Es uno de los clubs privados de mayor tradición en Europa, un espacio de encuentro, diálogo y reflexión de la sociedad civil catalana. Con 166 años de historia, el Círculo Ecuestre afronta ahora el reto de adaptarse a los nuevos tiempos sin renunciar a sus valores originales.
Ubicado en un palacete modernista con vistas a la avenida Diagonal, la antigua casa de la familia Pérez Samanillo, (en la calle Balmes, 169 bis) cuenta con diez salones, dos restaurantes, uno de ellos con terraza, bar, biblioteca, sala de billar, auditorio, salas de conferencias, gimnasio, piscina, sauna, solárium, 16 habitaciones, un montón de actividades y conexión con 250 clubs privados de los cuatro continentes: Brooks's en Londres, University Club en New York, Interralliée en París, Jockey en Buenos Aires, por citar algunos ejemplos. Un universo de espacios y servicios permanentemente abierto, en el que sus 1.400 socios se sienten como en una extensión de su propia casa.
En el Ecuestre se organizan unos 150 actos de diferente formato al año, desde conferencias y debates a eventos gastronómicos, económicos y culturales
Acceder al vestíbulo del club, es ya toda una declaración de principios. A mano izquierda, un vestidor con americanas y corbatas, manifiesta sin complejos el dress code que hay que respetar. “Se requiere un cierto decoro en la vestimenta –me apuntan- pero hay espacios en donde incluso está permitido no llevar corbata”.
Se respira un sello inconfundiblemente british, con altos ejecutivos bien trajeados deambulando por los salones de este palacete que conserva la decoración original: techos artesonados, pinturas murales, suelos de marquetería, espejos venecianos, lámparas de Murano y la gran escalinata de mármol con balaustrada de piedra labrada, que describe una sensual curva para llegar al primer piso. En la planta baja, a través de la ventana oval ('la pecera') que se asoma a la Diagonal, se contempla, lejano y distante, el bullicio de la ciudad desde una sala en donde reina la calma, invitando a la lectura apacible y la tertulia entre amigos.
“Este ambiente, como de otra época, lo queremos mantener porque es su esencia –señala Antonio Delgado, presidente de la entidad–. Nuestros socios, incluso los más jóvenes, lo agradecen. Aquí se busca una cierta formalidad”.
Antonio Delgado, abogado, profesor y secretario general de ESADE, lleva dos años y medio presidiendo la Junta de Gobierno del Ecuestre, con Enrique Lacalle Coll, Antonio Gámiz Sanfeliu e Ignacio Marull Guasch como vicepresidentes. “Desde el principio nuestra intención era, y es, conservar el legado modernizándolo –explica-. Creemos que es el momento de dar un pequeño salto, siendo lo que somos, porque esto no se puede perder, pero debemos ser capaces de combinar ambos mundos”.
Se respira un ambiente, como de otra época, y una formalidad que queremos mantener. Es su esencia. Los socios, incluso los más jóvenes, lo agradecen”
Su candidatura se presentó con el objetivo de convertir la institución en un lugar de encuentro de lo que sucede no sólo en la ciudad sino también en el mundo. En este sentido, actualmente, en el Ecuestre se organizan unos 150 actos de diferente formato al año: desde conferencias y debates a eventos gastronómicos, económicos y culturales. “Algunos son exclusivos para los socios, pero también contamos con una línea de actos abiertos en los que, junto a especialistas de diversos ámbitos, se debaten temas de actualidad que nos parecen interesantes, muchos de ellos focalizados en Barcelona. Nosotros no emitimos opinión, simplemente somos una plataforma de dinamización de ideas”, afirma Delgado.
Otro de sus desafíos era captar gente joven, y hoy el 25% de los socios es ya menor de 40 años. “También buscamos perfiles diversos, hombres y mujeres emprendedores y cosmopolitas, con distintas profesiones e intereses, porque lo importante es encontrarse aquí con gente que enriquezca, de la que puedas aprender”, afirma Antonio Delgado.
Para formar parte de este elitista club se precisa el aval de dos socios y ser aceptado por la comisión. Además, hay que comprar un título de 4.000 euros, abonar 5.000 euros a fondo perdido en concepto de derechos de ingreso y pagar una mensualidad de 100 euros. Para los menores de 40 años las condiciones cambian, su cuota de ingreso es entre 600 y 1.800 euros a fondo perdido en función de la edad y de si es familiar de un socio. También las empresas pueden asociarse abonando 14 o 28.000 euros, lo que permite dar de alta a 4 o más titulares.
