Debido al vanguardista compendio tecnológico que se esconde bajo su carrocería, puede afirmarse sin temor a equívoco que el Volkswagen ID.3 cuenta con sólidos argumentos para marcar un punto de inflexión en el panorama mundial del automóvil.
Si el Beetle sirvió para poner Alemania sobre ruedas después de la Segunda Guerra Mundial y el Golf ha sido capaz de democratizar constantemente los últimos avances del sector, el nuevo modelo eléctrico de la marca alemana aspira a ejercer como referente en cuanto a movilidad con vocación ecológica.
Pocos coches consiguen traspasar los límites impuestos por el tiempo tras haberse dejado de fabricar, para seguir con un modo de vida todavía más intenso que cuando se encontraban en estado de producción. Nos referimos a modelos míticos, vehículos que fueron capaces de adquirir un carisma fuera de lo común mientras estaban a la venta, y cuyas particulares vicisitudes llevaron a escribir importantes capítulos en la historia de la automoción. En la trayectoria comercial de Volkswagen existe uno de estos célebres protagonistas sobre ruedas, el simpático Beetle (Escarabajo), que estuvo en activo durante 58 años.
La motorización de Alemania
El proyecto Beetle reunía un complicado pliego de condiciones: cuatro pasajeros, una velocidad de 100 km/h y un precio contenido
Las primeras unidades del Beetle salieron de la línea de producción durante la navidad de 1945. Diseñado por el ilustre Ferdinand Porsche, se trataba de un proyecto que estaba sometido a un complicado pliego de condiciones. Con el fin de motorizar Alemania, se decidió crear un coche dotado con un habitáculo pensado para albergar a cuatro personas y capaz de alcanzar una velocidad máxima de 100 km/h.
Pero lo más difícil de la ecuación era que su precio tenía que ser muy asequible. El 30 de julio de 2003 se fabricó en la planta mexicana de Puebla la unidad 21.528.483, la última de la saga que probablemente ha despertado más sonrisas entre los aficionados al automóvil.
Si el Beetle se mantuvo fiel a su concepto original, sin experimentar cambios significativos en su carrocería a través del tiempo, el caso del Golf es muy distinto. El exitoso modelo compacto firmado por Volkswagen se ha sometido a un constante proceso de evolución, una virtud que le ha permitido llegar hasta nuestros días en plena forma.
Nacido en 1974, buscaba poner al alcance de todo el mundo la tecnología que en aquella época equipaban únicamente los automóviles de gama alta. La primera generación, fruto del lápiz mágico de Giorgetto Giugiaro, sentó las bases de la categoría automovilística que ha predominado en Europa durante las últimas cuatro décadas.
Diseño de Giugiaro
El Golf, nacido en 1974, sentó las bases de la categoría automovilística dominante en Europa durante cuatro décadas
Desde sus orígenes, este prestigioso modelo compacto ha experimentado un considerable crecimiento de dimensiones. Gracias al incremento paulatino de la carrocería plasmado en cada una de las sucesivas versiones, se ha logrado adaptarlo a las cada día más exigentes solicitudes de los clientes.
Artífice de siglas tan carismáticas como GTI o GTD, ha superado recientemente la barrera de los 35 millones de unidades, lo que significa que se ha vendido un Golf cada 41 segundos durante los últimos 46 años. Actualmente, Volkswagen comercializa la octava generación, cuyo éxito comercial permite augurar todavía larga vida al coche.
Los puntos fuertes del VW ID.3
1MOTORES: La gama final estará compuesta por tres configuraciones eléctricas, que rinden 93kW, 107 kW y 150 kW
2ENERGÍA: Según el tamaño de la batería elegido para el coche, se contará con 330, 425 o 549 kilómetros de autonomía
3ACELERACIÓN: Gracias a su naturaleza eléctrica, la versión superior puede acelerar de 0 a 100 km/h en 7,3 segundos
4ACABADOS: Volkswagen ofrece cinco combinaciones cromáticas interiores para que cada cliente pueda personalizar su coche
5AGILIDAD: Optar por la tracción trasera ha permitido incrementar el ángulo de giro del eje delantero y mejorar el trasiego urbano
6HABITÁCULO: Montar las baterías bajo el suelo ha sido determinante para que el ID.3 sorprenda por su amplio espacio interior
En otro orden de cosas, y aunque no estemos hablando propiamente de un coche, sería injusto olvidarse de otro modelo mítico de Volkswagen. Nos referimos al Transporter, el empático vehículo comercial que se popularizó bajo el apodo de “Bulli”.
Nacido en 1947, sorprendió en su momento por la ingeniosa configuración de su habitáculo, dotado con dos filas traseras de asientos que se desmontaban fácilmente para adaptar el espacio de carga a cualquier necesidad. En la década de los 60 se erigió como el vehículo preferido por el movimiento hippie, que no se estresaba por tener que viajar a 80 km/h, la velocidad máxima que permitía su modesto motor de 24,5 CV.
Para intentar seguir los pasos de estos tres ilustres precedentes que han compartido el logotipo de Volkswagen, el ID.3 pretende jugar ahora la carta de la movilidad sostenible, en busca de un nuevo paradigma para el sector de la automoción. No en vano, según los datos facilitados por la propia empresa, nos encontramos ante el primer coche del mundo cuya fabricación alcanza un balance neutro en emisiones de CO2.
Sin gases contaminantes
El ID.3 destaca tanto por su autonomía como por el efectivo sistema de recarga de su conjunto de baterías
Su naturaleza eléctrica le permite circular sin emitir gases contaminantes, y destaca tanto por la autonomía de funcionamiento como por el efectivo sistema de recarga de su conjunto de baterías.
Pero, a fin de cuentas, van a ser el criterio del público y sus historias particulares los elementos encargados de determinar si en el futuro será digno de seguir los pasos de sus hermanos de marca para convertirse en un mito sobre ruedas.