No todos son ricos –o extremadamente ricos–y su fama va por barrios, pero todos ellos ha encontrado, en los ámbitos en los que se mueven, la fórmula que los ha llevado al éxito sin que su juventud haya supuesto una barrera. En algunos casos, justo lo contrario. He aquí una selección de menores de 30 años que Forbes incluye en varias de sus listas.
Ramón Álvarez
Nunca hemos sido gente guay, así que hemos tenido que hacer algo para tratar de serlo”. La reflexión de Evan Spiegel al echar la vista atrás para referirse a los inicios de Snapchat, la aplicación que llegó a dar calabazas a Facebook para seguir su propio camino, podría ser válida para muchos de los jóvenes triunfadores que recoge Forbes en sus listas “30 under 30”, donde reconoce partiendo de diversos rankings, más allá de su patrimonio, a menores de 30 años que han puesto en marcha y lideran proyectos empresariales de éxito. Todos son triunfadores, cada uno a su manera y con su propia fórmula, si bien tienen en común mucho más que la edad.
La juventud no es el elemento decisivo para estos triunfadores, ni siquiera para los que tienen en su físico su principal activo. Sí lo es, sin embargo, su presencia en las redes sociales
“No hay un único camino al éxito, ya que lo puede conseguir gente con formación o sin ella, con experiencia en su sector o sin ella, pero sí unas mismas actitudes: la iniciativa, el liderazgo, la confianza en uno mismo y la perseverancia”, considera Albert Fernández, profesor de Iniciativa Emprendedora de IESE. Porque partiendo o explotando sus propias capacidades, impulsando y llevando adelante una idea innovadora o bien aprovechando, optimizando o dando un giro a un proyecto que ya se han encontrado en marcha todos ellos han conseguido dar más pronto que tarde con la tecla adecuada.
La juventud, en sí misma, no ha supuesto un elemento decisivo. Ni siquiera para los que tienen en sus aptitudes físicas o su apariencia su principal activo, aunque sí un factor añadido que puede haberles permitido asumir un mayor nivel de riesgo en sus decisiones, estar más próximos a las tendencias de algunos sectores, contar con una formación muy específica o, simplemente, tener más energía, como considera Jordi Vinaixa, profesor de Esade y reconocido especialista en proyectos de desarrollo de nuevos productos y servicios.
“El Global Entrepreneurship Monitor, el principal observatorio sobre la iniciativa empresarial, demuestra que el pico de éxito del emprendedor se sitúa entre los 35 y los 45 años, y no entre los jóvenes, como podría suponerse. Sin embargo, los jóvenes llegan con una mayor preparación que nunca y con una capacidad para conectar con determinadas tendencias que no tiene nadie más. Esas son sus armas, además de su energía. Deben aprovecharlas aunque se equivoquen, porque también tienen esa capacidad de asumir el riesgo que no puede permitirse quien tiene una familia u otras obligaciones”, considera el experto. Tanto Fernández como Vinaixa, formadores en dos de las principales escuelas de negocios de Europa, hablan sólo del éxito de estos jóvenes talentosos, aunque por debajo de los 30 años el número de emprendedores que fracasan es muy superior no ya al de los que triunfan, sino a los que fracasan ya con mayor edad y experiencia laboral.
Aunque el fracaso tampoco debe ser el final, sino un aprendizaje, siempre que se tengan las capacidades para llevar adelante el proyecto elegido. Es decir, exista un liderazgo responsable. “Para aprender del error hay que equivocarse mucho, pero cada vez son más las empresas que prefieren tener entre ellos o como socio a alguien con 40 experiencias de un año que con 40 años de experiencia”, señala Vinaixa.
Deporte, igualdad, medioambiente o fomación impulsan iniciativas de éxito que se asocian a los valores de las nuevas generaciones junto a la moda, la cosmética o la propia tecnología
La tecnología tampoco es el campo donde se desarrolla el éxito temprano, ya que más allá de las historias de Silicon Valley o de las constantes revoluciones que viven las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) cada vez son más los proyectos de éxito liderados por jóvenes donde el deporte, el medioambiente, la igualdad, o la formación impulsan iniciativas de éxito que se asocian a los valores de las nuevas generaciones –he ahí la selección de estas páginas– junto a ámbitos como la moda, la cosmética o la propia tecnología. Y ya no es sólo su desarrollo el que puede llevar al triunfo, sino incluso su uso lúdico.
Son nichos de mercado donde los más jóvenes han sabido entrar bien. En todos los casos, eso sí, las redes sociales ejercen de forma invariable como clave en la popularización y éxito del proyecto. Son en la mayoría de casos el mecanismo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso en un mercado global e invariablemente marcado por la imagen, tanto personal como del producto o servicio.
El acompañamiento, tanto en la gestión del proyecto como en la financiación, es otro elemento clave en la mayoría de estas historias. Hasta el punto de que muchas de estas iniciativas llegan a conseguir un valor y una capitalización que en algunos casos hacen pensar en una burbuja financiera. “En rodearse de un buen equipo y poder contar con una financiación buena y rápida en un mercado tan globalizado suele estar la clave del éxito de una start-up o un proyecto innovador”, señala Fernández. En este sentido, los errores que cometieron muchos inversores en la irrupción de las TIC y la aparición de aceleradoras de empresas, business angels y otras figuras han llegado también a formar parte de este éxito juvenil.