El hotel del Soho de Londres que fue la cárcel de Oscar Wilde en el siglo XIX
Con historia
El lujoso NoMad alberga un museo que incluye una de las comisarías más antiguas de la ciudad y cuenta la historia del primer cuerpo de policía británico: los Bow Street Runners
La reseña podría empezar así: “El NoMad es uno de los más nuevos y más lujosos hoteles de Londres siempre renaciente. Está en el 28 de Bow Street, a diez pasos exactos de la National Royal Opera, a un minuto de Covent Garden y su desayuno es tan excepcional como su ambiente. El hotel rivaliza con los clásicos como el Savoy o el Claridge’s y con los jóvenes gallitos como el Shangri-La, Mandarin Oriental, y lo que le falta en antigüedad (abrió en mayo), lo compensa con estilo y paredes forradas de libros. Posdata: preparen el bolsillo”.
El hotel y el museo
El NoMad abrió sus puertas en el Soho londinense antes del verano y el mus hace apenas unas semanas. Se accede por una puerta casi imperceptible
Podría empezar así y quedarse ahí. Pero hay algo más… el hotel tiene un atractivo extra imbatible en un Londres que no da tregua con el cambio de monarca... y de sus primeros ministros. Un espacio que lo hace único. Decorado en verde, mucha madera y tonos oscuros, pasillos en penumbra, amueblado con mucho mimo, el último secreto a voces de la capital está detrás de una puerta anodina, una de aquellas que parecen decir Staff Only. Y no.
Detrás de la puerta aparece una vieja comisaría de policía, una de las más antiguas que se conservan, con sus celdas, sus historias de culpables e inocentes y sus personajes ilustres, muy ilustres. Sí, dentro del lujoso hotel acaba de abrir el penúltimo museo de la ciudad que está dedicado a los Bow Street Runners, el primer y desconocido cuerpo policial de Londres fundado en 1748, muchos años antes que Scotland Yard, que no vio la luz hasta 1829.
El museo recoge la historia de ambos cuerpos, desde la fundación de la primera comisaría y casa del juez (situada a unos metros del hotel) hasta el cierre de la que puede verse todavía y que tuvo larga vida: del 1881 al 1992.
“En estas celdas durmió Oscar Wilde algunas de las sufragistas más importantes como Flora Drummond y Christabel Pankhurst, la hija de la sufragista Emmeline Pankhurst”, cuentan Ciara Meehan, coordinadora del museo, cuya directora es Vicky Pipe.
En esta comisaría y juzgado adjunto, el Magistrate’s House, se dirimió la detención en suelo británico del dictador chileno Augusto Pinochet, y el juicio a los hermanos Kray, los gángsteres más importantes del Londres de los Swinging Sixties, que parodiaron los Monty Phyton. Ya nadie se acuerda del caso del doctor Crippen, que mató a su mujer y escondió el cuerpo, pero fue un caso que se viralizó en la prensa de inicios del siglo XX, con todos los elementos de un caso de Agatha Christie.
“En estas celdas estuvo Oscar Wilde, las sufragistas Flora Drummond y Christabel Pankhurst y en el juzgado se trató la extradición de Pinochet”
Otro inquilino que pasó por los juzgados y las celdas de Bow Street fue Giacomo Casanova, famoso por sus artes amatorias, pero timador y jugador empedernido. En esta comisaría existía una celda especial, The Tank, peculiar porque era más grande que las otras y estaba destinada a los delincuentes de poco monta. En realidad, ese fue el origen y el sentido del juzgado y de los Runners de la calle Bow en el siglo XVIII: impartir justicia y proteger a los más humildes.
Con permiso de Oscar Wilde, el escritor protagonista de esta historia es el magistrado Henry Fielding. Uno de los creadores de la novela moderna británica y autor de la celebrada pícara y picante Tom Jones (1849). Fielding había heredado un año antes el juzgado de Bow Street, creado en 1840.
