El hechizo de Alicia en el país de las maravillas
Viaje al sinsentido
Una exposición en Londres recrea el impacto en el arte, la moda y el cine de una de las obras más influyentes de la literatura
Una desbordada fantasía sustituye a la clásica moraleja y se desliza por toboganes infinitos. Los escondites, las prisas, el reloj de bolsillo, los vestidos con ingenuas blondas, las terroríficas capas y coronas, las pociones que empequeñecen o agigantan, el colorido mundo de naipes donde la locura es el mejor estado de salud posible…. Alicia en el País de las Maravillas representa la quintaesencia del nonsense . Se trata de una aventura universal que sigue ejerciendo gran fascinación entre el público y los artistas.
Escrita hace 155 años por el diácono y matemático inglés Lewis Carroll –e ilustrada en su primera edición por John Tenniel–, este otoño será motivo de una “exposición estelar” en el londinense Victoria&Albert Museum, una de las más ambiciosas que ha organizado la entidad en su larga historia. En ella se evoca cómo un profesor tímido y algo extravagante, amante de los niños y de la lógica, inventa para la hija de unos amigos, Alice Liddell, una historia que contiene tantas lecturas, magia y terror como personajes la habitan.
La muestra se plantea como la primera dirigida a la vez a adultos y niños, una característica excepcional que demuestra hasta qué punto la lectura de esta obra –reinterpretada por el cine, el arte o la moda– sigue siendo poliédrica. Porque la inclasificable pieza de Carroll ha sido leída como ácida sátira, derivado en material para el psicoanálisis y elevada a icono pop, quizá debido a su potencia onírica, que incluso llegó a ser relacionada con el LSD: “psicodelia de la madriguera” se denominó a un determinado viaje lisérgico.
“Ninguna historia de la literatura inglesa me ha intrigado más que ‘Alicia en el País de las Maravillas ‘de Lewis Carroll. Me fascinó la primera vez que la leí, en la escuela, y tan pronto como pude, después de empezar a hacer dibujos animados, adquirí los derechos de la película” revelaba en una entrevista Walt Disney, que adquirió los derechos de las ilustraciones originales de Tenniel en 1931, aunque tardaría en rodarla veinte años.
Veinte años de trabajo
La exposición documenta el trabajo visual que realizó la factoría Disney
En el Victoria&Albert se documenta el desarrollo visual de las ideas de Disney para Alicia a lo largo de esas dos décadas , desde las notas de sus primeros encuentros con Aldous Huxley, que escribiría una primera adaptación, a los ya legendarios diseños de Mary Blair para el largometraje de animación, pasando por inquietantes bocetos conceptuales de David Hall.
La influencia que Alicia ha tenido sobre todas las artes es apabullante, y por ello se incluyen no solo las 12 láminas surreales que Dalí pintara a partir del libro, así como obras de Max Ernst, Yayoi Kusama o Peter Black, sino también piezas musicales de los Beatles, Gwen Stefani y P. Diddy, fotografías de Annie Leibovitz, y el Calendario Pirelli fotografiado por Tim Walker en 2015, donde todos los personajes, incluyendo a la propia Alicia, son negros. “El impulso inicial de esta idea nació cuando fotografié a la esposa de Roald Dahl, que se llamaba Alicia, y me dijo: ‘¿Sabías que Charlie [el protagonista de Charlie y la fábrica de Chocolate] era originalmente un niño negro?’. Pensé mucho en ello, en cómo, de haber sido un niño negro y no blanco, habrían cambiado las cosas”, recuerda Walker en la muestra.
Tim Burton, para quien la obra es “como una droga pensada para niños”, también quiso reinterpretar el País de las Maravillas con su mirada entre gótica y expresionista, y supo aportar al canon una obra fresca y comercial (la quinta película más taquillera de todos los tiempos).
El itinerario de la muestra dedicado a la moda incluye los trajes de Colleen Atwood –por los que se hizo con el Oscar al Mejor Diseño de vestuario en 2011–, inspirados en el New Look de Dior, sus analogías con los dibujos originales y el vestuario de Mary Blair para Disney. “La idea de diseñar Alicia en el País de las Maravillas fue aterradora al principio, porque cada personaje es tan amado y cobra vida en tantas tradiciones. Afortunadamente, cuando Tim Burton y yo hablamos sobre el enfoque, me dio libertad para imaginar una nueva Alicia. Empecé volviendo a los libros de Lewis Carroll. Es maravilloso que las ilustraciones de John Tenniel se exhiban junto con la ropa creada para la película, en el V&A, para que las futuras generaciones de fans del País de las Maravillas puedan inspirarse en ellas”, declara Atwood. También se incluyen colecciones de Viktor Rolf y Vivienne Westwood recreando el mito de Alicia.
“Alice: Curiouser and Curiouser” es un apartado que explora el impacto global de Alicia y los libros originales como inspiración para creadores de todas las disciplinas artísticas: Tom Piper, Iris Van Herpen, Little Simz… Un viaje inmersivo y alucinante al mundo extraordinario y encantador de Alicia que comienza en el manuscrito original de Carroll y las míticas ilustraciones de Tenniel y Ralph Steadman. Porque la obra incluye desde lecturas feministas hasta la critica en filigrana a la sociedad victoriana, engarzada con una prosa deliciosa, enigmas matemáticos y problemas de lógica.
Acaso sea la relación entre razón y sueño que plantea esta obra maestra una de las más fecundas en la historia de la literatura, pero su riqueza intelectual no se queda en ella: las diversas interpretaciones de esa criatura que cae en un país desaforadamente afuncional han enriquecido nuestro imaginario colectivo. Alicia en el País de las maravillas defiende la imaginación como veladura capaz de resolver enigmas; presenta una galería de arquetipos singulares y una hipertextualización de las psicologías sociales y supone una invitación al escapismo más sublime. No es extraño por tanto que, desde que se publicara por primera vez, en 1865, el libro nunca ha dejado de editarse y su influencia siga hechizándonos generación tras generación.