El día en que al incombustible James Bond se le averió el Aston Martin
Rodaje en suiza
El libro ‘The Goldfinger Files’, de la editorial Steidl, homenajea el rodaje de la película ‘Goldfinger’ en las montañas suizas, entrega que consolidó la saga del mítico 007
Cuando, en julio de 1964, Sean Connery aterrizó en el aeropuerto de Zürich era prácticamente un desconocido en Suiza. Sin embargo, la película que iba a rodar allí, Goldfinger (titulada en español: James Bond contra Goldfinger), lo lanzaría al estrellato internacional. A él y a la serie cinematográfica basada en el espía británico, que se convertiría en uno de los personajes más célebres de la cultura popular.
La crítica considera que Goldfinger es la quintaesencia de las películas del agente 007. En su trama hay villanos, complots para dañar el mundo, muertes perturbadoras, mansiones, lugares exóticos, bellas mujeres, oro y coches fabulosos. Además de una impactante escena de apertura (la primera vez que se hacía) y una banda sonora atronadora, con temazo de Shirley Bassey. Sin olvidar, por supuesto, a un protagonista impecable, interpretado por Connery, que entonces tenía treinta y cuatro años y al que ya empezaba a molestarle que no lo conocieran por su nombre sino como “James Bond”.
Lo cierto es que nadie como él contribuyó tanto a consolidar la bondmania, que casi cincuenta años después sigue viva. Una prueba de ello es la publicación por parte de la editorial Steidl de un libro, The Goldfinger Files, que recopila algunas de las escenas más icónicas de esta película, rodadas en el valle de Urseren, en Suiza. El lugar, precioso y montañoso, sirvió de escenario para las andanzas de Bond, de una de las damas protagonistas de la cinta (la modelo Tania Mallet) y del malvado de turno; Auric Goldfinger (Gert Fröbe), que asesinaba a mujeres asfixiándolas en oro.
En familia
Durante el rodaje del filme, periodistas y fotógrafos estuvieron muy cerca de los actores en los sets y durante los descansos
Para aquella producción, la tercera de las películas de Bond, los productores invitaron a periodistas y fotógrafos al rodaje, facilitándoles la cercanía con los intérpretes y el equipo. El resultado está en este libro, que además de a los actores, inmortaliza a los automóviles, imprescindibles en el universo 007. A destacar, el Aston Martin DB5 del agente secreto, que estrenaba en Goldfinger y estaba dotado con todo tipo de gadgets, como ametralladoras, y lo que parecía el súmmum de la modernidad: el GPS. Otros coches (como el Rolls-Royce de Goldfinger y el Mustang descapotable de Tania Mallet) son también protagonistas de las inevitables persecuciones.
En las imágenes queda claro que Connery estaba en plenitud física y de muy buen humor. Los testimonios cuentan que, por las noches, en el hotel Bergidyll (donde se hospedaba el equipo), se consumía whisky en alegre compañía hasta altas horas de la madrugada. Pese a ello, el protagonista aparecía en el rodaje fresco como una rosa, dispuesto a perseguir a malvados y a conducir por carreteras sinuosas.
Goldfinger fue un rotundo éxito, de crítica y taquilla, incluso ganó un Oscar, al mejor sonido. No llegó a verla, sin embargo, el creador de Bond, el escritor Ian Fleming, que murió antes del estreno. Sean Connery también falleció, hace solo unos meses. Pero su personaje, el agente secreto con licencia para matar, les sobrevive a ambos.
James Bond, en la cumbre del éxito
The Goldfinger Files
Steffen Appel / Peter Waelty (eds.)
Editorial Steidl