Para reforzarlo, contrató a seis policías que actuaban provistos de porras (truncheons) ante truhanes normalmente armados con cuchillos, navajas y garfios cortantes. En esos años, la mano derecha de Fielding era su medio hermano Sir John Fielding. Y aquí, querido lector, la historia se eleva hasta el infinito y más allá.
Sir John se puso al frente del juzgado a la muerte de su hermano en 1754. Vivía en el 4 de Bow Street (hoy el edificio de la Ópera), donde se ubicaban la sala de vistas. Enfrente, en un viejo pub, en el número 34, instaló la comisaría con sus celdas. “En realidad, el atrio donde el hotel ha instalado su gran comedor ocupa el patio donde entraban los presos una vez se construyó la comisaría moderna. Antes de la nueva sede -explica la coordinadora Meehan-. los acusados o condenados a veces se escapaban aprovechando que tenían que cruzar la calle de camino a las celdas instaladas en el antiguo pub”.
Una ficción muy real
La vieja Bow Street vista por un niño
Todo el mundo ya desaparecido de la Bow Street, de los policías corredores y del Pico Ciego, de las carniceras y los verduleros del (Covent) Garden y los golfillos del Seven Dials viven y colean en una serie literaria magnífica que, paradójicamente,es muy desconocida en Gran Bretaña. El escritor estadounidense Bruce Alexander (1932-2003) publicó once novelas que recrean ese Londres dieciochesco con Sir John y compañía visto y narrado por un huérfano, Jeremy Proctor, que se convierte en la mano derecha y en los ojos del juez ciego. Edhasa publicó las tres primeras novelas -tan extraordinarias como descatalogadas- tituladas Justicia ciega, Asesinato en Grub Street y Justos por pecadores. Una cuarta se editó pero no se publicó.
John Fielding fue el verdadero artífice del cuerpo policial: lo amplía y le infunde su carácter de protección a los más débiles y pobres frente a pícaros y embaucadores. Las sesiones del tribunal que preside son un espectáculo, según las crónicas. Sir John perdió la vista a los 19 años en un accidente naval, pero consigue formarse como magistrado.
Su capacidad para reconocer las voces de los acusados y acusadores (a cientos de ellos) es sensacional y también su olfato para discernir quién miente y quién dice la verdad. A Fielding se le conoció popularmente como El Pico, o el Pico Ciego de Bow Street y bajo su mando se creó el primer registro de criminales de Londres. La importancia histórica de John Fielding reside en sus ideas reformistas y en el fomento del empleo juvenil.
“Todo el mundo cree que el primer cuerpo policial británico fue Scotland Yard, creado por Robert Peel, pero el de los Runners se creó un siglo antes”, explica Meehan mientras va mostrando elementos históricos del viejo juzgado como el estrado de los acusados delimitado por las rejas metálicas negras–the dock- o las celdas remodeladas en torno a los años cincuenta del siglo pasado.
Entre los documentos que pueden verse en las vitrinas y plafones explicativos hay fotos robadas del juicio de las sufragistas, acusadas de “alterar la paz social”. La tradición actual de sólo dibujar a los acusados dentro de la sala de vistas también estaba vigente hace un siglo, pero alguien escondió una cámara, seguramente en un sombrero, y sacó la histórica instantánea.
“Las fotos estaban prohibidas, no se sabe cómo se hizo esa, que es un documento histórico”. En cada celda se explica una historia, se homenajea a los policías caídos o se explica la historia de las primeras agentes del cuerpo. En 1967, el agente Norwell Roberts se convirtió en el primer agente negro de la comisaría y en 1981 la agente Lee-Jane fue la primera agente de origen chino. Sus dotes con el mandarín ayudaron a ‘desfacer’ muchos entuertos con la comunidad vecina de Chinatown.
Hay muchos misterios entre las paredes del NoMad pero uno sigue sin resolverse en la fachada del antiguo edificio de la Magistratura. Todas las farolas que indican la ubicación de una comisaría de Scotland Yard son azules. La del 28 de Bow Street es Blanca y nadie sabe por qué.