Hay que irse lejos, a la Viena del 1923, para presenciar el nacimiento de la editorial Phaidon, un centenario lleno de vicisitudes y grandes éxitos. Las cenizas del imperio Austro-Húngaro ya no estaban ni tibias, pero la cultura seguía floreciendo a cada esquina, a cada palacio, en cada taller de artesanos. La guerra se había llevado una dinastía, pero la explosión creativa desde finales del siglo XIX seguía haciendo estragos.
Tres hombre valientes, Béla Horovitz, Fritz Ungar y Ludwig Goldscheider, se propusieron crear una editorial y poner en las estanterías libros bien editados, bonitos y asequibles con ediciones especiales, algunas internacionales, como las de Van Gogh, Boticelli y los impresionistas franceses.
1923: los orígenes
Tres valientes: Horowitz, Holdscheider y Ungar se empeñaron en crear una editorial de libros bien editados visuales y baratos
La ascensión de los nazis hizo que los editores, de origen judío, se tuvieran que trasladar a Londres. Y con ellos muchos de los grandes nombres de la cultura austro-germánica, desde Sigmund Freud, Stefan Zweig, Karl Kraus, Victor y Alfred Adler, Arthur Schnitzler y una larga lista.
Hay que ir muy lejos, al Londres de la periferia, a Bromley by Bow (aldea y hub ultramoderno), para ver como aquella iniciativa se ha convertido en un centro de creación bibliófila en la que tienen cabida los grandes artistas de la historia, los mejores chefs, Rihanna, Nike o los raperos del momento. El secreto de entonces y el de ahora es el buen gusto y la intuición de avanzarse a las tendencias.
En las nuevas oficinas de la firma, con 1.500 títulos en circulación, espera su directora editorial, Emilia Terragni, que resume cien años de trabajo en pocas frases. “El hilo rojo es la creatividad y un público con curiosidad para adentrarse en un mundo desconocido.
"Cumplimos cien años y eso es en parte suerte, coraje y trabajo. A pesar de todos los cambios del siglo XX, Phaidon continúa viva porque fue tan innovadora al principio que la senda estaba trazada. Pero, además, hemos arriesgado”.
Cumplir cien años es suerte, coraje y trabajo; al principio la senda estaba marcada, luego, además, arriesgamos”
Terragni recuerda grandes éxitos de la casa como el que preparó ella, La cuchara de plata, el de la cocina coreana o peruana, los que le dedican a Ferran Adrià, que marca un antes y un después, o los que analizan el ADN de la cultura hip-hop.
Son grandes éxitos que difícilmente venden 55.000 copias en el primer día, como fue el estreno de los fundadores en 1923. “Al cabo de pocos años, estos tuvieron que exiliarse. Viendo los libros de entonces, con portadas fotográficas, era algo extraordinario. El espíritu ha continuado a lo largo de los años, no hemos copiado el estilo al pie de la letra, pero sí hemos crecido aplicándolo a nuestra manera”, afirma Terragni.
“Hay editoriales –apunta– que publican lo que se espera de ellas, y está bien, puedes tener éxito y ser mainstream, pero en nuestro ideario el concepto es sorprender al lector que quería leerlo pero no lo sabía”.
El olfato y la exploración han sido fundamentales: “Recuerdo que al publicar el libro de cocina de Perú nos decían: ‘qué trendies’, y nosotros respondíamos: ‘No lo somos, empezamos hace tres años’”.
Por supuesto, si hay un libro de Phaidon es La historia del arte de Ernst H. Gombrich. “Cambió nuestra historia, fue como un terremoto: ocho millones de libros en 40 lenguas”. Se gestó en la parte superior de un bus londinense entre Horowitz y Gombrich, otro vienés exiliado.
“El secreto no es el qué sino cómo lo explica, te engancha, es como una novela, sientes que estás dentro de ella. No tiene fecha de caducidad”. Terragni esboza una sonrisa cuando cita a Ferran Adrià. “Fuimos a visitarlo dos veces para hacer un libro y las dos nos dijo que no. A los seis meses nos invitó a cenar, y nosotros encantados, claro. Nos preguntó si podíamos trabajar juntos: “Miren –nos dijo–, ustedes hagan los libros y yo me dedicaré a cocinar”.