toda celebridad que se ponía ante su objetivo confió siempre en las reglas de su juego. Casi siempre en blanco y negro, todos se rendían al savoir faire de uno de los nombres más venerados del mundo de la moda.
Influyente
Firmó las fotografías del Vogue británico de septiembre editado por Meghan Markle
Pero su influencia invade la moda y el cine... y más allá. Porque Lindbergh, que fue quien recomendó a Linda Evangelista que se cortara el pelo (y de ahí la fama de la modelo atrevida que llegó a decir que no se levantaba de la cama por menos de 10.000 dólares), es también quien firma las fotografías del número de septiembre del Vogue británico, editado por Meghan Markle, sobre los perfiles de distintas mujeres que están cambiando el mundo.
A él se le adjudica la creación de las nuevas narrativas de la fotografía con un enfoque humanista . Tomas icónicas a un tiempo introspectivas y atractivas y una fotografía de aire documentalista, muy lejos del artificio que reinaba en la época en que creció su fama y que le permite otorgar a sus imágenes una enorme carga de una melancolía silenciosa y conmovedora. Ese era su sello personal.
Sello personal
Comenzó con Helmut Newton en la revista ‘Stern’, pero pronto consiguió un estilo propio
Apasionado de Eivissa (descansaba ahí casi todos los veranos), este fotógrafo con carácter comenzó a trabajar en la revista Stern junto a Helmut Newton o Guy Bourdin, pero se desnarcñi enseguida. Muy rápidamente trazó su discurso más personal. Y sus ideas irreverentes que no dudaba en expresar en voz alta.
Ese carácter y esa personalidad le proporcionó la fama pero le llevó también a desmontar los mitos en el mundo de la moda, a la que, a pesar de estar involucrado, defendió poco... o nada. En una de sus versiones más suaves, por ejemplo, decía que ese mundo era como “una vaca que come algo, lo escupe, lo vuelve a masticar y vuelta a empezar”.
Controvertido
Odiaba el photoshop, decía que solo servía para crear robots y conducía al fin de la civilización
Tampoco estaba de acuerdo con los canones de belleza, decía que eran absurdos y siempre siguió su intuición. Trabajaba con la individualidad de todos aquellos que posaban para él. Celebraba, decía, su verdadera esencia y evitaba sobre todo imágenes recargadas o falsas. Esas que, en su opinión, reinaban y que hacían que “la imagen que se envía de las mujeres es escandalosa. Con ‘photoshop’ se crean robots, como si fuera una ventaja medir 1,80 metros y pesar 45 kilos”, se quejaba. Una norma que no quiso seguir nunca porque en su opinión sólo conducía “al fin de la civilización”.
Por eso no es de extrañar que, junto con su trabajo y esa obsesión suya por dar una imagen fresca y limpia de las personas a las que retrataba ( con sus camisetas blancas y los jeans, casi siempre) acompañara el surgir de una nueva era de modelos. La de las supertops que han dejado el listón tan alto que difícilmente se repetirá una generación de modelos como esa.
Descubrimientos
Naomi Campbell, Cindy Crawford, Kate Moss o Linda Evangelista... todas le deben parte de su fama
¿O quizá fue al revés? ¿Quizá fue su manera de fotografiar lo que permitió mostrar por fin al mundo las nuevas bellezas encarnadas por esa larga lista de mujeres con carácter?¿Fue el impulsor de lo que ahora todos conocemos como belleza real?.... Lo que nadie duda es que todas esas modelos que aparecen en esta edición de deseo de Taschen y que lloraron la reciente muerte de quien impulsó definitivamente su carrera,han engrosado uno de los legados fotográficos más interesantes de las últimas décadas. Son Kate Moss, Naomi Campbell, Linda Evangelista, Cindy Crawford o Claudia Schiffer y también Mariacarla Boscono, Lara Stone, Amber Valletta, Nadja Auermann y Kristen McMenamy.... por poner sólo algunos ejemplos
Este libro joya de Taschen (que en su más reciente edición se ha actualizado con la “adaptación de una entrevista realizada en 201 6, que permite entrever la mirada de Lindbergh, en la que el fotógrafo relata sus primeras colaboraciones, la frágil relación entre el arte comercial y las bellas artes, y el poder de la narración de historias) se exalta, además, los ecos cinematográficos y el enfoque humanista del fotógrafo alemán (de origen polaco), que dieron como resultado imágenes tan seductoras como introspectivas.
Incluye una de las imágenes para la campaña de Comme des Garçons que en 1980 permitieron a Lindberg una de sus primeras incursiones en la fotografía comercial. La suerte quiso que Kawakubo le diera carta blanca al autor y con esa libertad, Lindbergh comenzó a trazar su abecedario distinto para convertirse en uno de los mejores retratistas de los últimos 40 años.
Fallecido hace unos meses (y llorado en todos los rincones del planeta) se erigió, sin duda alguna en el fotógrafo capaz de arrancarle a la belleza su vertiente más pura. Y elegante. Y sobre todo atemporal. Siempre luchó para que sus imágenes no pasaran de moda porque eso, la moda, era algo en lo que no creía demasiado y que no le impidió, sin embargo, ser el preferido de todos. Desde Yves Saint Laurent, Jil Sander o Yohji Yamamoto a Giorgio Armani,Thierry Mugler, Azzedine Alaia, John Galiano, Alber Elbaz y Jean Paul Gaultier lo elevaron a la categoría de mito. Igual que un Karl Lagerfeld que se manejaba también perfectamente con la cámara.
Pero Peter Lindbergh (1944-2019) fue un maestro de la fotografía en toda su dimensión. Trascendiendo con su impronta el mundo de la moda y consiguiendo numerosas exposiciones individuales en instituciones de prestigio mundial, como el Museo Pushkin en Moscú, el Centro Ullens de Arte Contemporáneo en Pekín y la galería Gagosian en Londres. De hecho, ya conocido en el mundo del arte contemporáneo mucho antes de que sus fotografías se imprimieran en el papel couché de las mejores revistas.
El creador de tops tuvo el acierto de ver más allá del objetivo. De hecho, el considerado como “el mago de la fotografía en movimiento” explicaba siempre que en cuanto le encargaron esa portada de la que todo el mundo habla escuchó lo que le propusieron. “Tienes que intentar visualizar cómo será la década que viene, me dijo la directora, Liz Tilberis, y creí que nadie podría hacer aquello con una sola modelo”, contaba Lindbergh en The Guardian. De hecho clavó el objetivo. Su portada no solo es icónica, sino que tuvo su versión en vídeo: George Michael quiso participar del mundo que había creado Lindbergh, y volvió a reunir a las modelos para el videoclip Freedom! 90,