Sesenta y dos segundos ha tardado exactamente el ascensor en trepar por las entrañas del edificio más alto del mundo, la torre Jalifa, hasta el mirador panorámico del piso 124. Desde esa altura de récord en medio del denominado distrito financiero se despliega Dubái en su esplendor de cristal, acero y cemento de los rascacielos, modernas atalayas que simbolizan la pujanza del poder que ha brotado de los campos petrolíferos, pero también se observan oasis de arena en terrenos todavía sin urbanizar que recuerdan la naturaleza desértica del pequeño emirato que se atrevió a soñar a lo grande.
Quizás porque era un territorio llano sin más montículos que las dunas, Dubái decidió apuntar al cielo y en los últimos años ha ido añadiendo hitos a su línea de horizonte. La torre Jalifa, de 829 metros, inaugurada en el 2009, es la cima del mundo construido por la humanidad, y Dubái levantó ese alminar laico, estilizado, de apariencia liviana, para establecer un referente arquitectónico, una versión actualizada de la jerarquía como la que impusieron en su época las catedrales en las ciudades europeas.
Antes, no hace mucho tiempo, pues los Emiratos Árabes Unidos, el país que crearon Dubái y otras seis regiones vecinas, acaban de cumplir 50 años en el 2021, se erigían torres de viento, llamadas barjeel, hechas de arcilla o barro, como sistema de ventilación natural. Ahora, desde la manhattanización del poder, el mundo emergente se reafirma con rascacielos, y Dubái busca siempre lo más alto, más lujoso, más original... El récord es una obsesión nacional.
Recta infinita
Avenida Sheikh Zayed
Otro mirador de este desierto de vértigo es el Dubai Frame, la versión rascacielos de un arco de triunfo, que en realidad es una pasarela aérea con cristal transparente. El puente fue diseñado para que los turistas tuvieran una visión del Dubái del pasado y del futuro, con el zoco antiguo y la ensenada a un lado, y al otro, los tres centros urbanos con sus agujas de rascacielos que han brotado en los últimos lustros, desde que se construyó el primero, la torre del World Trade Center, en 1979, hasta el presente, que se ha consolidado como un destino turístico de cultura y arquitectura que está de moda, por ejemplo, entre los futbolistas, como se ha visto en las recientes vacaciones de Navidad.
El rascacielos Marco
Dubai Frame
Como sucede desde la torre Jalifa, rodeada por una laguna y del centro comercial Dubai Mall, detrás de los ventanales del Dubai Frame se atisba el mar Arábigo, pero la ligera calima impide discernir la silueta de las islas artificiales sobre las que el país basó parte de su prosperidad inmobiliaria y turística con el cambio de milenio. Del famoso mapamundi, un conjunto de islas privadas con mansiones construido frente a la costa, se intuye lo que sería Australia desde el vertiginoso arco dorado, pero poco más.
Exposición Universal 2020
Nuevo legado urbanístico y arquitectónico
Dubái suele acometer proyectos de gran calado urbanístico, y el último reto ha sido la Exposición Universal del 2020, que dejará como legado un nuevo barrio con iconos como la plaza Al Wasl, con juegos de luces cada noche hasta la clausura del 31 de marzo. Se retrasó un año por culpa de la pandemia, y es la primera vez que Oriente Medio alberga esta feria de ferias que Sevilla y Zaragoza acogieron recientemente y Barcelona hace casi un siglo. Dedicada a la sostenibilidad, la movilidad y la oportunidad, acoge joyas arquitectónicas como el pabellón Alif de Norman Foster, el Terra de Grimshaw o el del país anfitrión, realizado por el español Santiago Calatrava.
Las vistas son mucho mejores desde Ain Dubai, la noria que presume de ser la más alta del mundo, inaugurada hace apenas tres meses y creada a imagen y semejanza de la de Londres, pero con un diámetro de 250 metros y preparada para acoger fiestas, banquetes y celebraciones giratorias. El Ojo de Dubái, la traducción de su nombre, se ubica en la isla de ocio Bluewaters, ganada al mar, que incluye, entre otras propuestas, la piscina infinita a mayor altura, en el piso 77 del hotel Address Beach Resort, o un museo de cera con licencia del célebre Madame Tussauds.
La noria más alta
Dubai Eye, en la isla Bluewaters
La noria necesita más de 40 minutos para dar una vuelta completa, y no hace falta llegar al punto más alto para distinguir perfectamente las dos gigantescas palmeras artificiales, la Jumeirah y la Jebel Ali. La primera está completamente habitada y con hoteles a pleno rendimiento en su perímetro. La Jebel Ali es una silueta todavía sin edificios, testimonio del parón que sufrió Dubái con la última gran crisis financiera.
Un restaruante con vistas
Cé la Vie, en el Sky View Hotel
Como la Jebel Ali, el faraónico mapamundi ha sido un gran fracaso, pero desde que Dubái comenzó su expansión por labrarse un nombre en el mundo, el emirato se ha convertido en un destino turístico repleto de atractivos, no solo con los miradores, sino también con museos como el del Futuro, que se va a inaugurar próximamente, con shopping centers que entran en el libro Guinness, como el Dubai Mall, que cuenta con pista de hielo, una cascada, la avenida de la moda con las tiendas más lujosas del mundo y un espacio cultural, Infinity des Lumières, donde ver exposiciones inmersivas. Y por supuesto, aventuras en el desierto a la vuelta de la esquina, nunca mejor dicho.