Brasil, una bossa nova fotográfica en blanco y negro

Portfolio

 Olaf Heine se encariñó del país por las melodías en su radio de Hannover. Cuando lo visitó, el desamor ya fue imposible. Su trabajo mudo y gris respira ‘saudade’. Un homenaje a Brasil, protagonista de Fitur 2025

Oda a la curva: ‘Chica descendiendo una rampa, Brasilia, 2012’, en el Museo Nacional Honestino Guimarães

Oda a la curva: ‘Chica descendiendo una rampa, Brasilia, 2012’, (fragmento) en el Museo Nacional Honestino Guimarães

Olaf Heine

De muy joven, Olaf Heine se encariñó de Brasil con las melodías que sonaban en su radio de Hannover: años más tarde cuando visitó el país el desamor ya fue imposible y lo fotografió con imágenes mudas y muchos grises, donde la saudade es más fuerte que la bossa nova

¡Brasiu, Brasiu! Y la aguja de la mente pincha el vinilo que gira a 33 revoluciones (a 33 revelaciones) y suena Marisa Monte (“Deixa dizer que te amo”), Milton Nascimento (“Solto a voz nas estradas, já não quero parar, meu caminho é de pedra, como posso sonhar”), Caetano Veloso (“Eu, você, nós dois. Já temos um passado, meu amor”), Adriana Calcanhotto (“O meu desejo não tem fim, eu te quero a todo instante”).

El origen

Cada vez que Olaf Heine escuchaba la popular ‘Mas que nada’ de Sergio Mendes, se teletransportaba a Brasil

Esta es una historia de amor apasionado, en blanco y negro, de un chico que a la misma hora cada día ponía un programa de radio. En su habitación de Hannover (Alemania), Olaf Heine, escuchaba la sintonía de apertura, la sensual Mas que nada, de Jorge Mendes.

“Era pegadiza y la hice mía, tenía tanto swing, emanaba tanta libertad, era como si flotaras. Yo había visto el fútbol brasileño y entendí que era como la bossa nova y más comparándola con el fútbol alemán”, ríe muchos años después. 

'Capoeira, Vidigal, Rio de Janeiro, 2012', Olaf Heine, gran admirador del arquitecto Oscar Niemeyer, es un enamorado de las líneas curvas en sus composiciones

'Capoeira, Vidigal, Rio de Janeiro, 2012', Olaf Heine, gran admirador del arquitecto Oscar Niemeyer, es un enamorado de las líneas curvas en sus composiciones

Olaf Heine

“Torso (back), Río de Janeiro, 2012”, el cuerpo como un edificio. fotografía de Olaf Heine

Olaf Heine

El chico que oía a los clásicos (Gilberto Gil, Tom Jobim, Gal Costa) se convirtió en un reputado fotógrafo que acaba de publicar el sorprende catálogo titulado simplemente Brasil y publicado por la editorial TeNeues y que es tan enorme como el Pão de Açúcar.

Hay que ser muy valiente, o muy louco, para fotografiar en blanco y negro el país más colorido, saleroso y bailongo del mundo. “Brasil es mágico y es precioso, cuando llegué por primera vez a finales de los noventa era duro social y políticamente, luego las cosas mejoraron. Cuando fui –cuenta Heine al teléfono- yo ya tenía toda la música en la cabeza”.

Una isla humana: ‘Paddle Out, Recreio dos Bandeirantes, 2013’, baño y ritual de los abanderados de São Paulo

Una isla humana: ‘Paddle Out, Recreio dos Bandeirantes, 2013’, baño y ritual de los abanderados de São Paulo

Olaf Heine
Un barrio, un mapa: ‘Vista sobre Vidigal, Rio, 2013’, foto del barrio que se extiende del monte Dois Irmãos hasta el mar

Un barrio, un mapa: ‘Vista sobre Vidigal, Rio, 2013’, foto del barrio que se extiende del monte Dois Irmãos hasta el mar

Olaf Heine

¿Si Brasil respira en colores saturados, como lo fotografía en blanco y negro? “Hay dos razones, la primera es que el trabajo no es tanto sobre el motivo o la estética, sino sobre las líneas. Es más que un viaje a Brasil un viaje al mundo y la influencia del arquitecto Oscar Niemeyer y a su mundo creado con curvas”, comenta Heine. “La segunda razón -añade- es que el color habría distraído al espectador de mi objetivo con imágenes que se han visto mucho: Copacabana, las mujeres en la playa…”.

Evité el color porque me interesan las líneas y porque habría distraído al espectador con imágenes ya vistas”

En efecto, el libro es una lección maestra de curvas, la de los edificios del arquitecto de Brasilia, la de los cuerpos desnudos (“sensuales pero no sexuales”, aclara) tanto de hombres como de mujeres, de las favelas sinuosas que trepan montañas arriba, incluso del sambódromo en pleno carnaval donde más que alegría (sístole del país) se lee melancolía (diástole), los dos latidos que definen el país. “Siento el significado y el sentimiento de la saudade, de esa melancolía que tan bien explica el país”.

"El salario de un trabajador, Belo Horizonte, 2011'

Olaf Heine
'Balcones del edificio Sesc, Rio de Janeiro, 2011

'Balcones del edificio Sesc, Rio de Janeiro, 2011"

Olaf Heine

Los viajes de Heine al país sudamericano siempre tienen una razón: la arquitectura. “Río es una de las ciudades más bonitas del mundo… con partes muy oscuras; São Paulo, populosa, muy bonita, donde hay mucho arte y música. San Salvador es otra cosa. Y Brasilia es sensacional”. 

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Cuando pronuncia el nombre de la capital, el fotógrafo se emociona y con razón. “Tuve el privilegio de conocer a Oscar Niemeyer, ya andaba por los 103 años, murió a diez días de cumplir 105-, fue un gran honor ver cómo pintaba y dibujaba curvas en grandes paneles blancos. Me explicaba que sus edificios se inspiraban en las ondulaciones de las montañas, de los ríos y los valles”.

“Un detalle del Palacio de Planalto, Brasilia, 2011”

Olaf Heine

“Un hombre camina hacia la Estación central de buses, Brasilia, 2011”

Olaf Heine

Con esa ley tatuada en los ojos, pero con su propia visión, Heine reinterpreta a Niemeyer y retrata paisajes, dos manos con unas monedas (el salario del obrero de ese día), cornisas que semejan montañas rusas, un hombre bailando la capoeira con el cielo de fondo o la ola que dibujan las construcciones y rascacielos de Rio de Janeiro en su frente marítimo. Pasa lo mismo con los desnudos que son bellas orografías de carne tostada y ojos que atraviesan.

El fotógrafo Olaf Heine fotografiado en Brasilia

El fotógrafo Olaf Heine fotografiado en Brasilia

Romney

Lenine canta en Paciência: “A vida é tan rara” y “o mundo gira cada vez mas veloz”. Moreno Veloso canta: “Quando você se aproxima o meu corpo sente, os seus beijos são ardentes”. Las fotos de Olaf Heine son besos ardientes que paran el mundo por un instante. Besos ardientes en blanco y negro, como el que se dan Burt Lancaster y Deborah Kerr en De aquí a la eternidad tumbados en la playa con las olas bañándolos. Si llega a ser Ipanema, rizamos el rizo.

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