Desde 1926, cuando se inauguró su sede en paseo de Gràcia, hasta la guerra civil, el club vivió años dorados. Luego pasó por épocas duras, de graves problemas financieros
El Círculo Ecuestre nació gracias a la iniciativa de un grupo de personajes de la aristocracia y alta burguesía catalana unidos por su afición a la hípica, que establecieron su sede en un piso de la calle Sant Pau, pero la gran acogida que obtuvo le obligó a ampliar muy pronto sus instalaciones. En 1860 se trasladó a la Rambla Santa Mónica, en 1907 a un principal de la Plaza de Catalunya (hoy El Corte Inglés), y en 1921, cuando el Círculo Ecuestre, ya al margen de la hípica, se había reconvertido en una entidad al estilo de los clubs privados ingleses, se empezó a pensar en construir un nuevo local que diera a esta prestigiosa entidad la grandeza que requería.
Finalmente se optó por comprar dos casas en pleno Paseo de Gracia (números 38 y 40), en aquellos años en los que dicha calle era la arteria de mayor prestigio de la ciudad. El Círculo Ecuestre convocó entonces un concurso internacional de anteproyectos para la construcción de su edificio social. Se presentaron 47 anteproyectos, y el jurado, compuesto por cuatro arquitectos socios del Ecuestre (Domènech Montaner, Bonaventura Bassegoda, Enrique Sagnier y Francisco Villar), designó como responsables de la obra al austríaco Alfredo Keller y a los catalanes Salvador Soteres y Antonio Ferrater.
Para acceder al club hay que ser avalado por dos socios y aceptado por la comisión, abonar el título (4.000 euros), 5.000 euros a fondo perdido y 100 euros al mes
El monumental edificio, de cuatro plantas, con biblioteca, salones de concierto, salas de lectura, de exposiciones y de esgrima, piscina, gimnasio, peluquería, billares y habitaciones para huéspedes, se inauguró el 26 de octubre de 1926 con un brillantísimo acto presidido por el rey Alfonso XIII.
Fueron unos años dorados para la entidad que se prolongaron hasta 1936. Con el estallido de la Guerra Civil, la sede del Paseo de Gracia fue ocupada, primero por la Unión General de Trabajadores (UGT), luego por el PSUC, que instaló en ella el Casal Carles Marx.
Uno de sus desafíos era captar gente joven y hoy el 25% de los socios es ya menor de 40 años. Para esa franja de edad las condiciones de acceso son distintas
Sin sede y con graves problemas financieros, el Círculo Ecuestre sobrevivió de forma absolutamente gris, y fue necesario que transcurrieran quince largos años hasta conseguir recuperar el edificio. Sin embargo, se encontraba en un estado tan lamentable que la Junta Directiva, presidida por D. Santiago Güell y López, no se vio con fuerzas de reformarlo y decidió venderlo por 17 millones de pesetas a un promotor inmobiliario que lo derribó.
En 1947, una Junta General Extraordinaria acordó comprar el edificio situado en la confluencia de las calles Balmes y Diagonal por siete millones de pesetas.
Dicha casa, un palacete construido en el año 1910 por el arquitecto Juan José Hervás Arizmendi, debe su nombre a la familia Pérez Samanillo, un médico de la marina mercante, de origen gaditano, que hizo fortuna en Filipinas, y que, tras la independencia del archipiélago en 1898, decidió instalarse en Barcelona. La familia abandonó este palacete al iniciarse la guerra civil. Lo ocupó luego la Conselleria de Cultura de la Generalitat, el Ministerio de Hacienda y, por último, el Instituto Montserrat de enseñanza media.
En 1950, cuando tras reformarlo, el Ecuestre accedió de nuevo a la casa Pérez Samanillo, el club estaba en franca decadencia, de los 2.000 socios que tenía antes de la guerra, solo le quedaban 700 y este número fue disminuyendo sin cesar en los siguientes años a la vez que aumentaban sus dificultades económicas.
A principios de los años 70, dado que existía una cierta tolerancia del juego, se optó por alquilar la tercera planta del edificio, a la que se llegaba por un ascensor independiente, a una casa de juego semiclandestina. Sin embargo, con la legalización del juego y la introducción de los casinos, se terminaron estas entradas económicas y el Ecuestre volvió a vivir una situación financiera complicada, a pesar de que alquilaba los bajos de la casa Pérez Samanillo.
