Este juego milenario se ha rejuvenecido con la serie Gambito de dama, que le ha dado un impulso inesperado. La miniserie ha sido una revelación. Ha conseguido un récord de visiones para Netflix (62 millones de hogares la disfrutaron en el primer mes) y ha devuelto a las listas de libros más vendidos la novela The queen’s gambit (1983), del fallecido Walter Tevis, que fue el autor de otras obras muy reconocidas que también se llevaron a la gran pantalla, como El buscavidas (The Hustler), con Paul Newman en el papel principal; su segunda parte, El color del dinero (The Color of Money), con Tom Cruise y, de nuevo Newman, que ganó un Oscar, o El hombre que vino de las estrellas (The Man Who Fell to Earth), que fue protagonizada por el malogrado David Bowie.
La serie es obra de Scott Frank (director del soberbio western Godless) y ha contado con la impagable presencia de Anya Taylor-Joy. La actriz interpreta a Beth Harmon, la joven prodigio que se sirve del ajedrez para superar una infancia difícil y su llegada a una familia que la adopta, pero que también está en crisis. Gracias al juego de negras y blancas, Harmon afronta sus problemas con las adicciones, la dificultad de relacionarse con los demás y lucha por sobresalir en un mundo muy masculinizado, donde la presencia de mujeres es casi anecdótica.
El más exclusivo
Cartier ofrece el conjunto más exclusivo. Cuesta 218.000 euros. El estuche es de marquetería de madera de Bolívar negra y gris y el tablero, de marquetería de obsidiana moteada y cuarcita. Las 32 piezas son de plata maciza con acabado de paladio, obsidiana moteada y cuarcita. Los animales son de cerámica blanca y negra.
Estos son los efectos positivos de la serie, pero el juego del ajedrez siempre ha estado ahí y su lenguaje y estrategias son universales. El rey, la reina, los peones, el caballo, el alfil y la torre tienen, en sí, su encanto. Aunque no recorran el tablero. Y no han sido pocos los artistas que han querido probar con las opciones creativas que ofrecen estas piezas.
Aquí les ofrecemos una pequeña muestra de las posibilidades que le han visto grandes marcas del diseño. El barcelonés Miquel Illescas, gran maestro internacional y ocho veces campeón de España, explicó para Magazine Lifestyle que los jugadores profesionales, o los que aprenden y compiten, nunca jugarían con los tableros que aquí presentamos: “Son preciosos, pero no son cómodos, despistan y algunos incluso pueden confundir”. Quizás no sean juegos para jugar –o sí–, pero son de una belleza incuestionable y también pueden tener una función decorativa. La contemplación no está muy lejos de la necesidad de concentración que exige este juego ancestral.
Piezas metálicas y piel Saffiano
Las originales piezas, metálicas, se guardan en un elegante caja de piel Saffiano. El estuche sirve también de tablero. El conjunto cuesta 3.000 euros.
El ingenio de Man Ray
El artista estadounidense modernista Man Ray creó este original juego de piezas en 1971. El gusto por la sencillez y la línea suave es evidente, aunque cueste reconocer la imagen tradicional que tenemos de las piezas, como en el caso del caballo. Fue vendido en subasta por 25.000 dólares.
Porcelana pintada a mano
Estas piezas artesanales de porcelana de Lladró están pintadas a mano y es una colección que esta marca vende desde hace años. Hay una versión en porcelana mate y lustre de plata en la base de las piezas, que ofrece una imagen distinta del conjunto. Cuesta 2.140 euros.
La mesa que es tablero
Este elegante modelo Non Smoking es obra de la diseñadora portuguesa Cristina Jorge Carvalho, para la gran marca de muebles e interiores Vitra. Su precio varía y hay que preguntarlo en el punto de venta porque se puede personalizar.
Moros y cristianos
La afamada firma de porcelana portuguesa Vista Alegre ha planteado su juego como una disputa entre moros y cristianos. Las fichas están decoradas a mano y el diseño es de Jeannine Hetrau. La figura del alfil es un obispo en la fila cristiana y un profeta, en la moruna. Los caballos, peones, torres, caballos y reyes son distintos en cada bando. Cuesta 3.548 euros.
Bien protegidas
Las piezas estilizadas que han creado para Louis Vuitton se guardan en una elegante maleta, que tiene un diseño inconfundible que identifica a la marca. Se puede adquirir a partir de 18.000 euros.