Cada noche, al cerrar los ojos, nos sumergimos en un mundo donde el tiempo parece desvanecerse y las leyes de la realidad quedan totalmente suspendidas. El sueño, ese misterioso proceso que ocupa un tercio de nuestra vida, ha fascinado a la humanidad durante siglos. ¿Por qué dormimos? ¿Qué sucede en nuestro cuerpo mientras descansamos? A pesar de ser una experiencia universal, el sueño sigue guardando secretos que los científicos intentan desentrañar, desde sus efectos en la salud mental hasta su papel crucial en el bienestar físico.
Uno de los mayores expertos en el campo es el doctor Eduard Estivill, quien ha dedicado su vida a estudiar los misterios del sueño. A sus 76 años, sigue siendo una figura de referencia, no solo por su amplia experiencia, también por su continuo trabajo de divulgación sobre la importancia del descanso. “Si no entendemos el sueño como reparador, si no le damos las horas adecuadas, las consecuencias las tenemos en el campo físico y mental”, cuenta para La Vanguardia.
Podemos pasar tres semanas sin comer ni beber, pero solamente siete días sin dormir
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Mujer descansado
“Desde el punto de vista físico, si no duermes y estás cansado todo el día, tendrás un mal rendimiento en el trabajo, mal rendimiento emocional y más posibilidad de tener conflictos en el trabajo, con amigos o familia. Y en el campo mental, se expresa con falta de concentración, pérdida de memoria, irritabilidad y tendencia a la tristeza”, explica.
Para el doctor Estivill, el sueño es como un “taller de reparación”. Durante el descanso, el cuerpo restaura la energía física y mental que ha consumido a lo largo del día y la cantidad de horas necesarias varía según la edad. Por ejemplo, un niño de cinco años, que se mantiene activo y absorbe nuevos conocimientos contantemente, necesita dormir al menos 22 horas para que su “taller” complete la recuperación.
“Los adultos necesitamos el 80%, entre siete y ocho horas, y solo hay un 5 o 10% de adultos que con seis tienen suficiente, pero son personas que duermen todos los días de la semana, todas las semanas del mes y todos los meses del año, las mismas horas. Hay otro 10%, que son los dormidores largos, que necesitan diez horas todos los días de su vida. Lo que es un error es creer que el fin de semana vas a recuperar las horas que no has dormido”.
Si llegamos a los 90 años, habremos dormido 30 años de nuestra vida
En el caso de los adolescentes, la situación es diferente. Aunque su actividad física es menor, continúan aprendiendo, por lo que unas nueve horas de sueño serían ideales. Sin embargo, el problema radica en que este grupo suele sacrificar horas de descanso. “Incluso ven a youtubers que dicen que para ser rico hay que dormir poco, son tonterías”, apunta Estivill. Suelen ser jóvenes que se acuestan sobre las 3 o 4 de la mañana y por necesidades académicas se despiertan a las 7. “Aquí se produce una distorsión social y su rendimiento es deficitario. Por eso el finde pueden dormir 15 horas, pero está demostrado que solo recuperamos entre el 20 y el 25% del sueño perdido”, cuenta.
“Antes, en los institutos y las escuelas ponían las materias que requerían mayor atención, como matemáticas o física, a primera hora, pero ahora los profesores explican que no pueden ponerlas hasta las 11 o 12 porque hasta entonces los adolescentes están dormidos, no rinden en clase. Además, el flujo de las pantallas afecta mucho y para nosotros, una de las normas higiénicas del sueño es prepararnos para él”, relata.
Es muy importante hacer actividades que no tengan que ver con tu profesión, si eres músico no escuches música antes de dormir
Su labor ha dejado claro que, lejos de ser un simple reposo, el sueño es el pilar clave para la regeneración física y mental, y que no se puede recuperar. Si cada día se pierden un par de horas de sueño, tras cinco días serán 10 horas de sueño y el cuerpo no es capaz de dormir las horas de sueño normal más las que debemos recuperar. “Hay un ejemplo muy claro, tú comes porque tienes hambre, pero si de repente dices voy a comer solo los lunes y el fin de semana recupero, sabes que no podrás comer todas las comidas el fin de semana, comerás un poco más, pero nunca podrás comerte seis comidas y seis cenas”.
¿Es buena la siesta?
En España, la siesta es una tradición profundamente arraigada y muchos consideran este descanso como una parte esencial de la rutina diaria. Sin embargo, aunque esta costumbre es apreciada, se escucha con frecuencia que no es buena, sobre todo si se alarga demasiado. Según el doctor Estivill, es totalmente fisiológico. “Nuestro cerebro está programado para dormir de noche y estar despiertos de día, pero ocho horas después de habernos levantado, el cerebro tiene una pequeña necesidad de sueño. Un sueño de 15 o 20 minutos es totalmente fisiológico y buena para todas las edades, siempre que sea un complemento del sueño nocturno, no como un sustituto del sueño. Si ves a tu abuelo sentado en el sofá durmiendo mientras ve la tele, déjalo porque tiene poco sueño y mucho tiempo para dormir, y necesita ese complemento”, explica.
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Eduard Estivill
Para conciliar el sueño y lograr un descanso reparador es necesario mantener una rutina constante. Hay que empezar por levantarse siempre a la misma hora, hacer un poco de ejercicio, desayunar como rey, almorzar como un príncipe y cenar como un lacayo, poco y pronto, con la idea de dejar el estómago en pausa y hacer ayuno intermitente. “No es necesario ir al gimnasio por la mañana, si vamos al trabajo en autobús, basta con bajarse una parada antes e ir caminando, sobre todo para que nos toque la luz del sol en la piel”, explica. En cuanto a la rutina de noche, debe empezar dos horas antes de acostarnos y sin móvil, o en caso de utilizarlo, con el modo noche activado.
Al ser preguntado por un avance prometedor, Estivill lo tiene claro. “Un grupo de investigadores realizó un estudio con ocho ratones que sugiere que algunos fármacos para dormir podrían interferir en el ”lavado“ de proteínas dañinas en el cerebro durante el sueño, un proceso para prevenir el acúmulo de estas proteínas, como las asociadas al Alzheimer. Este descubrimiento es relevante porque el Alzheimer, además de estar relacionado con estas proteínas, afecta los ritmos del sueño, generando trastornos significativos. Aunque es un campo muy novedoso, se espera que en las próximas décadas se obtengan avances”, explica para La Vanguardia, Eduard Estivill.