Vías ferratas: el placer de trepar
La montaña cada vez atrae a más visitantes que, sin tener suficiente con una escapada relajante a algún recóndito lugar, buscan emociones fuertes que les puedan asegurar unas vacaciones para recordar. Después del furor que han despertado algunos deportes de montaña en los últimos tiempos como el trekking, la marcha nórdica, el trail running o los deportes extremos de agua (como el rafting o el kayak), la escalada de vías ferratas vive hoy en día un auge, hasta convertirse en una actividad extraordinariamente extendida en regiones con abundantes formaciones rocosas.
Para practicar esta actividad no hace falta tener grandes conocimientos de escalada ni un físico envidiable, pues se trata de recorridos equipados con grapas, peldaños, pasamanos, cadenas… que permiten experimentar la sensación de trepar una pared vertical sin realizar un gran esfuerzo. Se trata del deporte perfecto para todos aquellos que, aunque no se vean capaces de realizar grandes rutas de alpinismo, ya no tienen suficiente con un simple paseo por el monte.
Para ello, no hace falta ir demasiado lejos, pues España, aunque aún quedan muchísimas rutas por equipar, ya alberga algunas de las más apreciadas vías ferratas. Abstenerse, eso sí, todo aquel que tenga una mínima sensación de vértigo ya que, aunque no se trata de un deporte demasiado peligroso, la sensación de verse expuesto a un abismo de cientos de metros asegurado tan sólo con un arnés puede no ser apta para todos los públicos.
El Espolón de la Virgen
Rodellar, Huesca
Uno de los caminos equipados más impresionantes en Aragón. Situado muy cerca de Rodellar, un pequeño municipio muy querido por los amantes de la montaña, se caracteriza por haber puntos bastante expuestos y por las increíbles vistas de las que se puede disfrutar desde la cima. Además, tiene la suerte de encontrarse en mitad de la sierra de Guara, un lugar inmejorable para pasar unos días y practicar casi todos los deportes de aventura disponibles en nuestro país.
Dificultad: MEDIA
RECORRIDO: 40 minutos (3,5 kilómetros)
La Trona
Vilaplana, Tarragona
Se trata de una de las mejores vías ferratas para iniciarse en este deporte. Fácil de recorrer y muy agradecida en gran parte de su recorrido, cuenta con un pequeño tramo aéreo, un puente nepalí (unos simples cables por los que andar y para cogerse) y un sencillo rápel (descenso con cuerda). La presencia de un minúsculo refugio carlista al final del primer tramo le confiere un carácter histórico.
Dificultad: FÁCIL-MEDIA
RECORRIDO: 35 minutos (1 KILÓMETROS)
Cala del Molí
Sant Feliu de Guíxols, Girona
Una de las pocas vías equipadas que discurren junto al mar. Una experiencia única para todo aquel que quiera disfrutar del mar y la montaña a la vez. El recorrido, sobre todo horizontal, rodea grandes peñascos que se adentran en el agua y regala al aventurero unas asombrosas vistas de principio a fin. Mejor hacerla de lunes a viernes, pues los fines de semana suele estar colapsada, y más desde inicios de primavera.
Dificultad: MEDIA
RECORRIDO: 1.30 HORAS (2,7 KILÓMETROS)
Los Vados
Vélez de Benaudalla, Granada
Con un grado de dificultad ligeramente elevado, la vía ferrata de Los Vados no cuenta con la típica línea de vida (la cuerda a la que agarrarse) que tienen la mayoría de estas rutas para frenar cualquier caída, por lo que se debe realizar obligatoriamente con cuerda y material de anclaje de escalada. Muy vertical y con tramos bastante expuestos, se recomiendo su recorrido a aquellos que ya tengan una cierta experiencia. Todos los que han llegado a la cima, eso sí, coinciden en que la geografía que dibuja el río Guadalfeo configura uno de los paisajes más hermosos que han visto.
Dificultad: MEDIA-ALTA
RECORRIDO: 2.30 HORAS (3 KILÓMETROS)
La Guagua
Los Berrazales, Gran Canaria
Una de las joyas de la corona tanto por la variedad de su recorrido como por el idílico paisaje. Situada cerca del parque natural de Tamadaba, en Gran Canaria, se trata de una vía ferrata con pasos ligeramente complicados y bastante expuestos, además de ser una de las más largas del territorio, con un enorme desnivel acumulado. Se recomienda llevar comida y agua, además de material para hacer un descenso con cuerda por si fuera necesario en algún momento de la ruta.
Dificultad: ALTA
RECORRIDO: 6 HORAS (6 KILÓMETROS)
Vía del Canal
Benalauría, Málaga
Una de las opciones más populares entre los principiantes y muy bien valorada entre la comunidad de escaladores. De recorrido técnico pero agradecido, hay dos puentes tibetanos que pasan por encima de barrancos a decenas de metros de altitud.
Dificultad: FÁCIL-MEDIA
RECORRIDO: 45 minutos (1 KILÓMETROS)
Cresta Sobrón
Sobrón, Álava
Ubicada al sur de Araba, conserva el honor de ser la primera vía ferrata equipada en el País Vasco. Con uno de los recorridos más originales de todo el país, la dificultad va en aumento a medida que se avanza, con un camino cada vez más estrecho y escalando por crestas cada vez más altas y técnicas, incluyendo una escalada totalmente vertical sin grapas de apoyo. El trayecto está dividido en tres partes distintas y cada una de ellas goza de puntos de escape para el caso de no verse capaz de continuar.
Dificultad: MEDIA-ALTA
Distancia: 1.45 horas (1,7 KILÓMETROS)
Material necesario
Casco: muy recomendable, sobre todo en las vías con posible desprendimiento de rocas.
Arnés: imprescindible para recorrer cualquier camino de los que llaman equipados.
Disipador: se trata del elemento que puede salvar la vida en caso de caída. Siempre debe ir anclado del arnés a la línea de vida de la ferrata. Hay que escoger uno que esté homologado.
Tercera baga de seguridad: esta anilla es útil tanto para principiantes como para descansar en vías de una mayor exigencia física.
Cuerda y descensor tipo ocho: aunque no suelen utilizarse en la mayoría de estos caminos, no está de más llevarlos para cualquier situación de emergencia. Permite bajar con seguridad al suelo sin tener que deshacer el camino.
Guantes: ahorran quemazones en las manos y aportan un agarre más firme en casos de sudoración alta.
Calzado de montaña o pies de gato: hay que llevar calzado de alta montaña con suela de buen agarre. En contadas ocasiones, también unos pies de gato (calzado específico) por si el camino de ascenso es complicado.