Hoy el club posee una saneada estructura financiera que mantiene una nómina de
50 empleados, entre personal de relaciones públicas, administrativos y atención al socio
Las reuniones de la Junta de Gobierno fueron, durante estos años, muy tensas. Las soluciones que se barajaban para encarar aquella crisis eran diversas; unos querían introducir el juego en el Círculo, otros preferían instaurar unas cuotas más altas a los socios, y hasta se planteó vender el edificio.
“Advertidos de estos proyectos por el secretario de la junta, Juan Pablo Martínez de Salinas, un grupo de 70 socios entre los que estaban Paco Godia, Luís García-Mussons, Mario Piferrer, Pedro Rovira, Francisco González Sivera, Enrique Salvia y yo mismo, que no estábamos de acuerdo con ninguna de estas propuestas, decidimos presentar una candidatura alternativa presidida por Antonio Eyre. Tras una tensa Asamblea General, en abril de 1987, y a pesar de estar en minoría, conseguimos acceder a la gestión del club. Nos encontramos entonces con un desastre económico, tanto es así que los miembros de la junta tuvimos que prestar dinero para salvar la situación”, recuerda Antonio Gámiz Maristany, que participó en todas las sucesivas juntas de Gobierno hasta el año 2007, en que pasó al Senado del Club.
Además de su zona deportiva con piscina exterior climatizada, destaca su restaurante de la planta baja y el de la terraza en verano, con equipo de cocina propio
Por estas fechas, Barcelona ya había sido designada sede de los Juegos Olímpicos del 92, y el Círculo Ecuestre no acababa de despegar, por lo que un grupo de empresarios y personalidades de la sociedad civil vinculados al Cercle de Economía, considerando que la ciudad necesitaba un club como el Ecuestre, constituyeron un Comité de Apoyo para reflotarlo. Carlos Güell de Sentmenat y Carlos Ferrer Salat fueron los grandes protagonistas de esta aventura, consiguiendo atraer nuevos socios, así como financiación para remodelar el edificio. El Círculo Ecuestre había sido designado como una de las sedes del Comité Olímpico Español, sin embargo las obras no se terminaron a tiempo y no pudo ser.
Sigue fiel a sus estatutos como punto de encuentro, foro de opinión y dinamización de las ideas y hechos que afecten a la sociedad en beneficio del interés general
A mediados de 1993, la casa Pérez Samanillo ya lucía en todo su esplendor, con una nueva zona deportiva en la azotea y una piscina descubierta climatizada todo el año. También se inauguró un auditorio para 250 personas, nuevas salas de reuniones, una gran sala de banquetes y cuatro comedores privados. La última fase de estas obras fue la construcción de un edificio anexo, de cuatro plantas, destinado a habitaciones, que abrió sus puertas a finales del 2002.
Fue una inversión de capital importante que se asumió a través de créditos. Actualmente están todos amortizados y el Ecuestre dispone de una sólida y saneada estructura financiera que mantiene una nómina de 50 empleados, entre su personal de relaciones públicas, administrativos y atención al socio (los integrantes de la Junta y los del Senado no son cargos remunerados). Uno de sus puntos fuertes es el restaurante de la planta baja y el de la terraza en verano, con un equipo de cocina propio de la casa, un ambiente acogedor y una notable afluencia de público. La nota más simpática la ofrece la llamada “mesa del socio”, a la que puede acceder sin cita previa quien quiera compartir comida y tertulia con el resto de comensales.
Hay, bajo esa apariencia de calma, una vida trepidante en el Ecuestre: conferencias, exposiciones, foros de debate, fiestas o viajes. Incluso durante el largo periodo de pandemia, la actividad del club no decayó, sino al contrario. Se organizaron, presencial o virtualmente, cantidad de conferencias y actividades, especialmente dos ediciones en diciembre del 2020 y del 2021 de una Feria de Arte Contemporáneo: By Invitation, con piezas importantes y un gran éxito de público.
El club sigue fiel a sus estatutos, “fomentando la vida social y la amistad entre sus miembros, en el ámbito personal, profesional, empresarial, cultural y deportivo, sirviendo como punto de encuentro, foro de opinión, y plataforma de dinamización de las ideas y hechos que afecten a la sociedad en beneficio del interés general”. Todo un reto.