Desvelamos los secretos de la nueva Torre del Remei
Interiores de lujo
Después de dos años cerrado, el hotel boutique con más solera de la Cerdanya reabre sus puertas regentado por Mercer Hoteles
Después de dos años de obras, los primeros huéspedes, clientes habituales del establecimiento, ocupan ya sus habitaciones en la nueva Torre del Remei. El coqueto hotel de la Cerdanya estrena muebles, interiorismo y marca, pues la gestión ha pasado a manos de la cadena Mercer, propiedad de la familia Molina, asiduos también al establecimiento y al Pirineo.
Carles Gaig también ha arrancado la cocina del restaurante, según explicaba Cristina Jolonch en su reciente crónica. “Para nosotros es importante que los huéspedes habituales se sientan igual de bien que siempre, que no noten un cambio radical, sino una mejora”, explica Amanda Molina, miembro de la familia y directora de diseño y proyectos de Mercer Hoteles, que se ha encargado personalmente de este proyecto.
El exterior del Mercer Hotel Torre de Remei –la antigua casa palaciega y las antiguas caballerizas-. es un ejemplo del modernismo catalán y sigue siendo reconocible. En el interior, todo es nuevo. O, mejor dicho, una versión contemporánea y sofisticada de lo que ha sido el establecimiento, que cuenta con más de cien años de historia. “Lo primero que queremos es que, cuando el huésped entre en el hotel, reconozca la arquitectura pero que le sorprenda la nueva atmósfera”, matiza Molina. “Nuestra idea no era recrear un escenario antiguo, tampoco poner al visitante en un marco que no encajara o que no comprendiera. No queremos que el huésped se sienta como un invitado; esta sigue siendo su casa”, añade.
Entrada luminosa
El edificio ha sido restaurado con minuciosidad, sin cambiar su interesante arquitectura de interior. Lucen esplendorosas columnas, vidrieras, escayolas y cerrajería con motivos vegetales. “El gran cambio ha sido derribar los tabiques de la entrada para dejar un espacio abierto e inundado por la luz; esto crea una atmósfera renovada sin cambiar prácticamente ningún otro elemento arquitectónico”, explica la interiorista, que se confiesa rendida al proyecto.
La entrada está dominada por un inmenso sofá ovalado, modelo Laisla del fabricante valenciano Sancal, con tapizado personalizado para el hotel, que descansa sobre una inmensa alfombra rojo rubí. En los coquetos rincones se han ubicado conjuntos formados por la Silla Huntsman de Carl Hansen en cuero negro, la mesita Revers World de Andreu en mármol de Carrara y la lámpara Bellvue Floor Lamo & Tradition en color azul. Otra novedad que percibirá el huésped habitual es que la recepción ha cambiado de lado y ahora se sitúa a la izquierda.
Mobiliario contemporáneo
En cuanto al arte, los grandes retratos en blanco y negro son obra del fotógrafo y artista Jesús Isnard, que ha trabajado para marcas como Armani, Dior o Bulgari. También podemos encontrar fotos en color y pequeño formato de Irene Esteban, así como pinturas y esculturas del artista Agustí Puig.
Como a principios del siglo XX, no abundan las líneas rectas en el mobiliario. Las formas redondeadas están presenten en sofás, butacas, incluso bañeras. Algunos diseños, como armarios y escritorios de las habitaciones, llevan la firma de la propia Amanda Molina. El mobiliario lo firman desde grandes maestros del diseño como Gio Ponti, Børge Mogensen, Arne Jacobsen o Josef Hoffmann a los nombres que dan forma a los iconos del siglo XXI como los estudios Space Copenhagen, Gamfratesi, Note Design Studio o Neru&Hu.
También hay diseñadores locales como Miguel Milá, Mario Ruiz o Martín Azúa e internacionales como Norman Foster, Antonio Citterio o Sami Kallid. Esto permite una atractiva combinación de referencias al incluir obras de todo el espectro de diseño. El resultado es un art nouveau revisitado con aspiración de mejorar con el tiempo. “No se trata de seguir una tendencia”, explica Molina, “es un espacio contemporáneo que nace con la intención de convertirse en clásico. El tiempo será nuestro aliado”.
En los dormitorios, todos diferentes, destaca el cabecero Killian de Porada, que se utiliza en diferentes acabados. Asimismo, encontramos el sillón Tosca de Flexiform y la mesita Foster 620 de Walter Knoll. La lámpara de pared es el modelo Tribeca de Warren Menu y la de pie la Gravity de Gubi. La Cestita de Santa & Cole firmada por Miquel Milà también ilumina algunas de las estancias.
Bañeras con vistas
Una de las características que inciden en el confort es el planteamiento de los baños, concebidos como un pequeño spa. Y como las habitaciones, cada baño es diferente. En la mayoría de las habitaciones hay amplias bañeras y cabinas de duchas con efecto lluvia, así como una exclusiva selección de artículos de tocador de la emblemática marca británica Molton Brown. Prácticamente todas las bañeras tienen vistas desde ventanas o balcones; ver las cimas nevadas o teñidas de verde tomando un baño caliente es parte de la experiencia del hotel.
“La estructura y la mayoría de elementos ornamentales estaban en muy buen estado, solamente hemos limpiado; el gran trabajo ha sido el mobiliario”, asegura Molina. Suelos de nogal se han instalado en todo el edificio y se han restaurado las cristaleras de las ventanas y limpiado las molduras de escayola de los techos. También se ha limpiado y pintado la coqueta escalera de caracol que sube a la torre del edificio.
Mercer Hoteles, que gestiona el establecimiento, es una empresa familiar fundada en 2005 por Pedro Molina, promotor inmobiliario cordobés instalado en Sabadell. La segunda generación está implicada en la continuación del proyecto empresarial con Amanda Molina (Sabadell, 1976), directora de diseño y proyectos de la cadena. En la actualidad Mercer Hoteles gestiona tres establecimientos de cinco estrellas gran lujo en Barcelona y Sevilla, a los que se suma ahora Torre del Remei en la Cerdanya.